El racismo se viste de negro en Marruecos

Por Amina Adib
Foto: Cartel de la campaña antirracista que se impulsó el pasado mes de marzo en Marruecos.
¿Es Marruecos un país racista? “Si lo es, y mucho. Nos han educado para que despreciemos a los judíos, y algunos canallas manipulan el conflicto palestino-israelí para atacar a los judíos. Despreciamos a los negros porque los consideramos una raza inferior, y los inmigrantes africanos que viven en Marruecos son tratados como animales. El trato que dan países europeos como España, Francia o Alemania a los inmigrantes africanos, aunque no sea maravilloso, es bastante más digno que el que damos los marroquíes a los negros que malviven en nuestro país”. Quien así se expresa para Atalayar se llama Omar y es miembro de la Asociación de Lucha contra la Inmigración Clandestina en Marruecos (ALECMA). Fuentes del colectivo marroquí GADEM, que combate el racismo y ayuda a los inmigrantes que viven en el país norteafricano, aseguran a Atalayar que “ser negro, pobre e indocumentado en Marruecos es peor que ser un perro callejero. La Policía marroquí es brutal con los africanos. Les detiene, les maltrata y, a veces, hasta les roba el poco dinero que tienen. Las autoridades no asumen su responsabilidad, pero lo que es peor es que una parte importante de la población es profundamente racista. Algunos marroquíes creen que ser musulmán es ser superior a los demás, y ven a los negros como una subraza”. Las opiniones de los colectivos ALECMA y GADEM pueden parecer exageradas, pero no lo son, según el sociólogo Larbi Ben Malek. A juicio de este experto, “los marroquíes tienen complejo de inferioridad respecto a los europeos, pero se consideran superiores a los negros africanos e incluso a los negros de la propia población de nuestro país. Para muchos marroquíes de la calle, el negro es un ser inferior que sólo puede traer desgracias, miseria y enfermedades”. “El racismo se viste de negro en Marruecos”, afirma el sociólogo.
Campaña antirracista
El pasado mes de marzo, un grupo de marroquíes de diversos sectores lanzó una campaña contra el racismo y la discriminación para tratar de frenar la marginación en la que vive gran parte de la población subsahariana. La campaña, organizada por el colectivo GADEM, que dirige Hicham Rachidi, duró tres meses. El eslogan de la primera campaña nacional contra el racismo, ‘Yo no me llamo negro’, en francés y árabe, tuvo un impacto positivo en el país y, según Hicham Rachidi, hizo que “mucha gente reflexionara sobre lo que está ocurriendo con los inmigrantes subsaharianos”. En Marruecos, la palabra ‘azzi’ (negro) es casi habitual entre los marroquíes cuando se refieren a los inmigrantes subsaharianos o incluso a los marroquíes negros. Dicha denominación es considerada casi como un insulto. Muchos colectivos pro derechos humanos, artistas, deportistas, periodistas, escritores, dramaturgos y personalidades marroquíes dieron su apoyo a la campaña. “Los marroquíes dicen que no son racistas, pero no es verdad. Cuando un marroquí llama negro a un africano subsahariano es como los españoles cuando para referirse a los marroquíes dicen los moros”, recalca Hicham Rachidi, que también forma parte del colectivo ‘Papeles para todos’ que lucha por la regularización de inmigrantes irregulares.
El crimen de Tánger
Desgraciadamente, el racismo es una enfermedad social provocada por el miedo a la diferencia y alimentada por la incultura y la estupidez y, a veces, el odio ideológico. Y Marruecos no escapa a esta triste realidad. Tánger demostró hace unos días que la bestia racista sigue viva. Un marroquí degolló a Charles Ndour, un joven senegalés de 26 años en Bukhalef, un barrio pobre de la periferia de Tánger. Hace nueve meses ya murió otro subsahariano en el extrarradio de Tánger. La última víctima pagó las consecuencias de una serie enfrentamientos entre jóvenes subsaharianos y marroquíes en Bukhalef. Los disturbios fueron especialmente violentos en la barriada de Al Irfane, y varios niños y mujeres subsaharianos fueron agredidos por grupos de marroquíes racistas. En los últimos enfrentamientos, unas 13 personas resultaron heridas. Según fuentes policiales, los asesinos del ciudadano senegalés actuaron como los yihadistas del Estado Islámico (EI). Tras el crimen, los subsaharianos se manifestaron por las calles de Al Irfane y se negaron a entregar el cuerpo de la víctima a los agentes del Ministerio de Sanidad para que lo trasladaran a la morgue. Finalmente tuvieron que ceder y la Policía se hizo cargo del cuerpo y lo trasladó a la morgue del Hospital Mohamed V de Tánger. Nueve personas fueron detenidas a raíz de estos disturbios y la Policía abrió una investigación para determinar las causas del crimen de Bukhalef. Según medios marroquíes, 33 subsaharianos fueron detenidos por las fuerzas del orden durante una manifestación no autorizada en el citado barrio tangerino y acusados de “disturbios del orden público”.
Acusan a los subsaharianos
“La causa de estos incidentes tiene una relación estrecha con la difícil cohabitación y el modo de vida de estos inmigrantes clandestinos que se comportan a su manera. Ocupan ilegalmente pisos nuevos y vacíos de propietarios que se encuentran fuera de Tánger o en el extranjero”, cuenta Mohamed Sadik, un habitante del barrio. “Los enfrentamientos son cada vez más frecuentes porque estos inmigrantes han transformado los pisos donde viven en lugares de venta de alcohol, prostitución y tráfico de estupefacientes”, afirma un comerciante de Bukhalef. El colectivo GADEM rechaza las “generalizaciones injustas” y el sociólogo Larbi Ben Malek destaca: “Los racistas marroquíes se comportan de la misma forma y utilizan el mismo lenguaje que los racistas españoles y europeos cuando surgen conflictos en barrios pobres de algunas ciudades con inmigrantes marroquíes. Automáticamente, les acusan a todos de ser traficantes de drogas y delincuentes”. Así las cosas, el fiscal del Tribunal de Apelación de Tánger confirmó que la Policía detuvo a varios ciudadanos marroquíes por su presunta implicación en el asesinato de Charles Ndour.