Opinión

Las lonas de la vergüenza y la campaña del barro

frente-obrero-sanchez-mohamedvi-e1689339772197-980x550 (1)

En las últimas campañas electorales hemos visto de todo, convertidas exponencialmente en un lodazal cada vez mayor, los partidos buscan cómo potenciar en los electores los miedos y las emociones negativas de formas cada vez más inimaginables en otros tiempos no tan lejanos, donde primaban las propuestas programáticas. Todo ello con la connivencia subyacente de las redes sociales y su hediondo ejército de propagación de odio.

El menú ha sido de lo más variopinto: sanchismo, ultraderecha, comunistas, narcos, amaño del voto por correo y, por supuesto, ETA, representada ahora por “Txapote”. El etarra que asesinó -entre otros- a Miguel Ángel Blanco en 1997, utilizado como arma electoral. El fin justifica los medios. Para aquellos que, como yo, estuvimos cerca de quedar huérfanos durante los años de plomo en San Sebastián, hurgar en la herida de las víctimas convirtiendo frívolamente a “Txapote” en un icono pop, supera los límites de lo tolerable. En definitiva, que se nos está quedando una campaña electoral “preciosa”. La campaña de la aversión, la campaña del vacío y de la nada absoluta.

Pero cuando parecía que habíamos alcanzado la última frontera de la decadencia preelectoral en términos de moralidad y degradación, nuestro panorama político no deja de sorprendernos dando una vuelta de tuerca más al anteriormente mencionado lodazal, con la introducción y puesta en escena del concepto de “lona”, usualmente colocada en la fachada de un edificio céntrico o con buena visibilidad. Estas lonas son unos objetos más viejos que el hilo negro, pero al mismo tiempo de nuevo cuño para estos menesteres propagandísticos, donde partidos y asociaciones de singular pelaje están librando una lamentable guerra de mensajes en dichas lonas con el odio como leitmotiv principal, utilizando grotescos diseños gráficos previa manipulación fotográfica del adversario político.

En el colmo del surrealismo y la zafiedad, se desplegó este pasado fin de semana en Madrid una de esas lonas donde aparecen Pedro Sánchez y el rey de Marruecos, Mohamed VI, dándose un beso. ¿Los autores? Se hacen llamar Frente Obrero, y presumen de un extraño marxismo-leninismo impostado, en un programa donde asoman ciertas pulsiones más cercanas a los posfascismos actuales que al comunismo del que presumen. Y donde, en algunas cuestiones, comparte similitudes con el programa de VOX.

El programa político de Frente Obrero aborda aspectos distintos desde perspectivas muy dispares. Es decir, son un caos, un “totum revolutum”. En su programa apuestan, entre otras cosas, por el derrocamiento de la monarquía, la salida de la UE y de la OTAN, una república federal, amnistía para presos políticos, el derecho de autodeterminación, recuperar Gibraltar, además de un discurso antimigratorio, donde asumen de forma casi literal el programa de VOX. Comunismo, dicen.

Todo proyecto político tiene unas aspiraciones y un fin. Pero el caso del Frente Obrero, que reniega de absolutamente todo, resulta hilarante, pues al final son la indefinición absoluta. Llega uno a pensar leyendo los postulados de esta gente si todo esto es una broma, o dónde está la cámara oculta. Frente Obrero es una organización marginal en términos políticos y, como tal, no merecen que les dedique más atención. Son cuatro mentecatos con el cerebro licuado entregados -en términos políticos- a la masturbación mental.

Eso sí, el acto perpetrado con la colocación de la mencionada lona es muy grave. En un país como el nuestro, donde desde algunos ámbitos se desprecia de forma reiterada a nuestro querido vecino del sur utilizando términos despectivos como “dictadura” y “monarquía medieval”, convendría recordar que vivimos en un país que aún mantiene en vigor los delitos de injurias a la Corona y de ofensa a los sentimientos religiosos. Estas son precisamente las dos mismas cuestiones que se reflejan en esa lona con fines ofensivos e injuriosos. Tanto por la condición de monarca de Mohamed VI, como por su condición de Amir al-Muminin (Jefe y Comendador de los Creyentes).

Sin querer entrar en el eterno debate sobre los límites de la libertad de expresión, si aquí en España aún existe esa amenaza judicial hacía la ciudadanía en base a los dos tipos penales antes mencionados, se está tardando en retirar esa ofensiva y vergonzosa lona del lugar donde se encuentra ubicada. Por respeto a los afectados y por la doble moral que supone debido a lo anteriormente expuesto en materia legal.

Otra opción sería que, si de verdad es cierto que quieren derrocar la Corona española, los presuntos antimonárquicos y comunistas del Frente Obrero se animasen a colocar a Felipe VI en esa lona, en pose similar, para exigir una república. No lo veremos, ni se atreven ni engañan a nadie por mucho que lo intenten.

Y así pasan los días, en esta interminable ciénaga electoral. Donde uno ya no sabe si escucha “txapote” o “txapapote”. Al menos, después del 23 de julio, esperemos que nos dejen unos días tranquilos para irnos de vacaciones y desintoxicarnos de tanta vacuidad política. Es un vacío casi infinito, uno que ninguna lona puede cubrir.