La liberación del diplomático terrorista iraní: un día negro para Bélgica
El Tribunal Constitucional belga había dictaminado explícitamente que el Gobierno belga debía informar a los demandantes de la liberación de Assadi para que pudieran emprender las acciones legales necesarias. Pero el Gobierno se abstuvo de hacerlo. La liberación de un diplomático del régimen iraní implicado personalmente en el intento de atentado contra una concentración de 100.000 personas es, sin duda, un golpe fatal para el Estado de derecho y los derechos humanos.
Durante cuarenta y tres años, este régimen no ha dejado de practicar la toma de rehenes y el terrorismo.
La utilización de rehenes a cambio de peligrosos terroristas clericales encarcelados en todo el mundo forma parte de la diplomacia del chantaje y la presión desarrollada por los mulás.
La firme decisión judicial contra este diplomático terrorista y tres de sus cómplices por planear una matanza en los suburbios de París contra una reunión pacífica de la oposición iraní, dirigida por Maryam Rajavi, explica la necesidad de encontrar algo para alimentar al cocodrilo.
Discursos de 2009
¿Quién no sabe que la toma de rehenes es una política de extorsión y presión sobre los países occidentales para obtener concesiones? La toma de rehenes es inherente a la supervivencia de este régimen. En un discurso pronunciado el 4 de noviembre de 2009 sobre la toma de la embajada estadounidense en Teherán, Mohammad Ali Jaafari, ex comandante de la Guardia Revolucionaria reconoció explícitamente que la operación había sido planeada. Afirma que, sin los rehenes, el régimen habría caído en los primeros diez años. "Sólo algunos de nuestros oficiales y un número limitado de nuestros líderes revolucionarios, incluido el Líder Supremo (Jamenei), estaban firmemente a favor de este acto revolucionario", dijo Jaafari, antes de añadir: "Sin la crisis de los rehenes, nuestra revolución no habría llegado a los cuarenta años, y la revolución habría terminado en su primera década".
Ceder al chantaje refuerza la práctica de la toma de rehenes. Alimentar al cocodrilo lo hace más voraz.
Ceder al chantaje refuerza la práctica de la toma de rehenes. Alimentar al cocodrilo lo hace más voraz. El régimen clerical nunca ha renunciado a este despreciable negocio, que le ha reportado enormes beneficios durante cuarenta y tres años.
Así que no debemos preguntar a la teocracia iraní, que no se adhiere a ninguna norma internacional, si tiene una línea roja para los actos terroristas fuera de sus fronteras. En cambio, debemos preguntar a quienes han permanecido en silencio y han hecho la vista gorda ante esta dictadura dónde está su propia línea roja.
Clima de terror
Habiendo llegado a un callejón sin salida, el régimen iraní es incapaz de la más mínima reforma, ya que ello socavaría el poder de Jamenei y provocaría la caída de la dictadura. Las medidas adoptadas por Teherán para preservar su poder sólo sirven para intensificar el descontento y alimentar el levantamiento. Por ello, no le queda más remedio que recurrir a la represión extrema.
Los mulás utilizan estos asesinatos para crear un clima de terror y bloquear el levantamiento.
El régimen ha lanzado otra espantosa oleada de ejecuciones. Según cifras oficiales, al menos 120 presos fueron ahorcados en mayo, es decir, una ejecución cada 5 horas.
Los mulás utilizan estas ejecuciones para crear un clima de terror y bloquear el levantamiento. Sin embargo, esto no impide que los iraníes protesten.
Por otro lado, asistimos a la falta de reacción de la Unión Europea y sus Estados miembros. ¿Acaso oponerse a las ejecuciones no es uno de los principios bien conocidos de la UE? Entonces, ¿por qué, cuando se trata de Irán, los intereses económicos y las consideraciones políticas minimizan la importancia de la situación de los derechos humanos?
¿Acaso la Segunda Guerra Mundial no nos enseñó lo suficiente sobre el alto y sangriento precio que la humanidad tuvo que pagar por la complacencia de algunos con el nazismo y el fascismo?