Visite la exposición "Semillas del nuevo Marruecos" ahora desde cualquier parte


Si no tuvo la oportunidad de poder visitar la exposición Semillas del nuevo Marruecos en la sede de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, entre los meses de abril y mayo de 2013, ahora puede realizar una espléndida visita virtual en 360º.

La muestra, de la que ya dio fe ATALAYAR, es un viaje a la cotidianidad de un grupo de universitarios que representan una generación de marroquíes marcada, de formas diferentes, por ambos lados del estrecho. Todos ellos son muy jóvenes. Ninguno tiene más de 20 años. Todos ellos son marroquíes que han dejado a su familia en su país de origen para realizar sus estudios universitarios en el sur de España. Todos ellos están disfrutando de los privilegios y las diversiones, pero también se enfrentan a las nuevas responsabilidades, a una vida independiente. Comparten algo más: todos quieren volver a Marruecos. Una generación que todavía es una semilla, pero que está decidida a crecer junto al país que los ha visto nacer.

Los perfiles de la muestra:

Alae Bennani
Alae recuerda con cariño los partidos de baloncesto que jugaba con sus amigos del instituto. Esos momentos son ahora memorias lejanas. Desde que se mudó a Málaga para estudiar Márketing e Investigación de Mercados, sus días se llenan con libros y clases.

Su plan es terminar la carrera y quedarse otro par de años en el país para ganar experiencia en un sector que, en Marruecos, no está muy desarrollado. Alae sabe que la ampliación de los puertos en la zona de Tánger supone una oportunidad de crecimiento para su país natal y espera que también sean su oportunidad para tener un negocio propio y próspero. Está decidido, y sus amigos del equipo pueden esperar un poco más.

Pese a la nostalgia, está contento con su decisión. Ha notado algunas diferencias culturales con los españoles pero también reconoce que él pertenece a una clase particular de jóvenes marroquíes: “Los que venimos aquí somos más modernos, y en Marruecos todavía hay cosas que no encajan con nosotros. Aunque vivíamos en Marruecos, ya teníamos una mentalidad europea“.

Driss Abdelkader
Si algo ha demostrado Driss en estos dos años que lleva estudiando Gestión de Logística y Transporte en Jerez de la Frontera, es que es un estudiante aplicado. Eligió este lugar, tan lejos de Tánger, su ciudad natal, por una razón sencilla: ninguno de sus amigos lo había escogido. Pensó que estar solo era la mejor manera de concentrarse exclusivamente en su formación. Y su estrategia le está dando buenos resultados.

Se alegra de haber tomado esa decisión. Además, en una ciudad pequeña, dice, la convivencia con la gente local es muy buena. “Aquí no tienen una idea tan mala de los marroquíes como sí hay en otras partes de España y del mundo.”


Lo que más echa de menos de su tierra natal son las conversaciones con su padre. Y con su hermano, “el mejor amigo que uno pueda tener”.


Driss está a punto de empezar sus prácticas en Algeciras. Sigue su plan, riguroso. El paso siguiente será completar los estudios con una maestría en Francia. Y después, el regreso: volverá a Tánger, a trabajar en los nuevos puertos que se están construyendo.

Hamza Mouedden
Lejos de su familia, Hamza ha empezado a hacerse más responsable de sus cosas. Y reconoce que lo que más le ha costado es enfrentarse a las tareas del hogar. Es uno de los problemas que acarrea la independencia que ha ganado desde que se mudó a Málaga para estudiar Administración y Dirección de Empresas. Pero también disfruta de los privilegios de su nueva situación.

Como muchos otros jóvenes de su edad, Hamza suele pasear por los centros comerciales con sus amigos y jugar hasta tarde a la Play Station en su cuarto de estudiante. También le gusta cuidarse. Nunca falta al gimnasio y en su cuarto suele tener ropa nueva y una buena variedad de colonias y productos para el pelo.

Eso sí: aunque disfruta de su vida de estudiante, Hamza no pierde su norte. Estará en Málaga hasta que termine la carrera e inmediatamente volverá a Tanger, su ciudad natal, para tomar su lugar en la empresa de su padre. Está convencido de que hoy día Marruecos ofrece muchas más posibilidades que España para prosperar.

Chaimae Abahaj
A Chaimae le gusta Granada, la ciudad donde estudia. El parecido con su tierra ayuda, pero igual echa de menos estar en casa, no sentirse extranjera. Y tantas otras cosas: el cariño de los marroquíes, la familia, la playa, el cuscús de los viernes (ese del que tanto se había quejado) y la medina de Tánger, su lugar favorito en el mundo.

A pesar de todo, se concentra en lo que quiere. Su madre, una tangerina que se casó con un saharaui, le inculcó la idea de que en la vida y en el trabajo hay que aspirar a no tener jefe, a ser dueña del propio futuro. Y en eso está Chaimae.

Tiene 19 años y estudia Ingeniería de Edificación, una carrera antes conocida como Arquitectura Técnica. En cuanto acabe, se pondrá con un máster en Interiorismo. La idea es conjugar sus dos pasiones: la ciencia y el arte. Luego de eso quiere volver a Tánger: “Voy a ponerme mi traje, mis tacones, y a montar mi propia empresa”.

“Hay gente que prefiere no volver. Yo creo que mi país necesita gente preparada como yo. Sólo si regresamos podremos arreglar lo que no nos gusta de ahí, y hacer que nuestro país crezca en todos los ámbitos. Si cada uno de nosotros aporta lo mejor de sí mismo, nos irá mejor a todos.”