“Es criminal pretender que Marruecos sea el policía malo de Europa con la inmigración”

Por Amina Adib

Foto: Algunas voces críticas en Marruecos aseguran que este país desempeña el papel de “policía” de Europa con la inmigración irregular.

En los últimos días, centenares de inmigrantes africanos han intentado llegar a distintos puntos de las costas españolas o cruzar las vallas que separan Ceuta y Melilla de Marruecos. Sólo unos pocos lo han conseguido. Las autoridades españolas acusaron veladamente a las marroquíes de pasividad frente a la avalancha de subsaharianos. El ministro marroquí del Interior, Mohamed Hasad, reconoció la existencia de “disfunciones” por parte de Marruecos respecto a la llegada masiva de inmigrantes subsaharianos a territorio español, y prometió que los errores “serán corregidos muy rápido”. Marruecos, por su posición geográfica y su vinculación a la Unión Europea (UE), sobre todo a  Francia y España, está muy comprometido en la lucha contra la inmigración irregular. Recibe dinero y ayuda técnica de la UE para desempeñar esta función. Su papel de vigilante de las fronteras de Marruecos con la UE es la condición que pone Bruselas para ayudar desde el punto de vista económico y político al vecino sureño de España. Quizá Marruecos no haya tenido otra alternativa que desempeñar la función de gendarme de la Europa rica pero en crisis en el norte de África. Sus autoridades aceptan plenamente este papel, pero algunos sectores de la sociedad marroquí no están de acuerdo. “Es criminal y absurdo pretender que Marruecos sea el policía malo de Europa con la inmigración del África subsahariana. Y, además, es una política poco inteligente, porque resuelve los problemas a corto plazo, pero no resuelve las causas de la inmigración irregular”, explica a Atalayar Ahmed Bensaid,  miembro de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). “Europa tiene que entender que para acabar con la inmigración africana, que tantos dramas humanos provoca, la única solución es una política de cooperación económica, social y política con los países afectados. Todo lo demás no sirve para nada. Todo lo demás es gastare dinero tontamente y no solucionar nada”, asegura el investigador marroquí en migraciones Abdelkrim Belgenduz.

“La vía policial está agotada”
Abdelkrim Belgenduz lleva muchos años investigando la problemática de las migraciones de los países del hemisferio sur hacia el mundo desarrollado. Según dice a Atalayar, “la vía policial está agotada. España e Italia, en el Mediterráneo occidental, son los dos países de la UE más afectados por la cuestión de la inmigración subsahariana, pero es un problema de toda Europa. Y es un problema que sólo se podrá resolver con dinero y con medios, con justicia social y desarrollo económico y con medidas políticas inteligentes, y no con parches”. Agrega Belgenduz: “Poner más policías en Ceuta y en Melilla no soluciona el problema. Los policías no son el problema, pero tampoco son la solución a la miseria y las guerras que empujan a muchas personas a emigrar de forma irregular”. La ONG de Larache (norte de Marruecos) ‘Pateras por la Vida’, que lleva años combatiendo las mafias de la inmigración clandestina y denunciando la falta de sensibilidad de las autoridades marroquíes sobre esta cuestión, comparte la posición del experto. Y afirma que “con voluntad política, una nueva redistribución de la riqueza mundial y una verdadera cooperación económica, se acabaría con el subdesarrollo de África, que es la causa de la inmigración”. Ahmed Bensaid insiste en la idea de que “a Marruecos le ha tocado la parte más fea en este asunto. Europa, y España en particular, presiona a su socio marroquí, que es un país pobre y, además, genera mucha emigración, para que sea el gendarme represivo de Bruselas”. A su juicio, “si cumple bien con su papel de policía represivo, Europa felicita a Marruecos. Pero cuando no hace bien su trabajo, como ha ocurrido estos días, Europa presiona a Marruecos y le recuerda que si quiere dinero y apoyo político, tendrá que seguir siendo el policía malo y el guardián de los intereses económicos y geopolíticos de la UE en el norte de África”.