La desesperación de Macron

Jamás había caído tan bajo la política exterior francesa que Macron pretende enderezar instrumentalizando el Parlamento Europeo para doblegar al Reino de Marruecos con la farsa de los Derechos Humanos. 

¿Por qué el presidente francés quiere incendiar el Magreb? 

Al tiempo que el Parlamento Europeo atacaba a Qatar y su Mundial de fútbol 2022 en defensa de los DDHH, la UE descubría lo que era vox pópuli, la corrupción de sus europarlamentarios. Una perversión que tiene sus orígenes en los lobbies que anidan esta institución y la rodean con lujosas oficinas en Bruselas. Son cerca de 3.000 estructuras de presión. Industrias farmacéuticas, agroalimentarias, tecnológicas, energéticas, etc., tienen secuestradas las voluntades de muchos representantes europeos. 

Por cierto, del "Qatargate" ya no tenemos noticias desde que Doha amenazara con interrumpir el suministro de gas a Europa. En realidad, este asunto, si existiera, no sería más que la punta de un iceberg llamado “Parlamentgate” con que esta institución intenta tapar sus propias vergüenzas. 

No es necesario hablar aquí de la farsa de los DDHH que la recalcitrante ultraizquierda europea utiliza, sectariamente, como argumento para atacar a Marruecos. Pero que nunca hace con tanta vehemencia con Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argelia y sus mercenarios polisarios. Tampoco lo hizo ante la discriminación racial contra sirios y africanos, recibidos con alambradas cortantes, mientras recibían exquisitamente a los refugiados ucranianos. Ni siquiera critica a Francia, como hizo encendidamente Giorgia Meloni, por controlar la moneda de 14 países africanos, quedándose con parte de sus riquezas. 

La necia conjura del Parlamento Europeo contra Marruecos fue simplemente una imprudencia de Macron, que empezaría con el spyware Pegasus y en la que una investigación promovida por la propia Comisión Europea señalaría que los principales clientes de este programa espía eran europeos. Sin embargo, no hubo ninguna resolución condenatoria en contra. Tampoco la hubo, en su momento, contra Estados Unidos y la NSA por las escuchas a la excanciller Angela Merkel y otros líderes europeos. 

En cambio, aprobó una resolución, instigada por Stéphane Séjourné, próximo a Macron, tan inútil como vejatoria contra Marruecos con el fin de dinamitar el “soft power” marroquí ante una comunidad internacional que, por otro lado, reconoce los grandes avances del país magrebí. Y, por si fuera poco, estos europarlamentarios, apoyados mayoritariamente por la ultraizquierda europea, decidieron expulsar a los representantes marroquíes ante esta institución. Pero no sin antes invitar a Sultana Khaya, la terrorista polisaria del “AK-47”. ¿Para cuándo una invitación a Hezbolá? 

Es bueno recordar que Marruecos está batiendo todos los récords en su desarrollo democrático, económico y social, además de militar, que le posiciona como líder indiscutible del Magreb sin necesidad de pedir permiso a nadie. Además, el país magrebí logró penetrar África con una estrategia política, económica e incluso religiosa, que asocia seguridad, estabilidad y codesarrollo, y es hoy un modelo a seguir por todo el continente. 

Un progreso que choca con el enfoque neocolonial de un Macron desahuciado de África, ninguneado por EEUU en el AUKUS (alianza militar Australia, Reino Unido, EEUU para el Indopacífico) e incapaz de liderar la UE. Su reciente gira por el continente africano, en medio de un sentimiento anti francés, fue todo un fracaso. De nada le ha servido su nueva Estrategia para África con miras a salvaguardar lo que queda de sus intereses y contrarrestar la influencia marroquí. De hecho, el rey Mohamed VI, en su corta gira africana, evitó coincidir con el presidente francés. 

El pulso “macroniano”, no de la UE, a Marruecos se explica por el cambio de paradigma del país magrebí de estrechar sus relaciones con países que apoyan la solución de Autonomía para el Sáhara marroquí. Evidentemente esto excluye a Francia. A ello se une la firma de los acuerdos Abraham y el abastecimiento del país con material bélico americano e israelí, además de lanzarse en la industria militar de vanguardia. 

Es más, la interesada reconciliación Francia-Argelia fue posible gracias a la convergencia del hambre de Argelia con las ganas de comer de Francia. Por un lado, Argelia está hambrienta de armamento al verse superada por Marruecos. Y asustada por el fiasco de los cazas rusos, de los que dispone en abundancia, le urgía comprar armas. Y, por otro, Francia está sedienta de vender sus aviones Rafales y submarinos tras la suspensión de sendos contratos por parte de Suiza y Australia. 

La actitud de Macron contrasta con aquella de la UE. Pues la cooperación euro-marroquí es fructífera e “in crescendo”. Considerada como la más estrecha y diversificada de la historia. La Fundación Mohamed VI para las inversiones será participada con fondos europeos. Recientemente se han firmado cinco programas de cooperación por un valor de 600 millones de euros. Y, a finales de este mes de marzo, se firmará un acuerdo, esta vez tripartito, en unión de Israel. 

También contrasta con la actitud cooperativa del Ejecutivo Biden y del Congreso norteamericano. Miembros del Gobierno, congresistas y senadores acuden frecuentemente a encuentros de trabajo con sus colegas marroquíes. Hace poco, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de los EEUU, Mark Milley, visitó el Reino acompañado de una nutrida delegación donde sellaría la alianza defensiva. Al tiempo, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, visitaba la Casa Blanca para concluir, con su homólogo Antony Blinken, la alianza Marruecos-EEUU. 

Marruecos ha mostrado sus múltiples capacidades que le han elevado a la categoría de socio estratégico de la UE y escudo de Occidente. Y así lo reconoce Biden tras confirmarse lo que el país magrebí venía alertando de que Irán proyectaba llevar la inestabilidad al Magreb y la inseguridad a Europa desde el Sahel, en colaboración con Argelia y sus mercenarios polisarios, Hezbolá y el grupo ruso Wagner. 

La irresponsable instrumentalización del Parlamento Europeo para una agenda particular de la fracasada política Exterior de Macron, en África y especialmente en el Magreb, constituye un precedente peligroso. Y en un momento de extrema complejidad de la geopolítica internacional. Así, mientras Europa avanza a pasos gigantescos hacia su Tercera Guerra Mundial, Macron intenta incendiar el Magreb como único recurso para recuperar el control del Magreb en un hipotético conflicto Marruecos-Argelia. 

Y esto es posible si tenemos en cuenta la tarada cúpula militar argelina que está dispuesta a convertir su fallido Estado en un nuevo Yemen, Siria o Libia antes de conceder a la sociedad un verdadero gobierno civil desmilitarizado y con proyecto de país. 

Macron, una vez apagado el fuego de un París que arde, se rendirá a un Marruecos que ya no contempla otro escenario que el reconocimiento explícito del Sáhara marroquí. 

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