La Brújula Estratégica: hoja de ruta para la autonomía europea en defensa, energía y semiconductores

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.
La crisis económica, la pandemia y la guerra de Ucrania han perjudicado el papel y la presencia internacional de la Unión Europea. Para recuperar su posición, esta necesita reforzarse en tres aspectos: defensa, energía y tecnología, ámbitos dominados por otras potencias mundiales como EE. UU., Rusia o China.
Las políticas públicas comunitarias que se desarrollen para dotar a la Unión de mayor autonomía deberán reforzar la coherencia de la toma de decisiones, la rapidez de respuesta ante imprevistos y su presencia en todo el mundo.
Introducción: un cambio de paradigma internacional
En los últimos años la Unión Europea ha tenido que hacer frente a numerosos retos que han puesto en jaque su posición en la escena internacional: la crisis económica, el Brexit, la pandemia del COVID-19, la retirada de Afganistán, la guerra de Ucrania… Por consiguiente, las instituciones europeas deben recuperar la presencia internacional perdida y asumir un papel propio, más definido que hasta ahora. La mejor forma de conseguirlo es extender los principios sobre los que se asienta la Brújula Estratégica1 al ámbito energético y tecnológico.
En el ámbito militar la Unión es dependiente de EE. UU., el mayor contribuyente de la OTAN y el principal suministrador de grandes programas de armamento; en el suministro de petróleo, gas natural y otros insumos secundarios como los fertilizantes o el uranio, de Rusia; en el ámbito tecnológico y por su relevancia en las cadenas de suministros, de China.
La Brújula Estratégica como hoja de ruta para la autonomía en la defensa de Europa
A través del entendimiento, los países europeos pueden definir las amenazas a su seguridad y su defensa como un objetivo conjunto. Así, el Tratado de Lisboa, en su artículo 44, dice: «El Consejo podrá encomendar la realización de una misión a un grupo de Estados miembros que lo deseen y que dispongan de las capacidades para tal misión».
Por su parte, la Brújula Estratégica recoge tres novedades importantes respecto a documentos anteriores:
- Integra multitud de propuestas (es muy precisa, directamente aplicable y comprende más de sesenta acciones).
- Incluye una hoja de ruta concreta, con plazos de ejecución y para medir su progreso específicos.
Fue elaborada y adoptada por unanimidad por los veintisiete ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa y respaldada por los veintisiete jefes de Estado y de Gobierno.
La Brújula Estratégica, adoptada por el Consejo en junio de 2020, contempla cuatro ejes principales de la seguridad y la defensa europeas: actuar, proteger, invertir y asociarse.
El objetivo del primer eje, actuar, es que los Estados miembros aúnen esfuerzos y respondan ante cualquier situación. Para ello, se crean nuevas capacidades que les permiten movilizar «módulos interoperables» y tropas de hasta cinco mil soldados con rapidez. De esta manera, se establece una capacidad de despliegue rápido suficiente para realizar las misiones civiles y militares que se prevén en los tratados con vistas al desarrollo de una verdadera Política Común de Seguridad y Defensa.
Para afrontar con éxito los retos que se plantean en las próximas décadas, la Unión Europea debe garantizar la seguridad a través del acceso a los dominios estratégicos (tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio) y la protección de los ciudadanos. Es necesario, por ende, que esta fortalezca sus capacidades de inteligencia y lucha contra las amenazas híbridas mejorando la previsión y la prevención de riesgos.
La autonomía comunitaria en materia de defensa pasa inexorablemente por invertir más y mejor en nuevas capacidades y tecnologías a través del pleno uso de la Cooperación Estructurada Permanente, la Agencia Europea de Defensa y el Fondo de Defensa, dotado de 8000 millones de euros para el periodo 2021-2027. Estos fondos, instrumentos y organismos que conforman la PESC (con sus compromisos vinculantes y sesenta proyectos de colaboración) se orientan a otorgar una mayor coherencia a las actuaciones y estrategias para hacer frente a las amenazas y los riesgos presentes y futuros de manera más eficaz.
Por último, en lo que respecta a asegurar las alianzas, el cuarto eje de la Brújula Estratégica establece que en el complejo contexto internacional actual, donde EE. UU. y China pugnan por convertirse en la potencia hegemónica mundial, se vuelve imprescindible implantar nuevas formas de cooperación en materia militar con otros países, especialmente con aquellos más cercanos a nuestras fronteras, ya pertenezcan a la Unión Africana, la OSCE o la ASEAN. No obstante, el documento hace especial referencia a las naciones que comparten intereses comunes y valores con la UE, como EE. UU., Noruega, Canadá y el Reino Unido.
La Brújula Estratégica se ha convertido así en la hoja de ruta que marcará los pasos de la Unión en materia de defensa durante los próximos diez años2, sentando las bases para el desarrollo de su autonomía estratégica y para mitigar la dependencia de otros países en la configuración de este ámbito. Con el propósito de que los Estados miembros conserven su nivel de vida y salvaguarden sus economías, es necesario analizar los procedimientos para establecer objetivos propios a medio y largo plazo en otros dos ámbitos clave: el energético y el tecnológico.
La imperiosa necesidad de obtener nuevos y mayores recursos energéticos
La Unión Europea consume una quinta parte de la energía mundial y es el tercer mayor importador tras China y EE. UU. Las reservas energéticas de la UE son escasas y, al no ser capaz de satisfacer de forma óptima la demanda, los cambios inesperados en el suministro la convierten en un actor muy vulnerable y dependiente. Esta situación se ha agudizado tras la invasión de Ucrania, que ha provocado una reducción de las importaciones de gas ruso (estas suponían el 45 por ciento del gas natural que compran los países europeos).
En consecuencia, las instituciones, junto a los Estados miembros, deberán establecer un plan que asegure su soberanía energética, basado en los cuatro ejes que la Brújula Estratégica propone para la defensa.
En el ámbito energético, en el eje de la actuación, la Unión Europea ha conseguido reducir su dependencia de las importaciones de Rusia en menos de un año gracias a tres factores:
- Las altas temperaturas: El calor durante el otoño y el inicio del invierno permitió que los Estados miembros no utilizaran sus reservas de gas, por lo que actualmente estas son un 20 por ciento más altas que las del año pasado.
- La diversificación: En los últimos años se ha apostado con contundencia por las renovables para aumentar la producción energética interna. Asimismo, desde el inicio de la guerra, los acuerdos con proveedores alternativos a Rusia y la reducción de la demanda se han intensificado.
Tanto la UE como los Estados miembros han impuesto medidas para reducir el consumo energético, aunque las más extremas —como los planes de contingencia para enviar energía a los países más necesitados desde otros Estados miembros— no han tenido que aplicarse.
En cuanto al segundo eje, garantizar la seguridad, las instituciones y los Estados miembros deben tomar medidas para aumentar la protección de sus infraestructuras críticas de suministro, especialmente tras el sabotaje al gasoducto ruso-germano Nord Stream 2. La UE necesita preservar su seguridad energética a través de los gasoductos existentes y, a la par, cumplir con la obligación moral de que la disponibilidad ininterrumpida de energía sea a un precio asequible y sostenible para el medioambiente.
Para cumplir con los objetivos del tercer eje, la inversión, las autoridades comunitarias tienen previsto dedicar 584.000 millones de euros a la modernización de la red eléctrica hasta 2030: 400.000 se destinarían a mejorar la red de distribución y 170.000 a impulsar su digitalización. A través del programa REpowerEU3, la Comisión quiere lograr que en 2050 las energías renovables (especialmente la solar y la eólica) produzcan el 66 por ciento de la electricidad del sistema europeo.
En lo que respecta al establecimiento de alianzas, el cuarto eje, la Unión ha reparado en la necesidad de diversificar sus suministradores (la gran mayoría de los Estados miembros son importadores netos) y ha comenzado a estrechar lazos con distintos países exportadores de recursos energéticos, entre los cuales destacan Argelia, Azerbaiyán, Egipto, Venezuela o Catar. Como hemos apuntado, la UE consume una quinta parte de la energía mundial aunque sus reservas son escasas. Esta vulnerabilidad obliga a Bruselas y a los Estados miembros a tratar de aumentar su seguridad en un contexto geopolítico cada vez más complejo, limitado por la descarbonización, su repercusión en las actividades económicas o la competitividad y la transición energética4.
El futuro pasa por la independencia tecnológica
El último ámbito donde los Veintisiete pueden necesitar que su papel aumente es la industria de los semiconductores5, que incluye «toda la cadena de diseño, fabricación e instalación de circuitos integrados, a los que también llamamos chips o microchips», presentes en los procesadores de los dispositivos electrónicos inteligentes (ordenadores, teléfonos móviles, automóviles, televisiones, etcétera) y clave para la transformación digital impulsada por la inteligencia artificial (IA), las redes de telecomunicaciones 5G/6G o el internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
En el ámbito de la actuación, el Parlamento Europeo y el Consejo (las instituciones comunitarias que establecen la mayoría de la normativa europea a través del procedimiento legislativo ordinario) aprobaron la COM 2022/0032, también conocida como Ley Europea de Chips6. Sus objetivos son incrementar la producción de semiconductores en toda Europa, garantizar que la industria comunitaria disponga de las herramientas, competencias y capacidades tecnológicas necesarias para convertirse en líder en este ámbito y aumentar el valor en todos los eslabones de la cadena de producción de microchips avanzados (diseño, fabricación y embalaje).
Así, las instituciones europeas realizarán un seguimiento de la cadena de valor de los semiconductores y recopilarán información clave de las empresas para detectar posibles deficiencias y cuellos de botella en su suministro. En este sentido, la Comisión ha lanzado una recomendación7 —un instrumento legal que no es vinculante ni posee carácter legislativo— para poner en marcha un mecanismo de coordinación entre ella y los Veintisiete con el objetivo de elaborar una propuesta de mínimos y comenzar a debatir y adoptar las medidas oportunas en respuesta a la crisis de suministro de los semiconductores.
En cuanto a la seguridad, la Unión ha comenzado a implantar mejoras en las cadenas de suministro, la extracción de tierras raras y el desarrollo de patentes. La producción de los microprocesadores depende de una cadena de suministro extremadamente compleja e interdependiente en la que participan territorios de todo el mundo. Una gran empresa de semiconductores puede depender de hasta 16.000 proveedores altamente especializados situados en distintos países.
Para el tercer ámbito clave, la financiación, Bruselas ha establecido otros mecanismos de ayuda y coordinación además de la Ley Europea de Chips. El más relevante es el Fondo de Chips, mediante el que se facilitará que las empresas emergentes accedan a mayores recursos económicos para atraer inversiones e impulsar el I+D+i. Otro programa para impulsar la inversión de capital en semiconductores es InvestEU, entre cuyos objetivos figuran contribuir a la expansión de las pymes del sector en el mercado internacional o apoyar a la Comisión en la supervisión de la oferta y el cálculo de la demanda de semiconductores para evitar problemas de suministro.
En último lugar, las autoridades europeas son conscientes de que solo a través de la actuación conjunta se podrá reforzar el papel de esta industria en el continente y lograr que sus empresas sean capaces de fabricar el 20 por ciento de la producción mundial para 2030. Actualmente, solo tres empresas están capacitadas para fabricar semiconductores o microchips (de 3 nanómetros o menos) a nivel mundial: TSMC de Taiwán, Samsung de Corea del Sur e Intel de Estados Unidos. La distribución por países sitúa en primer lugar a Estados Unidos, ya que produce el 39 por ciento del valor añadido mundial de la industria de los semiconductores; ocupan los puestos sucesivos del ranking Corea del Sur (16 %), Japón (14 %), Taiwán (12 %), Europa (11 %) y China (6 %).
Aspectos susceptibles de mejora en las tres políticas
La Brújula Estratégica propone un camino operativo para que la UE alcance sus objetivos en el área de la seguridad y la defensa. Esta fórmula debería extenderse a otros ámbitos centrales de la geopolítica como la energía y los semiconductores, pero antes habría que solucionar algunos problemas.
En cuanto a la defensa comunitaria, para alcanzar una verdadera autonomía se han de tomar en consideración tres variables fundamentales: el cálculo político (las consecuencias electorales de aumentar la inversión en esta partida y reducir gastos sociales en los Estados miembros), la logística y la organización (la configuración de las FAS es distinta en cada país y habría que aclarar el papel de cada Estado en la defensa comunitaria) y, sobre todo, el coste económico.
Existen varias estimaciones del coste total del establecimiento de un ejército europeo. La mayoría sitúa la cifra por encima de los 800.000 millones de euros, la diferencia entre el presupuesto de la OTAN (un billón de dólares) y la inversión que los Veintisiete realizaron en 2019. No obstante, a la hora de calcular ese hipotético coste no se han tenido en cuenta otras inversiones indirectas, como el presupuesto de Defensa de la UE para 2021-2027 (13.000 millones de euros) o el dinero destinado a proyectos comunitarios en marcha de armamento y transporte.
Bruselas busca mejorar las políticas de defensa comunitarias desde una perspectiva industrial para acabar con las duplicidades y las ineficiencias que se producen cuando se piensa a nivel nacional. Así pues, se está diseñando un plan para potenciar el tejido productivo mediante la actuación conjunta, lo que permitirá aprovechar las ventajas de las economías de escala. La situación actual no hace factible ni viable desde el punto de vista económico, logístico o militar ejercer un hard power allí donde se necesite: Europa destina de media el 1,3 por ciento de su PIB a defensa, posee 17 carros de combate distintos, 29 modelos de destructores, 20 aviones caza y 178 sistemas de armamento; mientras tanto, EE. UU. destina casi el doble de presupuesto, posee 3 tipos de carros de combate, 4 de fragatas y 6 de aviones caza.
Esta desorganización se debe principalmente a que las empresas del sector piensan en clave nacional —la gran mayoría de los contratos públicos que obtienen, aproximadamente el 80 por ciento, se circunscriben a dicho ámbito territorial— y, en segundo lugar, a que estas se centran en vender sus modelos y prototipos a otros gobiernos. Para corregir la situación, la Comisión ha habilitado por primera vez ayudas específicas a las empresas a través del Fondo Europeo de Defensa (2021-2027): 8000 millones de euros serán destinados a proyectos de investigación colaborativa y a complementar la inversión de los gobiernos para el desarrollo de nuevas capacidades a nivel comunitario.
El aumento de las inversiones también se debe a la necesidad de incrementar la seguridad en sectores de la defensa tanto tradicionales (aéreo, marítimo y terrestre) como nuevos (cibernético, desinformación, espacial, etcétera). Además, para anticipar las futuras amenazas, hay que potenciar las capacidades de inteligencia y ampliar las herramientas dirigidas a contrarrestar los ataques híbridos o las injerencias extranjeras.
Asimismo, el empeño en ganar en autonomía estratégica está llevando a la Unión Europea a profundizar cada vez más en su política defensiva. Por primera vez en su historia, la UE se plantea organizar diversas maniobras militares a partir de este 2023 con vistas a potenciar su capacidad de actuar con contundencia en los puntos calientes de su área de influencia más cercana. Pese a ello, no es probable que la Unión Europea se haga cargo de su propia seguridad a corto plazo. No obstante, tras la invasión rusa de febrero de 2022 se han impulsado diversas iniciativas para conquistar este objetivo a medio plazo.
Tras la invasión de Ucrania, el Nord Stream 2 y su posterior sabotaje han sido uno de los principales factores a tener en cuenta en el ámbito de la energía dentro de la escena política internacional. Algunos países como EE. UU. o Polonia consideran el Nord Stream 2 un arma política del Kremlin: este gasoducto de 9500 millones de dólares representa la fuerte dependencia europea del gas ruso —ejemplificada por los casos de Alemania, Austria, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania y Eslovaquia— y la influencia de Moscú.
El miedo al colapso por la falta de gas durante el invierno pasado fue muy alto, pues Gazprom podría haber cerrado las tuberías por las que suministra el 40 por ciento del gas que se consume en la Unión. Por dicho motivo, se han buscado vías de suministro alternativas: aprovechar las capacidades de regasificación de España e Italia, incrementar el número de suministradores y ampliar la capacidad que estos pueden otorgar a la UE. Este análisis, sin embargo, no ha tenido en cuenta que en países como China o la India la demanda de energía ha comenzado a incrementarse tras el final de la pandemia, lo que dificulta encontrar nuevos socios. Así pues, algunos de los que la UE ha conseguido distan de ser países estables tanto económica como políticamente, lo que podría causar déficits o interrupciones graves en el suministro.
Espoleada por los problemas que el mercado energético ha experimentado desde febrero de 2022, la Comisión Europea ha decidido tratar de poner fin a la dependencia de los Estados miembros hacia los combustibles fósiles rusos. La decisión de transformar el sistema energético europeo está motivada por un doble motivo de urgencia: poner fin a la ingente factura que los contribuyentes europeos pagan a Rusia (casi 100.000 millones de euros al año) y hacer frente a la crisis climática, con lo que la transformación ecológica reforzará el crecimiento económico, la seguridad y la lucha contra el cambio climático en favor del conjunto de la Unión.
La consecución de los objetivos planteados mediante las políticas públicas expuestas requerirá de una inversión adicional de 210.000 millones de euros hasta 2027. Si se observa su repercusión a medio plazo, esta cifra ingente asegurará la independencia energética y la seguridad de la Unión a través de acciones promovidas por los sectores público y privado a nivel estatal y comunitario.
Por último, en lo que respecta a las tierras raras, clave para la fabricación de semiconductores, la República Popular China es su principal dueño y proveedor internacional. Pekín controla y exporta tres cuartas partes de las reservas mundiales de estos minerales estratégicos, fundamentales para la industria 4.0 y la transición ecológica a la que Occidente aspira. En cuanto a Europa, pueden contribuir a mejorar su capacidad de almacenaje de tierras raras el yacimiento recientemente descubierto en Suecia, la mayor reserva mineral conocida del continente, o los yacimientos ubicados en España e Italia8.
Contar con una adecuada industria de semiconductores repercutiría sobre la competitividad de las empresas europeas. Si estas no consiguen ser autosuficientes, podrían ser absorbidas por organizaciones de otros países, como ha ocurrido con la neerlandesa NXP o con la compañía alemana de robótica Kuka, adquiridas respectivamente por las empresas chinas JAC Capital y Midea9.
Si gran parte de la industria digital comunitaria puntera no es capaz de mantener el empujón competitivo y acaba en manos de otros países, esto podría convertirse en una losa para la independencia tecnológica de la UE. Para prevenir esta situación y conquistar la independencia tecnológica, las instituciones europeas han trabajado en nuevos programas y acciones en el ámbito de la investigación y la innovación en semiconductores como Horizonte Europa y Europa Digital10.
Conclusiones: la autonomía estratégica pasa por la cohesión europea
La verdadera autonomía estratégica europea solo se conseguirá partiendo de la base de una política exterior y de seguridad sólida, en la que los acuerdos se tomen por unanimidad y los Estados miembros sigan unas directrices conjuntas. El desarrollo de esta idea de autonomía estratégica reforzada es necesario para hacer frente a los numerosos retos geopolíticos que se avecinan.
Hacer frente a estas pruebas mediante una acción exterior comunitaria más cohesionada exige:
Aumentar la rapidez de la respuesta conjunta: Si algo evidencian la guerra y la salida de Afganistán en agosto de 2021 es que, sin el paraguas de EE. UU., los Estados miembros ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo para evacuar a su personal diplomático y de seguridad en un corto espacio de tiempo. Como el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común, Josep Borrell11, observó, los estadounidenses no iban a seguir librando «las guerras de los demás». La UE necesita tener capacidad de reacción rápida para responder a cualquier crisis.
Tener mayor presencia en el resto del mundo: El lanzamiento de la estrategia para el Indopacífico de la UE12 en septiembre de 2022 se vio opacado el AUKUS, una nueva coalición de países para proteger sus intereses en el Océano Pacífico ante la expansión de la influencia china13.
En las instituciones de la UE, tras lo ocurrido en febrero de 2022, se ha comenzado a admitir que se necesita algo más que poder blando para defender los intereses y valores europeos tanto dentro como fuera de nuestro territorio, y también para influir en un entorno cercano14.
A pesar de la guerra que empaña el contexto europeo, en los ámbitos de la energía y los semiconductores también se evidencia la necesidad de implementar cambios: la dependencia de China y Rusia se veía como algo positivo, pero las transformaciones geopolíticas recientes han provocado una enorme pérdida de competitividad por la falta de energía y chips, lo que ha puesto en peligro las economías y el estado de bienestar europeos. Para salvaguardarlos, Europa debe valerse por sí misma. Así pues, mientras no modifique sus prioridades presupuestarias incrementando las partidas asignadas a los tres ámbitos comentados, la Unión no se convertirá en un actor de peso en política exterior, con un nivel de influencia geopolítica a la altura de su economía.
José Ramón Corrochano Ponte*
Analista @Centro_Mando
Referencias:
1 COMISIÓN EUROPEA. Una Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa. Bruselas, 21 de marzo de 2022. Disponible en: https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7371-2022-INIT/es/pdf [consulta: 10/12/2022].
2 PONTIJAS CALDERÓN, José Luis. «The European Union Strategic Compass» (Documento de Análisis IEEE, 45/2021). Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2021/DIEEEA45_2021_JOSPON_Brujula_ENG.pdf [consulta: 10/2/2023].
3 COMISIÓN EUROPEA. «REPowerEU: plan para reducir rápidamente la dependencia con respecto a los combustibles fósiles rusos y avanzar con rapidez en la transición ecológica». Bruselas, 18 de mayo de 2022. Disponible en: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_22_3131 [consulta: 9/12/2022].
4 CONDE, Álvaro. «La (in)seguridad energética de la Unión Europea», El Orden Mundial. 25 de abril de 2021. Disponible en: https://elordenmundial.com/la-inseguridad-energetica-de-la-union-europea/ [consulta: 22/11/2022].
5 VILLAVERDE, Jesús Fernández. «La industria de los semiconductores y el futuro de la economía mundial (I)», El Confidencial. 4 de febrero de 2023. Disponible en: https://blogs.elconfidencial.com/economia/la-mano-visible/2023-02-04/industria-semiconductores-futuro- economia-mundial_3569404/ [consulta: 22/2/2023].
6 EUROPEAN COMMISSION. «Framework of measures for strengthening Europe’s semiconductor ecosystem (Chips Act)». Bruselas, 8 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/RegData/docs_autres_institutions/commission_europeenne/com/2022/00 46/COM_COM(2022)0046_EN.pdf [consulta: 20/11/2022].
7 COMISIÓN EUROPEA. «Recomendación (UE) 2022/210 de 8 de febrero de 2022 sobre un conjunto de instrumentos comunes de la Unión para hacer frente a la escasez de semiconductores». Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32022H0210&from=EN [consulta: 15/10/2022].
8 GHIRETTI, Francesca y MAULL, Hanns W. «La diversificación no basta para curar la dependencia económica europea de China», Política Exterior. 1 de febrero de 2023. Disponible en: https://www.politicaexterior.com/la-diversificacion-no-basta-para-curar-la-dependencia-economica- europea-de-china/ [consulta: 21/3/2023].
9 SENDAGORTA, Fidel. Estrategias de poder: China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad. Deusto, 2020.
10 CENTRO DE DOCUMENTACIÓN EUROPEA. «Ley Europea de Chips: plan de la Unión Europea para atajar la escasez de semiconductores». Universidad de Granada, 16 de febrero de 2023. Disponible en: https://cde.ugr.es/index.php/union-europea/noticias-ue/1541-ley-europea-de-chips-plan-de-la-union- europea-para-atajar-la-escasez-de-semiconductores [consulta: 5/4/2023].
11 ALARCÓN, Nacho. «Putin pincha el globo de la autonomía estratégica europea», El Confidencial. 5 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2022-02-05/autonomia- estrategica-ue-crisis-ucrania-relacion-con-eeuu_3367412/ [consulta: 4/3/2023].
12 EUROPEAN COMMISSION. «EU Strategy for cooperation in the Indo-Pacific». Febrero de 2022. Disponible en: https://www.eeas.europa.eu/sites/default/files/eu-indo-pacific_factsheet_2022-02_0.pdf 13 CEPS. «AUKUS and the Strategic Compass». 2 de diciembre de 2021. Disponible en: https://www.ceps.eu/aukus-and-the-strategic-compass/
14 ORDIZ, Emilio. «La guerra que obligó a la UE a repensarse», 20 Minutos. 22 de febrero de 2023. Disponible: https://www.20minutos.es/noticia/5100815/0/un-ano-guerra-ucrania-rusia-reaccion-ue- energia-politica-cambios/ [consulta: 8/4/2023].