El concepto de amenaza híbrida toma nuevas dimensiones en las relaciones diplomáticas entre Ankara y Atenas. La aparición de la pandemia del coronavirus ha cambiado la forma de actuar del país presidido por Recep Tayyip Erdogan. El último capítulo de la guerra dialéctica entre ambas naciones tiene que ver con las costas del Egeo y el Mediterráneo. Según han informado varios medios locales, Turquía podría estar poniendo a prueba la determinación de Grecia al enviar su buque de prospección sísmica, el Oruç Reis, para seguir buscando gas en las zonas cercanas a las islas griegas del Mar Egeo.
Turquía ha hecho este movimiento de fichas mientras Grecia y gran parte de los países del Mediterráneo están centrados en detener la propagación del coronavirus, según ha informado el diario griego Kathimerini. El buque Oruç Reis y su escolta naval compuesta por una fragata y dos barcos de apoyo han navegado hasta 50 millas náuticas al sureste de Kastellorizo, una isla del Dodecaneso frente a la costa suroeste de Anatolia, ha destacado este periódico. Grecia teme que este barco turco provoque un incidente internacional, por lo que ha decidido seguir de cerca los movimientos del mismo.
Esta región del Mediterráneo ha sido un foco de tensiones desde hace siglos. Por un lado, es la puerta hacia el Mar Rojo a través de Egipto y, por otra, la entrada hacia Europa. El descubrimiento de grandes depósitos de gas por parte de Israel, Egipto y Líbano en 2009 ha tenido el poder de tensar aún más las relaciones diplomáticas entre Turquía y otros países de la región, como Grecia o Chipre. En 2018, la petrolera italiana Eni envió una embarcación a la región que fue bloqueada por Turquía. El intercambio de declaraciones y amenazas por esta razón ha sido una constante durante los últimos años. En estos momentos en los que el mundo está intentando hacer frente a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, Turquía no se ha quedado de brazos cruzados y ha seguido moviendo sus fichas en el Mediterráneo.

El periódico Kathimerini también informa de que Grecia está vigilando su frontera con Turquía, tras el percance diplomático provocado a principios de este mes por la decisión de Erdogan de abrir fronteras. Apenas dos días más tarde, el 1 de marzo, Grecia decidió suspender el acceso durante 30 días a aquellos solicitantes de asilo que hubieran cruzado la frontera de manera irregular. Desde entonces, más de 35.000 migrantes se han congregado en la frontera turco-griega. Aquellas personas que han logrado cruzar la frontera han sido detenidas, despojadas de sus pertenencias y trasladadas de nuevo a Turquía, según han informado varios informes.
Atenas considera que Ankara está utilizando a los refugiados como un arma política para chantajear a la Unión Europea. En un artículo publicado en el diario griego Kathimerini se desvela que Turquía está buscando apoyo político para ganar su ofensiva en Idlib, Siria. “En base a la información obtenida tras la reciente teleconferencia de Erdogan con la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro británico, Boris Johnson, Ankara está buscando apoyo político en el norte de Siria, pero también asistencia en una serie de asuntos de refugiados”, advierte el periódico. Mientras tanto Grecia considera que la constante llegada de migrantes y solicitantes de asilo a Evros, bajo los auspicios de las autoridades turcas, no es más que el comienzo de una guerra híbrida contra los derechos soberanos griegos.

La tensión entre ambas naciones ha llegado hasta tal limite que tanto Atenas como Ankara han empezado a utilizar drones para monitorear la situación en la frontera. “No sería una exageración afirmar que una guerra de drones está teniendo lugar en Evros en los últimos días, ya que ambas partes estamos intentando reunir la mayor cantidad de información posible en las orillas del río”, explica el artículo mencionado previamente.
Mientras tanto, el relator especial sobre derechos humanos de los migrantes de Naciones Unidas, Felipe González Morales, ha instado a Grecia a tomar “medidas inmediatas” para poner fin a la violencia contra los migrantes y los solicitantes de asilo en la frontera entre ambos países. González ha lamentado tener que ver informes sobre agresiones y violencia contra estas personas por parte de los agentes de seguridad griegos. Desde el lado turco la respuesta es similar. Las autoridades turcas atacan con gases lacrimógenos algunas zonas de la frontera para supuestamente “proteger” a los migrantes y refugiados de la violencia policial de Grecia.
González Morales también ha expresado su preocupación por el aumento de la hostilidad y la violencia contra los trabajadores humanitarios, los defensores de los Derechos Humanos y los periodistas que trabajan en la zona fronteriza y en el Mar Egeo griego. “Grecia tiene la responsabilidad de garantizar que los migrantes y quienes los asisten estén protegidos de las amenazas y los ataques. Las autoridades deben condenar con prontitud esta situación y garantizar la rendición de cuentas por esos actos”, ha asegurado en un comunicado de prensa.

“Grecia debe revocar inmediatamente su decisión sobre la suspensión de la solicitud de asilo, que no tiene fundamento jurídico en el derecho internacional de los derechos humanos. El derecho a la evaluación individual es la piedra angular de los derechos humanos y la protección de los refugiados. No puede ser puesto en espera”, ha destacado González. “Este hecho podría provocar que inevitablemente estas personas sean trasladadas a situaciones en las que pueden correr el riesgo de morir, sufrir torturas, malos tratos, persecución u otros daños irreparables”, ha lamentado.
Ante esta situación, el relator especial sobre derechos humanos de los migrantes de Naciones Unidas ha decidido ponerse en contacto con el Gobierno griego para mostrar su preocupación por la situación de los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados en la frontera entre Turquía y Grecia. Asimismo, ha expresado su inquietud sobre este asunto a las instituciones pertinentes de la Unión Europea y al Gobierno de Turquía.
Erdogan decidió abrir las fronteras argumentando que la Unión Europea no había cumplido su promesa de asistir a los 3,6 millones de refugiados sirios que acoge. El mandatario turco explicó que había tomado esta decisión porque Turquía ya no podía hacer frente al gran número de migrantes que llegan al país huyendo de la guerra de Siria. Erdogan es consciente de que Europa no está preparada para hacer frente a la crisis del coronavirus y a una llegada masiva de migrantes al mismo tiempo. Por esta razón, el presidente de Turquía está utilizando como arma política sin ningún tiempo de remordimiento a las miles y miles de personas que simplemente buscan un futuro mejor.