Opinión

El gran problema del presidente Sánchez: aunque diga la verdad, no tiene credibilidad

¡Qué desfachatez! ¡Qué desvergüenza! ¡Qué infamia! No se puede tolerar que ningún español desconfíe ni un ápice de la palabra dada por el presidente Pedro Sánchez, el hombre que desconoce lo que es mentir, que nunca ha engañado a propios ni a extraños y que no fue el descubridor de América porque se le adelantó Cristóbal Colón.

Sostener que el jefe del Ejecutivo carece de la más mínima credibilidad obedece al resentimiento de quienes destilan tirria hacia un prócer de su talla, que mide 1,90 metros de altura. Por cada uno de sus poros emana pundonor y formalidad y, ante todo, es fiel cumplidor de cuanto afirma de cara a unos comicios ¡Es preciso proclamarlo a los cuatro vientos!

Persona que acata a rajatabla todo lo que promete, el ejemplo más preclaro de su integridad y rigor quedó de manifiesto cuando por activa y por pasiva afirmó que no iba a conceder el indulto a los líderes separatistas catalanes juzgados, condenados y encarcelados por las tropelías políticas y económicas que cometieron en su intento de independizar la Comunidad Autónoma de Cataluña. Recibió presiones de sus socios de Gobierno, pero no concedió el indulto ¿o sí lo hizo?

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Sus desvelos por gobernar haciendo el bien le hacen ser acreedor de innumerables muestran de afecto y adhesión inquebrantable de sus partidarios en las poblaciones que visita. En especial, son famosas las aclamaciones que le prodigan los vecinos de la capital de España en sus paseos sin escolta por las calles de los barrios más humildes, que aprovecha para saludar a las buenas y crédulas gentes.

Sus escapadas casi diarias le permiten conocer de manera directa las crecientes tasas de prosperidad y escaso nivel de endeudamiento que ostentan los españoles gracias a su política progresista de progreso. Es sabido que hasta que ocupó la Presidencia del Gobierno, la mayor parte de los españoles pasábamos hambre, vivíamos a la intemperie y éramos prácticamente analfabetos. Es algo que podría confirmar con su fiabilidad acostumbrada el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que preside el sociólogo socialista José Félix Tezanos.  

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Lo próximo: apartamentos en la playa y jamones de pata negra

Pedro estudió, estudió y estudió, se hizo un hombre de provecho y se aprovechó de todos los incautos que se encontró por el camino. Despeñó a quienes le hicieron sombra y ahora vive volcado en brindar el paraíso terrenal y la felicidad máxima a los españoles. Bueno, a todos no, sólo a los de su cuerda y a los que le tienen agarrado por los… para sobrevivir en la poltrona de La Moncloa y seguir ocupando el primer escaño en la bancada azul del Congreso.

Pero donde el presidente se encuentra en su salsa es escuchando los vítores, aplausos y cantos gregorianos que se prodigan en los mítines que organiza el partido del que es amo y señor. Allí recibe innumerables muestras de fervor y agradecimiento de quienes le deben un cargo bien retribuido en la administración local, provincial, autonómica o nacional, han sido designados a dedo en los parlamentos autonómicos, en el Congreso y el Senado de la nación y, sobre todo, en los muy bien remunerados puestos de presidentes florero en empresas e instituciones de alto standing.

Su reciente anuncio sobre viviendas está lejos de ser una añagaza electoralista para captar votos en las elecciones locales y autonómicas convocadas para el 28 de mayo. Como le sale gratis, el presidente ha vuelto a empeñar su palabra de que va a financiar 43.000 nuevas viviendas públicas para alquiler social a precios asequibles, que se suman a las 50.000 anunciadas pocos días antes. En total 93.000, entre las que no se sabe si están incluidos los dos pisos que posee en propiedad y que se supone que están desocupados, puesto que su residencia oficial es el Palacio de La Moncloa.

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Los fontaneros de la calle Ferraz de Madrid y los consejeros del BATAPLOF, el Batallón de Asesores del Palacio de la Moncloa, hacen lo que pueden por dar credibilidad a las palabras de Sánchez. Como los españoles le han visto el plumero, un infiltrado en el BATAPLOF me ha susurrado que lo próximo que el presidente va a pregonar es la entrega de un cupón para el sorteo de 100.000 apartamentos amueblados en la playa, otros tantos automóviles y jamones de pata negra. Sus beneficiarios serán aquellos que acrediten de manera fehaciente haber depositado la papeleta apropiada en las urnas correspondientes.

Pero la inquina hacia el presidente Sánchez no conoce límites. Le afean hasta el hecho de tomar cualquier avión o helicóptero de la Fuerza Aérea española para desplazarse en visitas oficiales o con ocasión de bolos organizados por su formación política ¡Qué descaro! Quienes le acusan de cometer despilfarro desconocen que utiliza los reactores franceses Falcón y los también helicópteros galos Súper Puma por deferencia hacia el presidente Emmanuel Macron.

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Con un zapato en la mano

Pero la razón principal de descartar el automóvil y usar los medios aéreos es favorecer a los pilotos militares, que de ese modo acumulan horas de vuelo que, de no efectuarlas gracias a su magnanimidad, podrían ser vilipendiados y quemados en la “Hoguera de las Vanidades”. Y es que Sánchez ha leído la novela del gran periodista norteamericano Tom Wolf, que el director Brian De Palma llevó a la pantalla en 1990 con Tom Hanks, Bruce Willis, Melanie Griffith y Morgan Freeman en los papeles estelares.

Un compañero de aula del presidente cuando cursaba sus estudios en el Instituto de Enseñanza Media Ramiro de Maeztu de Madrid me ha contado que el joven Pedro Sánchez llegó a plantearse entre optar por la vida contemplativa y convertirse en monje cartujo o hacerse militar de carrera. Parece ser que era proclive a la disciplina, pero siempre que él fuera el prior del convento o el jefe de la unidad militar.

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Mi interlocutor me relata que Pedro desestimó entrar de novicio cuando se enteró que las mujeres no podían traspasar las puertas de los conventos de clausura masculinos. Y que se echó atrás al saber que tenía que hincar los codos para ingresar por oposición en cualquier academia de oficiales o suboficiales. También influyó su desdén hacia los valores humanos que se practican en las Fuerzas Armadas y en la Guardia Civil: amor a la patria, compañerismo, espíritu de servicio, honor, lealtad, espíritu de sacrificio y compromiso con la palabra empeñada.

En resumidas cuentas, no alcanzo a comprender cómo hay españoles que no besan el suelo que pisa Pedro Sánchez. Quizás es que temen infectarse de agentes patógenos. Por eso animo al presidente a que en sus apariciones públicas se descalce de zapatos y calcetines, al menos de un pie.

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De ese modo, tal y como muestran los comediantes británicos Monty Python en el largometraje “La vida de Brian” de 1979, blandiendo en alto uno de sus zapatos, tendría muchos más millones de seguidores y multiplicaría el número de sus votantes.

Una recomendación final. Señor Sánchez, utilice un buen desodorante para mantener seco el pie descalzo y evitar el tufillo a queso rancio, en especial durante sus largos discursos en la tribuna de oradores del Congreso. Aunque la presidenta Meritxell Batet ríe sus gracias, me dicen que tiene las glándulas olfativas muy desarrolladas y podría sufrir un síncope debido a los efluvios aromáticos de su pinrel al aire ¿A qué síííí?