Opinión

Turquía, el Sahel y el Sáhara

photo_camera Erdogan

Las ambiciones de Turquía se extienden más allá de Libia, hasta el Sahel y el Sáhara, una zona que debemos considerar como nuestro patio de atrás y cuyo descontrol total amenazaría la seguridad y la estabilidad de Marruecos, Argelia y Túnez, y, por consiguiente, de España y del resto de Europa. Sería un error suponer que las ambiciones de Turquía se limitan a Libia o al norte de África. Sería aún más infundado imaginar que las presuntas conexiones de Ankara con organizaciones terroristas se limitan al mundo árabe.

El Gobierno turco allanó el camino para su proyecto islámico en África hace años, tanto a través de estratagemas de poder blando como del establecimiento de vínculos con grupos radicales a través de la Agencia de Cooperación y Coordinación Turca (TIKA). La segunda parte se reflejó en la participación de Turquía con militantes de todo el continente. Tal vez muchos no prestaron suficiente atención a la profundidad de los vínculos entre Turquía y los extremistas de países africanos como Chad, Níger, Mali, Nigeria y Camerún. Gran parte de la región que rodea a Libia es un terreno fértil para la cooperación y la coordinación entre Ankara y las organizaciones terroristas activas, que han aumentado sus actividades en las últimas semanas a medida que Turquía realiza movimientos en Libia y las principales potencias se distraen con la pandemia del coronavirus.

El grupo islamista Boko Haram, que comenzó en Nigeria, ha comenzado a expandirse ampliamente en los países de la cuenca del Chad, casi como si siguiera órdenes específicas. Coincide con la intervención militar turca en Libia. Boko Haram y otros grupos radicales también se han enfrentado a las Fuerzas Armadas del Chad.

En febrero de 2019, combatientes franceses atacaron a rebeldes armados respaldados por Turquía y Qatar después de que cruzaran la frontera meridional de Libia para atacar al presidente del Chad. Brigadas armadas, mercenarios y terroristas se concentran en el sur de Libia después de haber logrado asegurar Trípoli y el oeste. El este sigue siendo una línea roja que no pueden cruzar en esta etapa, sabiendo que al acercarse incurrirán en la ira de Egipto. El sur sigue siendo vital para sus planes de lucha contra el Ejército de Liberación Nacional (LNA), así como para sus objetivos más amplios de trabajar con grupos islamistas en los países del Sahel y el Sáhara, de los que Turquía sigue dependiendo.

Turquía ha logrado unir a grupos diversos, incluso en Siria, donde reunió a muchos grupos extremistas. La misma estrategia para los países del Sahel y del Sahara. Esto quedó demostrado por los esfuerzos de Turquía y Qatar por cooperar con diversas facciones rebeldes en Chad, Sudán, Mali y Nigeria en los últimos años, a veces con el pretexto de patrocinar negociaciones de paz. Pero el verdadero peligro llegará cuando Turquía consiga reunir y trasladar a miles de terroristas sirios. Entonces es probable que intente crear una compleja red de intereses que vincule las dimensiones locales y regionales. Insisto, en nuestro patio de atrás.