COP25: Los negociadores dejan los deberes para el año que viene

Finaliza en Madrid la Cumbre del Clima de Naciones Unidas sin compromisos claros ni medidas tangibles a la vista. Con un día y medio de retraso sobre el plazo previsto, el foro internacional ha concluido con la firma de un documento calificado por negociadores y ecologistas como “decepcionante”. El documento final no modifica ningún punto del artículo 6 del Acuerdo de París, referente a los derechos de compraventa de emisiones, y no se han obtenido compromisos de los países más contaminantes para fijar estándares más ambiciosos de reducción de gases.
Esa tarea queda para el año que viene. La declaración emitida por la organización “anima” a los países a “aprovechar la oportunidad de 2020” para establecer metas más exigentes. Se emplaza a los Estados, de este modo, a que presenten el próximo año nuevas propuestas de mayor calado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, se urge a los más territorios más ricos a facilitar ayudas económicas para que los menos favorecidos tengan más posibilidades de consolidar modelos de crecimiento que sean sostenibles.
Sin embargo, lo estipulado en el documento elaborado a lo largo de las dos semanas no es de ningún modo vinculante; solo 84 países se han comprometido a preparar planes más profundos para la cumbre del año que viene, y entre ellos no se encuentran aquellos que más contaminan. Tampoco se resuelve el tema de los mercados de carbono, que permite a los países más desarrollados comprar derecho de emisión a aquellos que están en fase de crecimiento.
La sensación general es que la declaración aplaza el trabajo a la COP26, que está previsto que se celebre en la ciudad escocesa de Glasgow el año que viene por estas fechas. Este pesimismo es generalizado a nivel institucional. El secretario general de Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, ha afirmado que el resultado del foro lo ha decepcionado.
Los resultados del encuentro, o más bien la ausencia de ellos, eran, de todos modos, más o menos previsibles. La presidenta de la COP25, la ministra de Medio Ambiente de Chile Carolina Schmidt, ha reconocido que ha habido grandes dificultades para sacar adelante la agenda debido a la incapacidad de los diferentes Estados para establecer consensos sólidos. Por una parte, un bloque encabezado por la Unión Europea se ha mostrado partidario de elevar el listón; por otra, el bloque de China, Rusia e India, al que se han sumado economías del sur global, ha empujado en sentido contrario y ha instado a los países más ricos a asumir la mayoría de los esfuerzos.

“Quiero hacer un llamado fuerte y claro al mundo para fortalecer la voluntad política y acelerar la acción climática a la velocidad que el mundo necesita. Las nuevas generaciones esperan más de nosotros”, ha sentenciado Schmidt en el discurso de cierre del foro. Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica en funciones, ha puesto una nota de esperanza. Ha valorado que la COP25 impulsará la ambición de los países de cara al año que viene, pero ha matizado: “El resultado es agridulce”. Durante la ronda de negociaciones, en la que Ribera ha jugado un papel destacado, la ministra española ha hecho bandera del lema "más acción, más rápida, más profunda".
En todo caso, por mucho que esa ambición se incremente, es bastante improbable que llegue a acercarse a los niveles que demanda la situación de emergencia climática actual. El propio informe publicado en la mañana del domingo pone negro sobre blanco que existe una brecha entre los esfuerzos actuales y los esfuerzos necesarios. El IPCC (Panel Internacional contra el Cambio Climático), además de otros colectivos científicos y ecologistas, han advertido en repetidas ocasiones de que es necesario multiplicar por cinco los esfuerzos para reducir las emisiones de gases contaminantes. Al menos, si se quiere cumplir con los objetivos fijados en el Acuerdo de París, que fija en 1,5º el límite deseable del incremento de la temperatura con respecto a la época preindustrial.
Grupos en defensa del medio ambiente como Greenpeace y Ecologistas en Acción, que ya habían criticado profusamente los borradores publicados este sábado, tildan la declaración emitida por la COP25 de “simbólica”. Desde Greenpeace, cargan contra los Estados que han impedido un consenso más decidido: “Los bloqueadores climáticos se han llevado por delante las advertencias científicas y los gritos de la sociedad”. La directora internacional de la ONG, Jennifer Morgan, tacha de “inaceptable” el final de la cumbre: “Los gobiernos deben replantearse totalmente cómo han actuado”.