
Cuando el mismo discurso sigue rodando en medio de la nada, con una argumentación, aparte de cutre y falsa, obsoleta, el resultado será siempre el mismo: engañar con falsas esperanzas y mantener, apenas, la llama ardiendo en medio del fracaso más contundente. Y por diana gentíos arropados con banderas, muchas banderas, enarboladas y vestidas por personas extraviadas en el pasado, sin presente ni futuro. Solo pululan sedientos, convertidos en un vocerío de personas, dóciles, acostumbradas a repetir los mismos eslóganes vacíos, hueros, que se sabe que nunca serán cumplidos, y no llevan a ninguna parte.
Allí en la Hamada, territorio argelino, todo sigue igual. Aunque se celebren miles de congresos, como el congreso maratón actual del Polisario, los mismos procedimientos seguirán vigentes. Se objetiva y prima mantener en su sitio de siempre el cabezal de una organización anquilosada por el tiempo y las injusticias. Esa dirección de ancianos de tercera edad seguirá mientras vivan. (Y si mueren seguramente sus hijos heredarán su proyecto). No habrá cambios. Seguirán siendo los mismos aun en detrimento de una población desnutrida y desatendida, y a pesar de sus crimines bárbaros, en contra de los propios saharauis, de las violaciones de mujeres, de los raptos, torturas etc... Nadie puede pedirles cuentas por la barbarie ocurrida allí, por el robo de la ayuda humanitaria, ni siquiera por los abusos y por el tiempo transcurrido en vano.
En la república de las cuarenta carpas, se repiten los mismos gestos, las mismas palabras anacrónicas, con los brazos en alto, de “patria o muerte”, una multitud ruge con gritos arrancados por fuerza, convertidos en voces afónicas, que apenas nadie oye. Son siempre los mismos semblantes, esforzadas en disimular su esforzada amabilidad cara a las adversidades, y, a modo de gustar, sobre todo, a los “solidarios” españoles, que están gozando de degustar su afán exótico, en medio de las jaimas con mechui de cordero asado y té con hierba buena y niños raquíticos, al lado, muertos de hambre y de asco.
Solo que esta vez, los argelinos han mostrado su verdadera cara, en mantener esa farsa interminable y que ellos mismos no quieren que finalice. Ahora, a ojos de todos, argelinos, de los servicios de seguridad, dependientes del Sector de Tinduf, se ocupan del mantenimiento de la seguridad de ese supuesto congreso, que ya lleva casi una semana sin concluir, y lo más claro de todo, que están allí para apostar por su caballo de Troya, como testimonio de sus intenciones, entregan un “burnus”(capa) de color de caballo de Santiago a su “candidato’ preferido. Con ese gesto todo está dicho y hecho. Los argelinos votan por Brahim Ghali.
Dicha elección no es nueva. Ghali ha sido nombrado, mediante “dedocracia”, por el propio Abdel Aziz, el difunto presidente, que se mantuvo, por los argelinos, unos 42 años, en la cima de esa organización – Estado- campamentos (ni la larga dictadura del generalísimo Franco logró continuar más de cuarenta años). Incluso, unos días, antes de su muerte, declara en un video, (disponible en YouTube), la “nominación” de Ghali como heredero. Lo presenta como posible mesías de la causa, el justo, el bueno, aunque éste no sobresale por nada positivo en particular.
Todos/as allí, en esos campos, lo conocen de sobra. Su elección a la presidencia no es por casualidad ni por méritos propios. Es la compensación por su fidelidad a las directrices de los militares argelinos, por su eterna cercanía al poder en Argel. Es tan servil para ellos que echan por tierra todas las relaciones con España.
En una rueda de prensa, el controvertido, Bachir Mustafá, que juega siempre a una “oposición” a lo largo de los congresos del Polisario, les pedía a los argelinos, con una claridad que raya la insolencia, no intervenir en sus asuntos internos, y les pedía apoyo militar y diplomático. Con esa intervención todo está dicho.
Leído de otro modo, el Polisario hace tiempo que se convierte en una organización en manos argelinas, que nadie allí pueda cambiar su curso o elegir su presidente, sin el aval argelino.
En este sentido, al fin y abiertamente, alguien de la dirección vitalicia reconoce oficialmente y corrobora que la organización no es independiente del “diktat” argelino. Y todo lo que se organice allí no pasará de ser un show montado con dedicación, cara a la galería, y a los soñadores que creen poder cambiar las cosas.
El verdadero mango de la sartén lo acaparan los servicios argelinos. Sin ellos, no perduraría el Polisario ni un día. Quien mejor lo sabe es la propia dirección de Polisario que siempre está mirando al otro lado, por algo será.
Concluirá el congreso algún día, pedirán alzarse en guerra, pero ningún dirigente enviará a sus hijos y familiares cercanos a enfrentarse a drones y armas sofisticadas marroquíes. Para ello, quedan los pobres para servir de carne de cañón, como siempre, y los hijos afortunados están llamados a disfrutar en las capitales occidentales.
Así se ha mantenido en vilo la antorcha de una pequeña guerra que solo quema a los más inocentes, a los suyos, y enriquece a los más opulentos de una pequeña organización, perdida en los baúles del pasado de lo que se conoce como Guerra Fría, olvidada ya hace varias décadas.