Opinión

Retoques en el proceso electoral de Estados Unidos

photo_camera U.S. Capitol

El sistema electoral norteamericano es complejo y hasta pintoresco en algunos detalles. Está afianzado en una tradición muy arraigada que se impone a la irracionalidad de algunas situaciones. Muchos consideran que debería ser retocado, pero casi nadie se arriesga a proponerlo y menos a intentarlo. La memoria de los padres fundadores de la Constitución de Filadelfia continúa ejerciendo mucho poder.  

Estos días en que se cumple el aniversario de la revuelta promovida por los seguidores de Donald Trump ante el Capitolio se han publicado algunos comentarios sobre esta conveniencia. Son comentarios tímidos (nadie parece querer abrir semejante melón) que pueden aportar de paso argumentos a la inconcebible iniciativa del seis de enero de 2021. 

Trump y sus estrategas intentaban justificar su rebelión alegando que el Congreso tiene capacidad llegado el caso para anular unas elecciones incluso después de que se haya constituido el Colegio Electoral y nombrado al presidente y que debería hacerlo. Partían de la falacia “trumpista” del fraude en los recuentos. Jurídicamente se apoyaban en la cláusula que determina una posibilidad de anular el recuento de los votos. 

Se trata de una Ley del siglo XIX en la que efectivamente se contempla que el Congreso tiene capacidad para imponerse a la mayoría de los electores de un Estado. Es decir, que el Congreso puede imponerse a la mayoría de los electores.  Alguien del entorno de Trump debió recordar su olvidada vigencia y abrió las esperanzas del ya expresidente de que se anulasen las elecciones. 

Nadie, más allá de los hooligans del expresidente, se tomaba en serio esta posibilidad que la Ley efectivamente ofrece. Pero lo ocurrido hace un año, un hecho verdaderamente insólito en una democracia tan consolidada, ha servido a algunos de argumento para recordar la conveniencia de revisar este texto sobre cuya aplicación no existen precedentes. 

Mantenerse fiel al espíritu de las leyes no impide que su texto se revise y llegado el caso se adapte a los nuevos tiempos. La Constitución de los Estados Unidos se mantiene intacta, pero sometida en la práctica a varias enmiendas con rango constitucional. Esta es una de las conclusiones a que llegan algunos analistas que entienden que, efectivamente, el proceso electoral debe ser actualizado. 

Hay muchas razones para hacerlo, entre ellas la importancia que ahora tiene la informática a la hora de los recuentos. Hace doscientos años, contar votos y transmitir datos era una labor que se prestaba a situaciones que, actualmente, por mucho que Trump se obstine, están descartadas. Y pretender acceder a la Casa Blanca a través de un golpe Estado, aún menos. De eso sobrevive el penoso espectáculo.