Primarias Estados Unidos: a Trump le acompaña la buena suerte

El éxito obtenido por Donald Trump en los caucus de Iowa es más que probable que lo repita esta semana en las primarias de New Hampshire, las que realmente inauguran la carrera hacia la conquista de la candidatura para las elecciones presidenciales de noviembre. En este caso participan los dos grandes partidos que se disputan el poder en los Estados Unidos, pero el hecho de que entre los demócratas esté Joe Biden, el actual presidente aspirando a la reelección, el interés se centra de manera muy especial entre los republicanos y de manera especial en el polémico Donald Trump.
En primer lugar, porque subyace el temor a que el expresidente consiga la nominación y lleve a repetirse la elección de hace tres años con los mismos candidatos. La posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca, y esta vez con la agresividad que refleja por su derrota pasada, causa verdadero entusiasmo entre sus fanáticos y exaltados seguidores del mismo modo que despierta el miedo del resto de los norteamericanos y de muchos extranjeros, incluido el mayor temor de que su visceralidad contribuya a precipitar la guerra mundial que la evolución de los conflictos actuales tanto hace temer.
La inquietud generada por esta preocupación se agrava ante la buena suerte que de partida acompaña sus pretensiones vengativas. Una de ellas es la situación caótica que existe dentro del partido Republicano, tanto entre los dirigentes divididos como entre los militantes enfrentados. La división que crea Trump, su polémica etapa pasada y el peso de los más de noventa procesos que enfrenta, ha creado una confusión política incluso entre la mayoría y el consiguiente liderazgo con que cuenta en el Capitolio. Por otra parte, también le favorece la escasez de competidores.
El abandono a última hora del gobernador de Florida, Ron DeSantis, en buena medida por el escaso apoyo que venía teniendo y sobre todo por la quiebra del presupuesto económico con que contaba, deja la principal alternativa a Nikki Haley, exembajadora en Naciones Unidas en la etapa de Trump, con el que entonces tuvo granades desavenencias, que ahora abonan sus afirmaciones y acusaciones en las que entre otras cosas denuncia su discapacidad mental. A juzgar por algunas acusaciones entrecruzadas por ambos, más que una rivalidad política su enfrentamiento es un ajuste de cuentas. Haley se enfrenta a una posibilidad escasa de triunfar y de mantenerse en la batalla si no consigue paliar su previsible derrota con un resultado digno que le permita conservar su candidatura a las primarias en otros Estados. En principio las encuestas conceden a Trump diez puntos de ventaja.
La esperanza en New Hampshire está en capitalizar los votos que habría logrado DeSantis a pesar de que al anunciar su renuncia sorprendió recomendando que sus votos sean para Trump, al que siempre había atacado de forma despiadada. Muchos analistas que muestran su extrañeza ante el respaldo popular que Trump está teniendo, a pesar de tener en contra a la mayor parte de los medios y todo lo que se ha venido conociendo sobre sus problemas con la Justicia, empiezan a considerar que frenarlo sólo está en manos de una inhabilitación decretada por la Corte Suprema. En Maine y Colorado, los tribunales estatales ya le han prohibido participar en las primarias en sus estados al estar acusado de rebelión e insurrección.