El mahalla uzbeko: una institución necesaria

Antonio Alonso. Profesor de la  Universidad CEU San Pablo

Solemos mirar el resto del mundo con nuestros propios ojos. Eso es evidente y hasta normal. Pero parece también necesario hacer un ejercicio ulterior: intentar entender cómo funciona esa otra parte del mundo que no se llama Occidente para sacar provecho de las pocas o muchas lecciones que podamos extraer de él. Es realmente interesante descubrir en otras civilizaciones instituciones que durante siglos han servido al propósito de la buena gobernabilidad –gobernanza lo llaman ahora—, la estabilidad social o incluso la prosperidad económica. Es el caso del mahalla uzbeko, una especie de consejo de “ancianos” que centraliza la vida del barrio (eso significa mahalla en uzbeko).

Sin lugar a dudas, es todo un invento. Se trata de un cuerpo de autogobierno de la sociedad civil que gestiona los asuntos más directos del barrio, independientemente de la acción del gobierno municipal (hokimyat). En Uzbekistán hay más de 10.000 consejos de barrio y sus miembros son elegidos directamente por los propios ciudadanos para mandatos de dos años y medio. Cada aksakal –presidente del consejo— y sus consejeros debe tener un contacto regular con la población a la que sirve y mantener reuniones periódicas con ellos para conocer de primera mano sus intereses e inquietudes, así como para ver cómo se están implementando algunas políticas de especial interés para el país.

El marco jurídico en el que se encuentra esta institución es solvente pues está contemplada en el artículo 38 de la Constitución, en el que se reconoce el derecho de los ciudadanos a gobernarse a sí mismos, sea directamente o a través de representantes. Además, la Ley sobre los organismos de autogobierno de los ciudadanos (de 1999, aunque modificada en 2013) regula más específicamente esta institución.

Su labor es esencial sobre todo en la acción educativa; no en el sentido de la instrucción de conocimientos sino, especialmente, a la hora de velar por el mantenimiento de unos valores morales y espirituales que vertebran el país. En los últimos años se ha puesto en marcha el mecanismo de interacción “familia-mahalla-centro escolar” que está orientado a detectar todas las carencias o cuestiones que pueden afectar negativamente al proceso de aprendizaje de los alumnos, o si se quiere, por el contrario, ver qué se puede hacer para optimizar los recursos existentes y para mejorar el aprovechamiento de la educación por parte del alumno. Todavía en este ámbito, hay que señalar que el mahalla también juega un papel importante a la hora de evitar la radicalización de la juventud; recordemos que Uzbekistán comparte porosas fronteras con Tayikistán y Afganistán, además de estar relativamente próximo a Irán y Pakistán.

El Gobierno uzbeko es consciente de la importancia de esta institución y por eso la apoya, tal y como se recoge en un documento de referencia para el avance democrático del país, el “de acuerdo con el "Concepto de continua profundización de las reformas democráticas y la formación de la sociedad civil". Los avances que se realizan en este campo se pueden ver a través de un canal de TV llamado precisamente “Mahalla”, donde se puede ver cómo se implementan los programas gubernamentales en los barrios.

En Uzbekistán existe la costumbre de dedicar un año a un tema de especial preocupación actual. Por ejemplo, el año pasado se dedicó a la atención de las personas mayores y este año al cuidado de las madres y sus hijos. De nuevo, el mahalla es una institución clave para que esos esfuerzos gubernamentales lleguen capilarmente a todos los rincones del país.

El mahalla se involucra cada vez más en la promoción de buenos modelos vida. Un ejemplo de esto es el papel que la propia Ley sobre cultura física y deporte (2015) le confiere a esta institución, animándole a promover hábitos de vida saludables. También fomenta las buenas relaciones familiares e intergeneracionales al promover concursos en los que pueden participar juntos todos los miembros de la familia.

Pero el mahalla también es muy útil en la vida económica de un lugar concreto pues ayuda a hacer coincidir las necesidades laborales de la población residente allí con las posibles inversiones que entes públicos o privados pueden realizar en la zona. De esta manera, lo más inteligente, si se quiere invertir en Uzbekistán, es utilizar este canal de la sociedad civil para conseguir la mano de obra más cualificada para la misión que se quiere acometer.

Por último, en el apartado económico, el mahalla también orienta y promueve la creación de nuevos espacios urbanísticos que busquen un equilibrio entre funcionalidad y calidad de vida, combinando edificios de viviendas con centros comerciales y parques.

En definitiva, esta institución puede ayudar al desarrollo del país y Uzbekistán ha sido capaz de adaptarla a las necesidades actuales de manera que pueda responder a los desafíos y retos del siglo XXI.