Opinión

Ramadán 2021

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Con la regularidad matemática que tiene el movimiento de los planetas a través de la energía oscura, llegan hasta nosotros las fiestas religiosas y civiles: el Carnaval, la Semana Santa, las Fallas, las ferias andaluzas de primavera..., el Ramadán ahora; uno de los cinco pilares del islam, mes del calendario islámico ligado a la espiritualidad, al ayuno durante el día, al descontrol horario, comidas especiales, la ilusión de los niños y a la celebración social y familiar, que comenzó este 13 de abril.
Reconozcamos al Ramadán que aporta cierta imprevisibilidad; por aquello de la Luna que lo hace moverse por el calendario unos días cada año, es una regularidad algo desplazada.

Los virus que flotan en el ambiente y sus restricciones están provocando que estas fiestas pasen sin entusiasmo. Silvio Rodríguez podría cantar hoy a dónde van los cumpleaños que no celebramos. ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? ¿Y a dónde van? ¿A dónde van?

La pandemia nos invade con su chaparrón de datos difíciles de encajar, los partes diarios, la satisfacción de haber pasado una semana más..., como para pensar en el más allá, pero los recordatorios religiosos llegan al más acá sin pedir permiso.

¿Novedades del Ramadán 2021? Se celebra con trece meses de pandemia a nuestras espaldas, sin el susto en el cuerpo de 2020, pero con restricciones y toques de queda que impiden las reuniones nocturnas que tanto caracterizan estas fechas. Las autoridades islámicas en España avisan que "se desaconseja realizar el iftar en la mezquita -la ruptura del ayuno al caer la tarde, el desayuno podríamos llamar-, a fin de evitar aglomeraciones y riesgos de contagio, debiendo en todo momento guardar las distancias interpersonales y uso correcto de las mascarillas, sin dilatarse en el tiempo".

Lo primero, datos. Según el Estudio demográfico de la población musulmana, el último publicado a finales de 2019, elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España -UCIDE-, en nuestro país viven 2.100.000 musulmanes, con una mayor presencia en Cataluña (560.000), Andalucía (340.000), Madrid (300.000) y Comunidad Valenciana (220.000).

En estos datos hay niños y seguro que incluyen agnósticos y ateos, se trata de una aproximación que utiliza nacionalidades y generalizaciones, porque no existe un censo confesional en España, ni otro estudio más fiable que éste.

Desde hace no muchos años, la primera nacionalidad de los musulmanes en España es... la española (880.000 personas), seguida de la marroquí (810.000) y a distancia ciudadanos con origen en Pakistán (90.000), Senegal (70.000) y Argelia (60.000).
De los musulmanes españoles digamos que 350.000 son nacionalizados, unos 70.000 son ceutíes o melillenses y medio millón son menores.ramadan

Hay 80 profesores de religión islámica en España (la Conferencia Episcopal cifra en 34.000 los de religión católica en el país).
El Ramadán de 2020 comenzó con el fallecimiento por la pandemia de Riay Tatari, el presidente de la Comisión Islámica de España durante varias décadas, persona respetada e interlocutor habitual de la Administración. Resulta que su sucesor, Aymán Abdli, ha sido este mes de marzo detenido y puesto en libertad tras prestar declaración al estar investigado por su participación en una red de financiación de organizaciones yihadistas, por enviar dinero con ese fin a Siria.

El suceso, cuyo afectado niega y en cualquier caso desliga de su papel representativo, aporta confusión a la representación del islam en España, tradicionalmente dividida entre la UCIDE y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), las dos grandes organizaciones que se unen en la Comisión Islámica de España; vuelve además a relacionar islam con terrorismo, mantra que parecía ir claramente a la baja como causante de todos nuestros miedos tras triunfar desde comienzos de siglo, sustituido recientemente por el ciberpánico.

Otro asunto digno de estudio es si estas organizaciones representan fielmente a los musulmanes hispanos y si la Administración tiene formas alternativas para conectar con ciertos colectivos al margen de su confesión, pensando en población inmigrante.
Saltando a un ámbito más festivo se encuentra el capítulo de las felicitaciones. Junto con la tradicional pieza informativa sobre el Ramadán de Televisión Española desde Marruecos, no desde más cerca, se merece su aparición en esta columna el Atlético de Madrid, que ha felicitado este año a los musulmanes desde Twitter en inglés y árabe, siguiendo la falsa creencia de que el islam es algo ajeno a España e ignorando a dos millones de personas que podrían llenar el Wanda Metropolitano un domingo tras otro.

El Real Madrid felicitó en 2017 con parte de la plantilla el Ramadán a los musulmanes de Arabia Saudí, sugerencia de patrocinador que ha debido de cambiar en la presente temporada.

La prensa deportiva no es extraño que trate este tema, el mismo diario As publicaba un artículo este mes sobre el partido Real Madrid-Liverpool y las circunstancias de Benzema y Salah, llegando siempre a la conclusión de que el deporte de élite pues no se ve afectado por estas cosas por razones evidentes.

Saliendo del fútbol, la felicitación institucional a los musulmanes es algo habitual en otras latitudes, por aquí escasea y, por tanto, hay que reconocérselo al comandante militar de Ceuta, el general Alejandro Escámez, que aprovechando las páginas del periódico El Faro compartía el 12 de abril que, a pesar de la COVID, "no deja de ser ésta una fecha muy especial para la comunidad musulmana, para los militares de la guarnición que profesan esta religión, y para todos los ceutíes que convivimos en esta magnífica ciudad. Sin embargo, será una celebración en la que la paciencia, el recogimiento y oración individual, la ayuda a los más necesitados y la esperanza adquirirán una mayor trascendencia por esta particular coyuntura".

El general Escámez aprovechaba "para desear, en nombre de todos los componentes de la Comandancia General, a toda la familia que constituye la comunidad musulmana de Ceuta, un dichoso y fervoroso Ramadán con un venturoso Aíd al Fitr, reinando la paz y alegría en sus hogares y anhelar que pronto veamos el final de esta pandemia y con ello se recupere la plenitud de esta celebración. Ramadán mubárak". Conoce el general la presencia no pequeña de militares españoles de confesión musulmana en algunas unidades; y que es perfectamente compatible ser musulmán, militar del Ejército español y emocionarse hasta el nudo en la garganta y sentir como propio el malagueño Cristo de la Buena Muerte.

La pandemia provocada por la COVID-19 ha dejado de alguna forma en suspenso cómo evoluciona la religiosidad en España, la tendencia clara de bajada de la práctica religiosa (de las bodas católicas, por ejemplo) compatible con el boom de participación en su expresión festiva como síntoma de identidad cultural, léase procesiones de Semana Santa. Las confesiones organizadas sin ritos sociales -limitados en tiempos de pandemia- pierden gran parte de su sentido, y uno sospecha que los muchos participantes en celebraciones religiosas lo hacen movidos por razones añadidas a la fe.

A raíz de polémicas en algún punto estériles sobre si la religión organizada favorece o penaliza libertades individuales, digamos que el marco legal español no facilita la imposición social de restricciones más o menos justificadas por motivos religiosos.
Resulta diferente ser musulmán en España o en un país mayoritariamente islámico, la oferta religiosa en España es amplia, la presión social menor, la identidad de los ciudadanos es diversa y hasta puede ser cambiante con el tiempo, no de confesión, sino de alternar procesiones con partidos de fútbol, reivindicación política o práctica social o cultural.

Decía Silvio Rodríguez: "¿A dónde va lo común, lo de todos los días? ¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga? ¿A dónde va la sorpresa casi cotidiana del atardecer? ¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?".

Para dos millones de convecinos durante estos días el Ramadán forma parte de lo pequeño y en algunos casos lo grande, entre el desinterés de la sociedad y de sus portavoces.

Para finalizar, una referencia no religiosa: el reciente nacimiento del periódico digital Baynaná (significa 'entre nosotros'), "un medio online bilingüe -en árabe y español- que apuesta por el periodismo social y de servicio público. Nuestra revista -se autodefinen- aspira a ofrecer información de utilidad a la comunidad arabófona en España y, al mismo tiempo, tender puentes entre las personas migrantes, refugiadas y españolas de origen extranjero, y el resto de la sociedad".

Un ejemplo de iniciativa cultural poco frecuente de la comunidad inmigrante de origen árabe en España. Las religiones en su mejor versión son cultura; y hay también mucha cultura no religiosa. 

Bienvenidos todos los puentes.