Derrumbe de la izquierda boliviana

Concluyen con estrépito más de dos décadas de la izquierda en el poder de Bolivia

Lo hace a votos de una mayoría aplastante de la población, que ha repartido mayoritariamente sus sufragios entre un hispano-boliviano nacido en Santiago de Compostela en 1967, Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, y del expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, representante de Alianza Libre. Suman el 58 % de los votos emitidos en la primera vuelta, y serán los finalistas en la segunda de octubre.  

Los candidatos de la izquierda, tanto el oficialista y ministro del Interior Eduardo del Castillo (3%) como el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez (8,8%), apenas consiguieron conjuntamente uno de cada diez sufragios, reduciendo de paso al Movimiento al Socialismo (MAS) a una representación parlamentaria simbólica.  

Tan pronto se conocieron los primeros resultados avalados por la Comisión Electoral comenzaron los ajustes de cuentas en el seno de la izquierda, donde el expresidente Evo Morales acusa de “traidores” a todos los que han impedido que volviera a ser candidato, desde el presidente Luis Arce, a los candidatos ahora derrotados, pasando por los magistrados de la Corte Suprema, que dictaminaron que la Constitución impide más de dos mandatos presidenciales. Morales lo fue en cuatro ocasiones consecutivas y aspiraba a cambiar la ley fundamental para eternizarse en el poder, conforme a la línea de la izquierda del denominado Grupo de Puebla, en el que tienen una presencia y un papel más activo tanto el expresidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, como el actual, Pedro Sánchez, que también ostenta la presidencia de la Internacional Socialista, de la que no obstante se han desgajado antiguos partidos socialdemócratas, hoy reducidos a un recuerdo testimonial de su pasado esplendor.  

Evo Morales, que en estos comicios abogó por el voto nulo, reivindica a través de sus voceros su predominante influencia, arguyendo que un 19% de votos nulos le confieren en realidad el tercer puesto en la contabilidad electoral, invocando también que, caso entonces de haber sido él el candidato, habría vuelto a alzarse con un “indiscutible primer puesto”.  

Dejando, pues, de lado estas cábalas sobre lo que pudo ocurrir y no sucedió, la realidad es que las pasadas políticas de Morales han tenido mucho que ver en el derrumbamiento de la izquierda boliviana. Fue él quien aceleró el modelo económico basado en la extracción masiva y exportación de gas con el fin de reducir la pobreza del país del 60% al 36%. Al mismo tiempo, la masiva industrialización agrícola altero gravemente la deforestación y los equilibrios de la tierra y la población indígena. Los resultados han sido demoledores: la inflación interanual se ha disparado al 25%; las extracciones masivas de gas no han logrado revertir que los ingresos por sus exportaciones hayan descendido desde los 5.500 millones de dólares en 2014 a poco más de 1.600 millones; la falta de combustible, alimentos y medicinas se ha extendido por todos los rincones del país, que han visto recrudecerse las huelgas y los cortes masivos de carreteras y comunicaciones, azuzados en gran parte por el propio Morales.  

En consecuencia, hartos de estas carencias los bolivianos han creído a un candidato sorpresivo como Rodrigo Paz, al que las encuestan apenas acreditaban un 8% de los sufragios. Su proyecto político, subrayado en la noche electoral, se centra en “la reconciliación de la patria” e impulsar los maltrechos niveles de producción del país, todo ello mediante una liberalización de Bolivia que resume en el eslogan “Capitalismo para Todos”. Desecha un posible acuerdo con el FMI con objeto de “dar una oportunidad a los bolivianos a que diseñen su propio destino” y aspira a integrarse de nuevo en el grupo de naciones que no quieren asomarse al abismo cubano-bolivariano.  

Salvo que en la segunda vuelta se vea sobrepasado por el candidato de la centroderechista Alianza Libre, Jorge “Tuto” Quiroga, que ya fuera presidente en 2001-2002 completando el mandato que no pudo terminar Hugo Banzer, el gallego Rodrigo Paz será el próximo presidente. Pero, en el caso de que lo sea Quiroga, éste también quiere romper las alianzas con Cuba y Venezuela, y quizá acometer el plan de privatizaciones y de fomento de la libre empresa que no pudo realizar en su breve mandato de dos años, sucediendo a Banzer, y que no pudo entonces revalidar.   

En cualquier caso, estas elecciones bolivianas aceleran la tendencia a desalojar a la izquierda del poder en el continente iberoamericano, especialmente tras el triunfo de Milei en Argentina. Chile será la próxima gran cita electoral, donde Boric no ha cubierto las expectativas que despertó su triunfo.  Sin embargo, el bloque de la izquierda sigue contando con dos de las naciones más populosas del continente, México y Brasil, con la Colombia de Petro afianzando tal conglomerado.