La suerte de poder votar

Imagen de votación – PHOTO/JENS BUTTNER/DPA/dpa Picture-Alliance vía AFP
Imagen de votación – PHOTO/JENS BUTTNER/DPA/dpa Picture-Alliance vía AFP
Esta semana va de votaciones. El próximo domingo votaremos los europeos en unos comicios que decidirán el futuro de Europa para los próximos años en un momento delicado de nuestra existencia pues crecen los nacionalismos identitarios y euroescépticos, tenemos una guerra en el mismo corazón de nuestro continente y, encima, si resultara elegido Donald Trump el 5 de noviembre, nos podemos quedar sin la sombrilla de seguridad que los norteamericanos nos han brindado desde 1945. También los británicos votarán el 4 de julio y es previsible un serio revolcón a los conservadores que han sido capaces de dar cuatro primeros ministros mediocres en tiempo récord: Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak. 

Pero tiempo habrá de ocuparse de todo eso, ahora me gustaría concentrarme en las que se acaban de celebrar en tres grandes países como México, India y la República Sudafricana.

En México estaban llamados a votar 98 millones de personas y ha vencido Claudia Sheinbaum, de 61 años, científica climática y exalcaldesa de México del partido Morena, que ella misma fundó junto con el presidente López Obrador (AMLO) que ha puesto a su servicio el poder institucional del Estado, lo que le ha ayudado a imponerse por una clara mayoría (58%) frente Xóchitl Gálvez (29%), candidata de una coalición opositora en la que figura el histórico PRI. Aunque Sheinbaum promete su propio estilo de gobierno, no cabe duda de que le ha ayudado el rebufo de AMLO, un populista no muy diferente de Bolsonaro o de Orban, aunque él sea de izquierdas, culpe a los conquistadores españoles de las injusticias sociales de doscientos años más tarde, y pueda presentar unas exitosas políticas sociales (ha duplicado el salario mínimo, mejorado las pensiones o aumentado las vacaciones pagadas) gracias a la buena marcha de la economía debido a las dificultades en las relaciones entre EE. UU. y China que han llevado al primero a invertir masivamente en México en busca de seguridad y salarios baratos (friendshoaring). En el debe está el elevado déficit presupuestario y los gravísimos problemas de seguridad que no han mejorado a pesar de haber AMLO involucrado al Ejército en la lucha contra el narcotráfico. 

Sheinbaum, descendiente de abuelos inmigrantes judíos, tiene así el enorme mérito de ser la primera mujer que alcanza la presidencia de un país donde las mujeres sólo votan desde 1953 y que hace del machismo una de sus señas de identidad. Veremos ahora si logra reformar la Constitución para eliminar controles del Ejecutivo por parte de la Corte Suprema de Justicia y del Instituto Nacional Electoral. Al parecer a Morena no le faltan ganas de hacerlo.

En India tras un mes de votaciones para 900 millones de electores se ha impuesto, aunque con menos diferencia de la esperada, Narendra Modi, otro populista en este caso de raíz identitario-religiosa que está embarcando al país en una peligrosa deriva autoritaria y nacionalista que arriesga acabar con la descentralización territorial y con la frágil convivencia entre los hindúes mayoritarios con los musulmanes, cristianos, budistas, jainitas y sikhs, aunque la necesidad de hacer un Gobierno de coalición por haber perdido la mayoría absoluta pueda conducir a moderar esas políticas. India, con sus 1.400 millones de habitantes es el país más poblado de la tierra, aunque su modesto PIB (3,5 billones de dólares) le coloque a mucha distancia de EE. UU. y de China en términos de influencia geopolítica. Aun así, la cortejan Rusia que le vende armas y petróleo y Estados Unidos, que la necesita en su política de contención de China. De ahí su entrada en la coalición militar QUAD de la que también forman parte Japón y Australia. India es un país que cada vez tendrá más que decir en el concierto internacional y ojalá sea positiva su aportación a la gobernanta global de los próximos años.

La República Sudafricana también ha votado estos días y allí han dado un revolcón notable al partido de Nelson Mandela, que acabó con el Apartheid para sumirse luego en continuos escándalos de corrupción que le han enajenado a la población, en especial los jóvenes. El Congreso Nacional Africano (ANC), lastrado por la alta criminalidad, recortes de agua y electricidad y una de las tasas de desempleo más altas del mundo, ha perdido la mayoría por vez primera desde que se instauró la democracia en 1994, bajando del 58% del voto al 40% y eso le exigirá formar una coalición para gobernar que puede dejar fuera a su actual líder Ciryl Ramaphosa. 

También ha influido la defección de otro líder histórico, Jacob Zuma, que ha fundado otro partido que se ha llevado el 14,5% de los sufragios y ha quitado muchos votos al ANC. Sea como fuere y al margen de sus muchos problemas internos, es previsible que la República Sudafricana quiera mantener un alto perfil internacional dentro del grupo de los BRICS y también por libre, como ha demostrado al acusar a Israel de genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia.

El que no quiere ir a elecciones ni a tiros (y nunca mejor dicho) es Bibi Netanyahu que entre liberar a los rehenes o continuar la ofensiva militar contra Gaza parece decantarse por la segunda y mantener así la coalición que le permite gobernar.

Jorge Dezcallar, embajador de España.