
En ocasión del Día Árabe por la Inclusión Financiera, consideramos el lanzamiento en Marruecos de uno de los instrumentos que más ha hecho por promover tal inclusión en otros países en vías de desarrollo
El pasado 11 de marzo Orange Maroc lanzó su servicio de dinero móvil, Orange Money, en Marruecos. Seis meses antes la compañía Inwi había iniciado un servicio similar, Wana Money. El reino alauí ha llegado tarde al sector, que lleva más de una década funcionando en otros países africanos como Kenia o Costa de Marfil. Hoy en día hay más de mil millones de cuentas de dinero móvil en cerca de 200 países en todo el mundo, según la Asociación Internacional de Operadores Móviles GSMA.
El dinero móvil ha sido reconocido como un poderoso instrumento para combatir la exclusión financiera, que afecta a miles de millones de personas en los países en vías de desarrollo. En el mundo árabe son más de 400 millones, es decir, casi dos tercios de la población adulta, según un informe de la FIARI (Iniciativa por la Inclusión Financiera en la Región Árabe) publicado en 2019. Reconociendo la magnitud del problema, en 2016 el Consejo de los Gobernadores de los Bancos Centrales Árabes declaró el 27 de abril el Día Árabe por la Inclusión Financiera.
No es un asunto trivial. Los servicios financieros ayudan a planear para el futuro, puesto que el ahorro o el acceso al crédito permiten pagar por la educación, adquirir una vivienda o iniciar un negocio. Representan, además, capacidad de recuperación cuando se produce un evento inesperado como la pérdida del empleo, una enfermedad o muerte en la familia o una mala cosecha. Estas situaciones pueden forzar a los padres a sacar a sus hijos del colegio, por no poder cubrir esos gastos o necesitar su mano de obra como fuente de ingresos, perpetuando la pobreza entre generaciones.
Además, la falta de servicios financieros pone a los pobres a riesgo de otras maneras. Deben guardar el dinero “debajo del colchón", exponiéndose a perderlo en un robo, un incendio, etc. Y cuando se enfrentan a dificultades, se ven obligados recurrir a prestamistas usureros para cubrir sus necesidades inmediatas, entrando así en un ciclo de deuda del que puede ser extremadamente difícil salir.
Los motivos de exclusión son múltiples, empezando por la accesibilidad. Los bancos suelen concentrarse en los centros urbanos: según Bank al-Maghrib, en las zonas rurales, donde viven cuatro de cada 10 marroquíes, hay menos de un punto de acceso a servicios financieros para 12.000 adultos (diez veces menos que en las zonas urbanas). Además, el coste de esos servicios (saldos mínimos, tarifas de mantenimiento…) los pone fuera del alcance de los más desfavorecidos. Por otra parte, los productos financieros no están diseñados para satisfacer sus necesidades y no tienen en cuenta sus circunstancias, como por ejemplo ingresos irregulares.
Falta asimismo información entre los pobres, que desconocen los servicios a los podrían tener acceso y en ocasiones desconfían de las instituciones que los ofrecen. A ello ha venido a responder el establecimiento de la Fundación Marroquí para la Educación Financiera, creada en 2013 por iniciativa de Bank al-Maghrib en colaboración con diferentes instituciones públicas y privadas.
La exclusión financiera afecta más a las mujeres y a los jóvenes, debido a que es menos probable que tengan un empleo en la economía formal. En el reino alauí la brecha entre los géneros es particularmente flagrante: 17% de las mujeres adultas tienen una cuenta bancaria, frente a un 41% de los hombres. En esta situación las mujeres no pueden aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado, lo cual aumenta las desigualdades de género.
Queda por ver si el experimento del dinero móvil tiene éxito en Marruecos. Países como Nigeria, Sudáfrica o la India han visto iniciativas similares fracasar. En algunos casos, no alcanzaron la escala en número de clientes y variedad de servicios para llegar a un volumen de transacciones que las hiciese viables. En otros el fracaso se debió a factores como la falta de voluntad política o una ineficiente regulación del sector. Los casos más exitosos, como el de la keniana M-Pesa, fueron lanzados por operadores con una posición dominante y apoyo institucional.
La voluntad política parece estar presente en Marruecos. La nueva ley bancaria anunciada en febrero 2017 rompió el monopolio de los bancos sobre los modos de pago, haciendo posible el desarrollo del sector, y el dinero móvil aparece mencionado varias veces en la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera, un proyecto conjunto de Bank al-Maghrib y el Ministerio de Economía y Finanzas hecho público en abril 2019.
Por otra parte, las dos operadoras que han lanzado aplicaciones de dinero móvil se reparten algo más de la mitad de la cuota del mercado marroquí. Orange Maroc es la segunda compañía de telecomunicaciones en el país, con una cuota de mercado de algo más del 34%. Inwi, subsidiaria de la kuwaití Zain, es la tercera, con una cuota del 23%. El dinero móvil podría incluso reducir la predominancia del antiguo monopolio, Maroc Telecom.
En cuanto a los servicios propuestos, de momento tanto Orange Money como Wana Money ofrecen los básicos en este tipo de app: enviar y recibir dinero, recargar saldo, pagar facturas y realizar un depósito o retirar dinero de la cuenta móvil. Esto último abre la posibilidad de ahorrar; en efecto, los estudios del uso de dinero móvil muestran que, aunque las transacciones de dinero suelen ser el uso principal de la app, un porcentaje elevado de los clientes la utilizan también para ahorrar.
En otros países las compañías de telecomunicaciones han establecido alianzas con instituciones financieras, o estas han lanzado su propia aplicación de dinero móvil, lo cual ha permitido ampliar la gama de servicios. Estos incluyen, por ejemplo, utilizar los cajeros automáticos u obtener interés en los ahorros acumulados. Algunas incluso ofrecen créditos sin aval, sin gastos de gestión y con respuesta inmediata; un algoritmo analiza el registro del cliente para evaluar su solvencia y personalizar el precio del crédito.
No cabe duda de que el dinero móvil puede cambiar vidas. Un estudio publicado en la revista Science en 2016 atribuye a M-Pesa el haber sacado de la pobreza a más de 194.000 hogares kenianos y de inducir a más de 185.000 mujeres a dedicarse a los negocios o al comercio minorista como su ocupación principal, en lugar de la agricultura. Se puede esperar que también contribuya a liberar el potencial económico de los marroquíes.