África, llamada a la compasión

Miryan Wodnik. Psicóloga Clínica y de Empresa: Asesoramiento y Mejora de Relaciones
Relato de un verano enriquecedor en un orfanato de Dakar (Senegal)
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Pie de foto: Miriam Wodnik juega con unos niños en el orfanato La Pouponniere.
Emilie y Antoinne, vestidas en sus sencillos uniformes rosas y con el pelo recogido en un pañuelo de estampado africano, resaltando la belleza de sus esbeltos cuellos, entran en la sala grande del segundo piso. Las dos cantan recitando con sus potentes voces...un sencillo poema infantil; una voz actúa como líder, y el resto de las voces adultas le van contestando alternativamente, mientras ellas acompañan los ritmos con danzas tribales.
Los bebés se giran hacia ellas con sus cuerpecitos o si aun no saben moverse, tan “sólo” las miran y las escuchan con atención plena. ¡Empieza el rato de juego, de estimulación, de aprendizaje! En esta luminosa habitación, multifunción, sobre las colchonetas cuarenta bebesotes, comparten espacio, compañía y reciben el amor y la atención de la “madre” que no pudo ser.
Estamos en la Pouponniere, una casa de acogida, dirigida desde 1955 por las Misioneras Franciscanas, situada en un barrio Dakar. Este orfanato se encarga de los cuidados de los bebes durante su primer año de vida. En el primer piso se encuentran los niños de 4 a 12 meses y en el segundo los de de 0 a 4 meses. En cada planta hay cinco cuartos, cada uno con espacio para ocho cunas aproximadamente, separados por tabiques de un metro y poco, por lo que todas las habitaciones están comunicadas por un largo y amplio pasillo coloreado por dibujos y juguetes. Cuando el niño cumple el año, su familia viene a recogerlo o es dado en adopción, y enseguida entra otro bebé a ocupar su cunita...
Mamadou, tiene cuatro meses, llegó prematuro y como todos los demás chiquitines salió adelante fuerte y sano. Pero hoy no comparte colchoneta con sus amigos, tiene un párpado inflamado y no tiene fuerza para descubrir el mundo de sensaciones, sonidos, tacto y movimientos que colorea toda la sala. Dormidito, al igual que los bebés de menos de un mes, que rodean en sus sillitas el espacio de juego, participa así entre sueños también de este rato estimulante y lúdico.
Emilie y Antoinne son dos de las cuarenta jóvenes mujeres senegalesas en formación, que cuidan, nutren, lavan y miman, a los ochenta y seis afortunadísimos bebés de la Pouponniere. Mientras ellos disfrutan en la sala grande, ellas limpian las cunitas con sus mosquiteras, friegan suelos, habitaciones, cargan su ropa recién lavada en grandes barreños redondos que portan encima de sus cabezas y estilizados cuellos, tienden su ropita y sus muchos pañales de tela entre risas, cuentos y cantos. Paradójicamente ellas son la imagen de la elegancia, la coquetería, la alegría de vivir. Ellas al igual que los bebés manifiestan con sencillez la fortaleza de la supervivencia, son esencia de esperanza.
Tomando como modelo a Sor Justina, la hermana franciscana que dirige el centro, estas jóvenes y las seis monitoras, que se formaron aquí, les dan a los bebés los cuidados necesarios para que ellos evolucionen sanamente. En esta escuela de la vida, aprenden a ir más allá de sus orígenes. La mayoría de ellas viene de entornos socio económicos muy humildes y junto con las Hermanas, las monitoras y lo/as voluntario/as tejen un hogar donde estos niños reciben milagrosamente lo que sus familias no pueden darles, bien porque la madre muere en el parto, porque la familia no tiene recursos para ocuparse de ellos o porque son abandonados en la calle. El orden, la humildad, la presencia, las ganas de mejorarse y el amor describen cada gesto, cada mirada, cada palabra de esta gran mujer. Sor Justina, una santa en vida, que con más de 75 años vive por y para querer a estos niños, para que desarrollen un gusto por la vida, y ESTO lo hace de forma comprometida y entregada 24 horas al día, siete días a la semana.
Tal vez resaltaría el momento biberón como el más mágico de esta divina combinación de virtudes que impregna el sentir y hacer de la Pouponniere. En la misma sala grande se retiran y guardan los juguetes, las colchonetas, se friega el suelo y en pocos minutos, se forma un medio círculo de sillas presidido por un “gran carro de bebidas”. Este está compuesto por dos estanterías forradas con tiernos dibujos infantiles, y sobre ellas los biberones bañados en agua caliente para que no pierdan su temperatura, esperan a sus “entregados amantes”. Pronto todas las sillas son ocupadas por un bebé amamantado por un biberón, cuidadosamente preparado, entregado con amor por una persona que solo desea su completa absorción y nutrición.
Los intensos lloros de hambre se transforman en silencio, música divina hecha de succión, confianza, ternura y amor. Porque aunque no es leche materna, todos los bebés sin excepción ponen la carita tierna, y a nosotros/as se nos abre el corazón. La compasión, la empatía, la dulzura presiden ahora la sala. Hay quien baña de besines a su bebé, hay quien le arrulla, abraza, quien le acaricia con su mirada o también a quien se le suben los amores a los talones...como aquellos dos militares, que a mí me parecen tan entrañables. Vienen los sábados al biberón de las doce y mientras dan el biberón además de susurrarles lindas cositas, se ponen tan cuidadosos que se ponen de puntillas, aunque están sentados, vaya.
Es un regalo para el alma compartir este rato de comunidad donde confiamos con discreta elegancia y sencillez que ahí se está dando todo, y que lo que no hubo también está bien y se está sanando; el dar y el recibir están en plena armonía. Reina un clima de aceptación y entrega.
Mamadou toma su biberón con un ojo cerrado y el otro casi, sin protestar, es un bebé de temperamento sereno y plácido. También se duerme con facilidad....con su propio peluche, su trapito y su cunita en su habitación, con sus siete compañeros de cuarto. Pero después de la siesta el aspecto de su ojo es peor...Le ponen la pomada antibiótica...Se cala todo de pis y, en seguida como es costumbre con todos los bebés de esta casa, se le cambia de ropita: siempre limpia, siempre de su talla siempre guapísimo, ¡él y todos! Llora y le tengo en mis brazos paseando pasillo arriba y abajo hasta que se tranquiliza. Prefiero no llevarle envuelto en mi espalda a la manera senegalesa, pues no le veo la carita.
Torpeza de mi mente, apegada a la idea de dar un mejor servicio si le atiendo solo a él....cuando estas mujeres, mientras que pasean en su espalda a un recién nacido le dan simultáneamente su medicina a otros diez bebés...
Volvemos a la sala grande, dormidín le llevo a su silluca en vez de al suelo, pegada a él le vigilo para evitar que la molestia le lleve a retirarse él mismo la crema. Durante la noche duerme tranquilamente y mucho y frente a todo pronóstico y deseo, a la mañana siguiente su párpado aun se dilata más: una franja blanca se abre paso en paralelo a la línea de la pestaña superior...la monitora y Sor Justina prefieren evitar el hospital...yo pongo mi intención y atención en confiar y darle más mimos, cuidado...y después del biberón me dicen que: “¡Vamos a hacerle una cura!”
Esto traducido al idioma de aquí es mucha desinfección de su piel y esterilización de todos los instrumentos a utilizar, tres pinchacines con aguja normal que se hacía enorme en su diminuto párpado, en su diminuta carita...Deseando que con la delicada e intensa presión aplicada, el pus brote como fuente... abandonando este cuerpecito...yo le canto una nana. Mientras Sor Justina le pide perdón y le explica que esto le hará mucho bien y Madame Louis, una mujer senegalesa con más de tres de décadas de experiencia en la Pouponniere, “operan” con infinitas dosis de delicadeza, ternura y amor...Yo pido que la paz, el respeto y la dignidad que irradian estas dos mujeres entre en el cuerpecito de Mamadou y le sanen completamente.
Y así, con sus cuidados, con los de las mujeres y los juegos, lloros, risas de sus amiguitos, ajenos a su mal estar, es como Mamadou en menos de una semana vuelve a brindarnos su mejor sonrisa y a compartir colchoneta con sus amigos.
Al día siguiente, entre las cunas en la habitación contigua a Mamadou hay dos cunitas nuevas, son chiquitinas chiquitinas...dos gemelos prematuros....el que más pesa: 1,6 kg...sobrecogedor....
“Los trillizos también pesaron muy poquito eran diminutos...y mira como están”, me dice Sor Justina....
Mi gratitud por lo vivido es infinita y también mi indignación por esa herida que yo al igual que tantos porto y que me perdono un día tras otro: me perdono por lo que dejo de hacer, de mirar y por aquello con lo que no me comprometo. Y es que una animal mamífera madre, no solo se desvive por sus cachorros, sino que acude inmediatamente a ayudar a su hermana cuando los de ella están en peligro...Mientras que yo como mamífera y madre humana miro hacia otro lado cuando ¡al día mueren 17000 niños y muchas de sus madres durante el parto!
Ni puedo ni quiero evitar que se me llenen los ojos de lágrimas de admiración cuando recuerdo y comparto con vosotros el hacer, sentir, el ser que lo impregna allí en la Pouponniere: un amor comprometido con la vida, un amor dulce reflexivo y amable que nos conduce a ser personas completas: a saber, a hacer y a ser.
Ficha del viaje a La Pouponnière
Los más necesitados “nos necesitan constantemente”.
Siempre que queráis podréis contar con: La Asociación Amigos de La Pouponnière MEDINA-DAKAR
Web: http://www.dakarpouponniere.com o bien a través del Tel. (221) 33 821 58 20 o la siguiente cuenta bancaria:
Bankia CCC: 2038 1034 91 6000750381
IBAN: ES95 2038 1034 9160 0075 0381
BIC: CAHMESMMXXX
Se puede ver la maravillosa labor que hacen en diferentes medios de comunicación subidos en su página web, así como coordinar un voluntariado con la Madre Sor Justina.
La Pouponniére tiene su sede en Dakar, la capital de Senegal, una república semipresidencialista, situada en la península de Cabo Verde, en la costa atlántica de África con poco más de un millón de habitantes, de habla francesa y wolof. Con un interesante atractivo turístico: playas, mercados, safaris, festivales y la isla de Gore, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En el continente Africano, Senegal es un gran receptor de ayuda internacional y goza de cierta estabilidad institucional, por lo que su economía se encuentra en situación de cierta expansión. El clima es de tipo tropical con una estación caliente y otra húmeda y temperaturas promedio de 27 º.
Para viajar a Dakar Iberia tiene un vuelo directo desde Madrid. Es posible alojarse en un hostal dentro de la finca protegida con vigilante jurado en las instalaciones que gestiona el propio orfanato. Una habitación sencilla o doble en La Popounniére por unos 15 euros por persona y noche.
Otras opciones: Hoteles internacionales de varias categorías.
Y para completar esta información el consulado de España en Dakar: cog.dakar@maec.es, Tel. +221 338492999
Si deseas ayudar por favor HAZLO. Los bebés de la Pouponniére “nos necesitan constantemente”.