
Kirguistán, una de las repúblicas asiáticas desprendidas de la Unión Soviética, se enorgullece de ser la única democracia en la zona, y al mismo tiempo seguramente se avergüenza de haberse convertido en la nación con el récord de golpes de Estado de los tiempos que vivimos. En unas elecciones generales, cuya participación apenas rebasó el 39%, Sadyr Japarov fue elegido el domingo nuevo jefe del Gobierno con el 80% de los votos. Sus tres predecesores tuvieron que abandonar el poder a causa de las revueltas populares y militares que clamaban por sus destituciones.
Japarov, es conocido como un veterano terrorista de 52 años, implicado con la mafia, que 14 meses atrás había multiplicado su popularidad cuando encabezó el comando que secuestró a un gobernador provincial con el que estaba enfrentado. Fue condenado a una pena carcelaria y en las últimas semanas tomó parte en unas nuevas elecciones anticipadas por el vacío de poder; saltó de la celda de la prisión a la poltrona de primer ministro, elegido democráticamente. Sus seguidores, muchos implicados en actividades ilícitas, recibieron su triunfo con un enorme jolgorio en las calles de Biskek, la capital.
Por el contrario, los opositores denunciaron las irregularidades cometidas tanto en las votaciones como en el escrutinio y han reaccionado con graves incidentes reprimidos por la Policía. Los disturbios no han cesado dese entonces y se desconoce si ha habido víctimas. El país, sin salida al mar y uno de los más montañosos y accidentados del mundo, intenta abrir sus comunicaciones, pero aún son deficientes. Aunque algunos de los Gobiernos han tenido discrepancias con Moscú – Putin les acusó de ir demasiado deprisa en sus ideas democratizadoras -, es Rusia con quien tienen mayores relaciones diplomáticas y comerciales. Los rusos conservan una base militar en territorio.
El país es pobre en recursos naturales y sus posibilidades de desarrollo son escasas. La realidad es que tanto por su situación geográfica como por su orografía no despierta interés para los inversores extranjeros o el comercio internacional. Últimamente China ha empezado a cultivar más las relaciones e incluso a hacer pequeñas inversiones, probablemente para mantener el control estratégico de una región emergente en el panorama mundial y por su lógica influencia. El turismo de montaña y la fauna, con especies animales únicas, empiezan a convertirse en un atractivo para los viajeros que buscan conocer lugares nuevos.