El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha anunciado este fin de semana que el próximo 5 de marzo se celebrará una cumbre sobre Siria, en la que participarán Rusia, Francia y Alemania. La noticia llega en un momento en el que las tensiones en el país, fundamentalmente en la región de Idlib -uno de los dos últimos bastiones rebeldes, junto con Alepo- se han recrudecido durante las últimas semanas con consecuencias imprevisibles. Los enfrentamientos entre el Ejército Árabe sirio, apoyado por Moscú, y las tropas y milicias leales a Ankara han dejado víctimas mortales en ambos bandos. De hecho, este sábado se ha conocido que 16 soldados turcos han perecido en la contienda como resultado de los ataques sirio-rusos, los cuales generalmente se han producido como represalias a las ofensivas de Turquía.
Erdogan, a pesar de estar perdiendo posiciones en territorio sirio -pues el Ejército liderado por Bachar al-Asad sigue recuperando áreas en el norte del país, sobre todo, en Alepo, de manos de los rebeldes- se niega a perder su influencia y continúa reforzando su presencia. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés), ha desvelado este domingo que casi 65 vehículos militares turcos, que transportaban soldados y equipos de combate, se dirigen hacia Jabal al-Zawiya, al sur de Idlib. En total, la organización con sede en Londres estima que desde el 2 de febrero hasta la fecha, “el número de camiones y vehículos militares turcos que llegaron a la zona aumentó a más de 2.765, mientras que se desplegaron unos 7.600 soldados turcos”.
Turquía también ha solicitado el apoyo de Estados Unidos, al que le ha pedido el envío de sistemas de defensa aérea Patriot para instalarlos en su frontera sur. El gigante norteamericano todavía no ha respondido, pero se espera que siga manteniendo una posición neutral en la contienda debido a su conflicto de intereses, pues ha apoyado tradicionalmente a las milicias kurdo-sirias, enemigas del Gobierno de Erdogan.
Mientras tanto, Rusia sigue acusando a Turquía de violar el acuerdo de Sochi de 2018, por el que se estableció una zona desmilitarizada en Idlib de entre 10 y 12 kilómetros, la retirada de armas pesadas y la erradicación de las células de insurgentes. Para vigilar el cumplimiento del tratado, se crearon puestos de observación controlados tanto por Ankara como por Moscú, que, en las últimas semanas, están siendo blanco de los ataques respectivamente.
La situación se torna más compleja, si cabe, al tener en cuenta que el Ejército sirio continúa avanzando hacia la liberación del país. Este fin de semana, Al-Asad ha dado la orden de lanzar una nueva ofensiva al sur de Idlib, con el objetivo, según exponen los medios locales, de recuperar la autopista internacional M4, que, a través del nudo de Saraqeb está conectada con la M5 -recorre todo el país entre Alepo y Damasco y acaba de volver a entrar en funcionamiento, por primera vez en 8 años, tras los avances de las tropas gubernamentales- y permite abrir el tráfico a la fortaleza costera de Latakia y su puerto.
Por eso, la reunión del próximo 5 de marzo puede ser crucial para decidir el futuro del país. Este viernes, Erdogan telefoneó al presidente francés, Emmanuel Macron, y a la canciller alemana, Ángela Merkel, para preparar la cumbre. Durante la conversación, el presidente turco reiteró que “la agresión del régimen de Al-Asad y sus partidarios debía ser detenida”.
El ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, declaró un día antes que “enfrentarse con Rusia no era nuestra intención ni nuestro objetivo”, sino que lo esencial era que “el régimen cumpla con el alto el fuego, cese su ataque y no cometa masacres” para evitar la huida masiva de civiles. De acuerdo con el SOHR, más de 900.000 civiles se han visto obligados a abandonar sus hogares de Idlib en los últimos dos meses. En total, 2,8 millones de personas en el noroeste de Siria requieren asistencia humanitaria, según datos de la ONU.
Por su parte, los líderes europeos abogaron por “el fin inmediato de los combates y el acceso humanitario sin restricciones a las personas necesitadas”. Cabe recordar, en este punto, que los cuatro líderes ya se reunieron en el mes de octubre de 2018, tan solo un mes después de la entrada en vigor del acuerdo de Sochi.