El modelo de integración política europea se encamina al fracaso en la acogida de refugiados sirios

Irene Infante Ríos

El éxodo de miles de personas hacia Europa a raíz de la guerra en Siria, que se dilata ya cinco años, y las diferentes respuestas a esta dramática realidad por parte de Canadá y Europa articularon el debate organizado por la revista esglobal con la colaboración de la Embajada de Canadá y la Fundación Canadá bajo el título “Refugiados: ¿El fracaso del proyecto europeo? Miradas cruzadas desde Europa, España y Canadá”.

Con diversos argumentos en sus intervenciones, Fannie Lafontaine, profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Laval (Quebec), Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política perteneciente al Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia y Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, permitieron vislumbrar la casi antagónica forma de enfrentar esta situación por parte del continente europeo y Canadá.

La visión y actuación de Canadá frente al drama de los refugiados

Según ha explicado Lafontaine, la situación geográfica de Canadá comporta una serie de ventajas con respecto a la gestión de las solicitudes de asilo y refugio sirias, ya que este país “puede elegir” a quiénes se les permite el paso y a quiénes se le deniega. El gobierno canadiense ha estipulado una serie de condiciones para la acogida de los refugiados, entre las que destacan la obligatoriedad de su nacionalidad siria y la pertenencia a lo que se denomina “refugiados vulnerables”, que engloba a familias “completas”, mujeres y personas perseguidas por su orientación sexual.

En este país se han debatido también los beneficios que la acogida de refugiados trae consigo, entre ellas la contribución al desarrollo del Estado, con lo que se observa la llegada de refugiados a Canadá como una oportunidad y no como una carga, un interesante punto de vista que no ha sido integrado en la Unión Europea al discurso político.

Al mismo tiempo, el nuevo gobierno liberal canadiense incorporó en el discurso electoral presidencial del pasado año el debate sobre el asilo a los refugiados, especialmente a raíz de la fotografía del niño sirio Aylan Kurdi, cuestión sensible para Canadá, ya que la familia del pequeño había solicitado asilo en este país, y se le había negado ese derecho. A día de hoy, Canadá ha realizado los trámites de acogida de 22.000 refugiados, una cifra muy superior en proporción a la manejada por Europa.

La gestión de los refugiados en Europa en el punto de mira

De diferente forma se ha abordado esta cuestión por parte de la Unión Europea, hasta el punto de que se podría cuestionar si ha existido realmente una respuesta por parte de la UE a este drama humanitario. La gestión de la crisis siria y de los miles de refugiados que llegan al continente europeo huyendo de la guerra ha sido duramente criticada por Ruth Ferrero y Javier de Lucas. Las aportaciones de estos dos académicos han girado principalmente en torno a la crisis de Europa en sí misma, pues “esto no es una crisis de refugiados, porque los refugiados siempre están en crisis. La crisis es del nervio de la Unión Europea”, en palabras del catedrático de la Universidad de Valencia.  

El fallo en torno a los mecanismos de derecho de la propia UE, el cierre de fronteras, los campos de refugiados, los trenes abarrotados llegando a Europa y las alambradas conectan épocas oscuras del pasado reciente europeo. La falta de voluntad política, en parte derivada del fracaso de la puesta en marcha de una agenda exterior común, se traduce en un incremento de la vulnerabilidad de los refugiados, que cuando llegan a Europa no pueden disponer de las adecuadas medidas de cobertura y protección. Y es que, en palabras de Javier de Lucas, esta dramática situación implica “un deber –no sólo moral –, sino jurídico con los refugiados y los solicitantes de asilo”.