Benkirane saca pecho en Marruecos por su balance económico y oculta su debilidad política

Por Rachid Elalamy
Foto: El primer ministro de Marruecos, Abdelilah Benkirane, oculta la debilidad política de su Gobierno con los buenos datos macroeconómicos.
 
El primer ministro de Marruecos, el islamista Abdelilah Benkirane, compareció esta semana en el Parlamento para hacer un balance de su mandato, como exige la Constitución aprobada en referéndum en 2011 en un contexto de protestas sociales y políticas en muchos países árabes. Benkirane, que además de ser inteligente es un político astuto, populista y demagogo, hizo un balance optimista de su mandato y se refugió en los buenos datos macroeconómicos de Marruecos para no tener que abordar seriamente un problema  espinoso: la debilidad política del complicado Gobierno que dirige (islamistas del PJD, berberistas conservadores del MP, centristas de RNI, neocomunistas del PPS e independientes), y la parálisis de las reformas. Benkirane dibujó un panorama casi idílico de Marruecos, un país en desarrollo económico y político, alejado de las turbulencias que provocó la Primavera Árabe, y un pueblo unido en torno al rey Mohamed VI. Es cierto que Marruecos no se vio tan afectado por la Primavera Árabe como otros países de su entorno, en gran medida porque su estructura social y política es distinta, pero también porque Mohamed VI se adelantó a los acontecimientos e impulsó una nueva Constitución que da más poder al ejecutivo y al legislativo y limita las prerrogativas del monarca. En otoño de 2011 los islamistas del PJD ganaron las elecciones legislativas y Benkirane fue nombrado primer ministro en enero de 2012. Marruecos sorteó bien la crisis política y social y el soberano alauí, que no es bien visto por algunos sectores del islamismo político, la minúscula extrema izquierda y grupos del Majzén ( el aparato del Estado) hostiles a los cambios y nostálgicos de Hasan II, se consolidó en el poder. Benkirane, que en una primera etapa gobernó con los nacionalistas del Partido Istiqlal (PI), que ahora están en la oposición, no  cumplió muchas de sus promesas políticas y sociales, y el pueblo marroquí no es ahora más próspero. Tampoco han disminuido significativamente las desigualdades sociales, y la pobreza y la corrupción siguen siendo graves problemas, el 40% de la población es analfabeta y buena parte de la juventud no tiene un presente mínimamente seguro. El Gobierno no inició reformas significativas en materia de justicia, seguridad, libertades públicas, bienestar social, pensiones y educación. En resumidas cuentas, los islamistas y sus aliados circunstanciales gobiernan como otras fuerzas políticas de derecha e izquierda  hicieron en el pasado, muchas reformas democráticas están aparcadas y buena parte de la sociedad, desencantada. 
 
Visión idílica
Abdelilah Benkirane debió comparecer a mitad de mandato, como estable el artículo 101 de la nueva Carta Magna. El plazo se cumplió hace unos meses. Finalmente, el jefe del Gobierno, de 60 años, compareció antes los diputados y habló durante más de dos horas. Benkirane aseguró que el país, gracias a su gestión, consiguió sortear las dificultades económicas y políticas, hacer frente a la amenaza terrorista y consolidar el proceso de transición democrática. El primer ministro y líder del PJD no quiso hablar demasiado  de corrupción y del despotismo de los poderosos y se decantó por ensalzar su política económica: reducción del déficit público del 7,2% del PIB en 2012 al 5,4% en 2013 y reforma del Fondo de Compensación, un organismo estatal que subvenciona productos básicos como la harina, el azúcar y la gasolina y es un freno al descontento social, pero un gasto enorme para el erario público. El Ejecutivo gastó para esta partida 35 millones de dirhams (unos 3,4 millones de euros) en 2014 frente a los 53 millones (5,1 millones de euros) el año anterior. Como la situación marcroeconómica va mejor, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no descarta retomar una línea de crédito especial para el país magrebí. El paro oficial está por debajo del 10%, pero Benkirane no se refirió seriamente al subempleo que sufren millones de marroquíes, al trabajo de los menores, que está muy extendido en las zonas rurales, y a que las estadísticas no reflejan algunos de los graves problemas sociales que aquejan a este país de 34 millones de habitantes. Benkirane se alegró de que durante su mandato se crearon 68.000 puestos de trabajo en el anquilosado e ineficiente sector público. 
 
La sombra del pasado
Abdelilah Benkirane también se refirió a las buenas relaciones que mantiene con el rey Mohamed VI, y dijo del monarca que “ha desempeñado un papel determinante para la preservación del modelo democrático marroquí y su proceso de reformas”. Oficialmente, la colaboración y cooperación entre el monarca y el jefe del Gobierno es buena, pero en Marruecos casi todo el mundo sabe que Mohamed VI no se fía de los islamistas y no siente demasiado cariño por Benkirane y su partido. No es una casualidad que el fundador del Partido de la Autenticidad y Modernidad (PAM), que es rabiosamente contrario al islamismo, sea Fuad Ali El-Himma, amigo íntimo y consejero del monarca. Benkirane prometió que trabajará de común acuerdo con el ministro del Interior, Mohamed Hassad, a favor de una reforma electoral que garantice la transparencia y la limpieza  de las votaciones. La oposición no se lo cree, y nacionalistas del PI y socialistas de la USFP amenazaron con boicotear los comicios municipales de 2015. La sombra de Driss Basri, ministro del Interior y brazo derecho del rey Hasan II que manipulaba las elecciones, es alargada. La Constitución de 2011 prevé 26 nuevas leyes fundamentales para el futuro del país. Benkirane admitió que su Ejecutivo sólo puso en marcha seis leyes orgánicas y otras cuatro están a punto de ser debatida por el legislativo. Un balance más bien pobre, pero Benkirane no lo quiso ver así y consideró que Marruecos va viento en popa. ¡Qué tiempos aquellos en  los que los islamistas en la oposición prometían el paraíso en la tierra y una gobernanza honrada y eficaz! El contexto sociopolítico tampoco ayuda mucho. Gran parte de la población está alejada de la clase política y las instituciones, no cree en sus promesas y no acude masivamente a votar. Los vientos huracanados que representó el opositor Movimiento 20 de Febrero (20-F) se transformaron en ligera brisa y algunos de sus promotores están en prisión o en el exilio. Los periodistas más críticos no lo tienen fácil con la Justicia y los movimientos sociales que han surgido como hongos en los últimos años, encuentran muchas dificultades en el camino. A pesar de tantos problemas, Marruecos avanza, se desarrolla y se moderniza, pero quizá no tanto como cree y dice Benkirane. 
 
Denuncia de Amnistía Internacional
Por otra parte, Amnistía Internacional (AI) pidió al nuevo Rey de España, Felipe VI, a través de una carta que aborde durante su visita oficial a Marruecos, los días 14 y 15 de julio, la situación de los derechos humanos en este país. AI exige que se esclarezca la situación del periodista Ali Anuzla, que fue detenido el pasado mes de septiembre por haber colgado en el periódico digital ‘Lakome.com’ un vídeo del grupo terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). La ONG también pide explicaciones a Rabat sobre la condena a 15 años de prisión de un ciudadano belga-americano de origen marroquí, Ali Arras, que, según la ONG, fue torturado por la Policía. AI estima en su carta que “Marruecos aparece como un buen alumno en materia de respeto a los derechos humanos, a pesar de que no hace esfuerzos en este dominio”. AI también recuerda al Rey de España “el uso excesivo de la violencia contra las manifestaciones, la práctica de la tortura en detenciones, el encarcelamiento sistemático de periodistas que critican la monarquía y la restricción de la libertad de expresión en el Sáhara occidental”.