¿Cuál es la mejor política para controlar las ambiciones nucleares del régimen iraní?

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Aunque pocos políticos o gobiernos desconocen que la adquisición de una bomba atómica es uno de los objetivos estratégicos de Jamenei para garantizar la supervivencia de su Ejecutivo, todavía no hay suficiente voluntad para impedir que logre ese objetivo.

El acuerdo de 2015 (JCPOA) entre Irán y el G5 + 1 (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania) limitó las actividades nucleares de Irán durante un corto período (15 años). Sin embargo, incluso después de este acuerdo, Irán continuó con sus actividades nucleares, como trabajar en la producción de centrifugadoras más avanzadas, ya sea de forma encubierta y fuera de la vista de los inspectores del OIEA o bajo el pretexto de la investigación para producir isótopos y tratar a los pacientes con cáncer.

Después de que Donald Trump se retirara del acuerdo en 2018 y volviera a imponer las sanciones de Estados Unidos, Irán, ya se había equipado con centrifugadoras IR-6 más avanzadas, con una capacidad cinco veces superior a las centrifugadoras IR-1 de primera generación, y comenzó a aumentar sus reservas de uranio enriquecido más allá de lo acordado en el JCPOA.

Actualmente, Irán ha comenzado a utilizar centrifugadoras IR-8, que son 16 veces más eficaces que las IR-1 y pueden acortar el tiempo de enriquecimiento de forma significativa. Además, al reanudar el enriquecimiento a una concentración del 20% y aumentarlo al 60%, se ha acercado lo más posible a producir el enriquecimiento necesario para fabricar una bomba atómica.

Según el New York Times y el Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, ahora Irán tarda sólo un mes en alcanzar el nivel de enriquecimiento necesario para fabricar una bomba atómica.

En 2015, el régimen iraní se encontraba en un estado de completa bancarrota. Sin embargo, por desgracia, la política de apaciguamiento de Occidente y el temor a que el colapso de los mulás en Irán pueda conducir a la inestabilidad regional, las demandas del régimen fueron ampliamente aceptadas. Se permitió a los mulás limitar sus actividades nucleares sólo durante un breve periodo de 15 años, en cambio, se levantaron todas las sanciones impuestas al régimen, se permitió a Irán vender su petróleo, se animó a los inversores a volver e invertir en Irán y se liberaron miles de millones de sus activos congelados y se enviaron a Teherán en efectivo.

¡Ahora parece que la historia se repite!

Porque Jamenei, que hasta hace poco se había opuesto firmemente a las negociaciones con Estados Unidos y había puesto difíciles condiciones sobre la mesa para volver a negociar, ¡de repente estuvo de acuerdo con la visita del director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, a Irán y dio luz verde para volver a las conversaciones de Viena!

¿Ha renunciado a su deseo de adquirir una bomba nuclear y ha llegado a la conclusión de que, sin armas nucleares y sólo con el levantamiento de las sanciones, podría salvar a su régimen de esta situación? ¿O tal vez le preocupa que la Junta de Gobernadores del OIEA emita una resolución contra Irán y devuelva el expediente nuclear de este país al Consejo de Seguridad, lo que añadiría las sanciones de la ONU a las ya existentes de Estados Unidos y devolvería a Irán a la situación económica anterior a 2015, que llevó a su régimen al borde de la asfixia? Por lo tanto, Jamenei está llevando a cabo una política bien conocida de ganar tiempo a través de negociaciones sin resultados con Occidente y el OIEA.

Aunque Jamenei ve su supervivencia en la adquisición de una bomba atómica siguiendo el ejemplo de Corea del Norte, sabe que Irán se encuentra ahora en la peor situación económica, con el 80% de los iraníes viviendo por debajo del umbral de la pobreza, con una tasa de inflación que en general supera el 50% y en el caso de algunos alimentos esenciales supera el 70%. Muchas fábricas y centros de producción se han visto obligados a cerrar y el desempleo es tal que un tercio de los jóvenes iraníes están en paro. Casi un tercio de la población de metrópolis como Teherán y Mashhad ya no puede permitirse los elevados costes de la vivienda, por lo que se ha visto obligada a desplazarse a las afueras de las ciudades y a vivir en barrios marginales que carecen de las instalaciones necesarias, como agua corriente y electricidad.

El déficit presupuestario de Irán supera ya los 464.000 billones de tomanes (moneda de Irán) y, sin el levantamiento de las sanciones, no hay perspectivas de salir de esta situación. El Gobierno se ve obligado a imprimir billetes sin respaldo, lo que aumentará aún más la inflación. La gran mayoría de los iraníes, hartos de la corrupción y la incompetencia de la dictadura de los mulás, quieren un cambio de régimen y un gobierno democrático con la separación de la religión y el Estado. Expresan esta demanda a pesar de la brutal represión de las fuerzas de seguridad en las concentraciones de protesta y las huelgas de trabajadores y empleados que vemos casi todas las semanas, con consignas como muerte a Jamenei y muerte al dictador. También lo dejaron claro públicamente con el boicot generalizado a las elecciones presidenciales del pasado mes de junio. Según fuentes fidedignas, a pesar de toda la propaganda y los preparativos para que la gente acudiera a las urnas, sólo un 10% de las personas con derecho a votar acudieron a ellas.

Mientras tanto, la pandemia de COVID-19 también se está cobrando un gran número de víctimas en Irán. En la actualidad, Irán es el país con el mayor número de víctimas de esta enfermedad en todo el mundo según su cápita. Hasta ahora han muerto más de 428.000 personas a causa de esta enfermedad. El pueblo culpa a Jamenei de impedir deliberadamente la importación de las vacunas válidas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca en Irán, y lo considera el principal culpable y autor de esta masacre y quiere que sea juzgado.

La situación es tan grave que, según algunos funcionarios del régimen, la sociedad iraní es como una bomba de relojería que se acerca al momento de la explosión, o según el expresidente Ahmadinejad, se avecina una inundación que pronto se llevará a todos.

En tales circunstancias, Grossi viajó a Teherán y al final del viaje describió el resultado de las conversaciones con los funcionarios iraníes como "constructivo". Confirmó en una conferencia de prensa que estaba encantado de reunirse con el nuevo jefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán, y confirmó que "en menos de dos semanas se celebrará en Viena la Conferencia General del OIEA, que es uno de los acontecimientos nucleares más importantes del mundo”.

Estados Unidos también expresó implícitamente su interés en que el regreso de Irán a las conversaciones de Viena permitiera el levantamiento de las sanciones relacionadas con el JCPOA.

Está claro que los países del G5 + 1 también expresarán su satisfacción con estas palabras y darán señales al régimen iraní de los beneficios que pueden obtener de su regreso a las negociaciones de Viena y de la redacción de un nuevo acuerdo.

En realidad, alcanzar un nuevo acuerdo con Irán y levantar las sanciones puede ser muy beneficioso para los países occidentales y puede abrir el mercado iraní de 85 millones de dólares para la inversión y la exportación de sus productos.

Además, con la entrada del petróleo y el gas iraníes en el mercado mundial, el precio de estos productos bajará, lo que beneficiará a los países industrializados.

Al mismo tiempo, piensan que pueden impedir que el régimen iraní se haga con una bomba atómica, al menos durante algún tiempo. Pero este es el mismo error de cálculo que podría dar nuevas fuerzas a Jamenei y salvarlo del borde del derrocamiento.

Mientras que si los países occidentales, especialmente Estados Unidos, se ponen al lado del pueblo iraní y ponen condiciones estrictas sobre la mesa, pueden obligar a Jamenei a abandonar no sólo sus actividades nucleares, sino también sus programas de misiles y su intromisión en la región. De lo contrario, el creciente empeoramiento de la situación económica y social de Irán provocará revueltas sociales generalizadas que estarán destinadas a acabar con el régimen.

Jamenei sabe que no puede abandonar el JCPOA de forma repentina y absoluta, pero busca ganar tiempo y hacer caso omiso del OIEA y seguir en secreto sus ambiciones nucleares. ¿Hasta qué punto puede ser capaz de jugar a este juego, cuál puede ser la respuesta de la comunidad internacional y cómo reaccionará la sociedad iraní ante todas las carencias económicas y sociales son cuestiones que merece la pena seguir?

Cyrus Yaqubi es un analista de investigación y comentarista de asuntos exteriores iraníes que investiga las cuestiones sociales y la economía de los países de Oriente Medio en general y de Irán en particular.

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