
Con la reiterada frase de “uno de los mejores militares de Europa, no solo de España, uno de los mejores militares de Europa”, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha calificado y halagado al almirante Teodoro López Calderón durante la ceremonia de su toma posesión como Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), quien a partir de ese momento pasa a ocupar el mando operativo de los Ejércitos, la Armada y todas las organizaciones de carácter conjunto.
La mascarilla de protección contra el coronavirus que cubría el rostro del nuevo JEMAD ha impedido observar si el almirante ha llegado o no a ruborizarse ante la adulación de la ministra, palabras que ha pronunciado en presencia de los más altos cargos del departamento, de los Ejércitos y a escaso medio metro de su antecesor, el general del Aire Miguel Ángel Villarroya, que presentó su renuncia del cargo por una supuesta actuación que nadie en la cúpula política del ministerio de Defensa ha explicado los porqués ni ha defendido.

Al margen de que hasta la fecha no existe ninguna lista Forbes o equivalente que con carácter anual se dedique a medir, comparar y establecer quienes son los mejores militares de España, Europa o del mundo, el almirante López Calderón es un militar profesional “como la copa de un pino”, que “sabe hacerse querer y respetar”, afirman quienes han sido sus subordinados. De 66 años de edad, entre sus muchos destinos se encuentra el de haber sido desde 2012 el Jefe del Mando de Operaciones de la Defensa, responsable del planeamiento operativo, la conducción y el seguimiento de las operaciones militares, puesto que abandonó en abril de 2017 al ser nombrado Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA), mando que ejercía hasta ahora.
Desde el punto de vista humano y profesional, goza de un elevado prestigio en el seno de la Armada y el resto de Ejércitos. Es un marino “muy prudente y reflexivo, abierto a todo el mundo, al que gusta hablar y conocer diferentes puntos de vista”, coinciden sus jefes y quienes han trabajado codo a codo con él. También convergen en que tiene una carrera militar “muy completa”, goza de “visión prospectiva” y que “sabe discernir y ordenar con claridad las prioridades y las urgencias”.

Esas virtudes profesionales y valores humanos son los que de uno u otro modo ha expresado también la ministra, al resaltar en su alocución que le “admira por sus virtudes castrenses”, pero que “le admira más por sus virtudes humanas”. En resumen, un auténtico profesional de la milicia que a partir de ahora es el principal colaborador de Margarita Robles en los asuntos que atañen a la operatividad de las Fuerzas Armadas, toda una autentica montaña de asuntos por resolver, a cual más importante.
El acto castrense de relevo del JEMAD se ha celebrado en la mañana del 28 de enero en el patio central de la sede principal del departamento en Madrid, bajo la presidencia de la ministra Margarita Robles, ataviada con un abrigo rojo, que junto al granate son los colores dominantes en sus prendas de vestir. Durante la ceremonia, las efusivas palabras de la titular de Defensa hacia el almirante Lopez Calderón han contrastado con las protocolarias muestras de reconocimiento y afecto público hacia quien abandona el cargo, que ha sido su más cercano y estrecho colaborador.

Desde que Margarita Robles asumió la cartera de Defensa en junio de 2018 y hasta enero de 2020, el entonces teniente general Villarroya fue su jefe del Gabinete Técnico, el militar de mayor empleo y experiencia castrense en su inmediato equipo directivo. Él fue la persona que guió los primeros pasos y actuaciones de la magistrada por el edificio del Paseo de la Castellana número 109 ‒sede central del ministerio‒ y por una esfera de la administración del Estado que ella desconocía.
El general Villarroya era con quien Margarita Robles despachaba los principales asuntos del departamento un día sí y otro también. Quien coordinaba y preparaba el contenido de sus intervenciones en el Congreso y Senado, elaborada y daba forma a las respuestas a las preguntas parlamentarias y la acompañaba y orientaba en cada uno de sus viajes oficiales por España y el extranjero. De total confianza y discreto ha sido su fuente de seguridades para actuar en el escenario castrense. Era una especie de leal escudero de alto nivel. Ya de JEMAD, bajo su responsabilidad estuvo el operativo Balmis de combate contra la COVID-19.

El ascenso del general Miguel Ángel Villarroya al máximo escalón de las Fuerzas Armadas se prepara a finales de 2019, cuando la ministra decide desprenderse del que entonces es su JEMAD, el general de Ejército Fernando Alejandre que, como toda la cúpula militar, Robles decide retener de su antecesora Maria Dolores de Cospedal. Pero el general Alejandre le planteaba y argumentaba con conocimiento, solidez y mucha firmeza puntos de vista profesionales que no eran del agrado de Margarita Robles. Así pues, cuando planteó al presidente Pedro Sánchez la sustitución de Alejandre, no tuvo ninguna duda. Le propuso al militar que mejor conocía y con quien más relación directa mantenía, el general Villarroya, con el que se aseguraba una relación más fluida.
El cese del general Fernando Alejandre como JEMAD se produjo en enero de 2020 y nunca ha sido suficientemente explicado. Su relevo no tuvo ningún otro movimiento en el departamento, ya que fueron confirmados los jefes de la Armada y los Ejércitos de Tierra y Aire, al igual que los entonces secretario de Estado y subsecretario de Defensa, Ángel Olivares y Alejo de la Torre, respectivamente, que en el verano de 2020 abandonaron sus cargos.

Con una brillante hoja de servicios en España y el extranjero, reconocido gran profesional de la milicia y buen conocedor al detalle de las capacidades militares y limitaciones operativas de las Fuerzas Armadas españolas, el general Alejandre definió desde su privilegiada visión de conjunto el listado de prioridades de obtención de sistemas de armas que debían renovar el anticuado parque de armamento y material.
También evaluó el volumen de personal militar imprescindible para cumplir los compromisos adquiridos en misiones en el exterior y mantener el potencial de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire. Para todas las anteriores labores, Alejandre contó con un equipo de alto nivel liderado por su segundo de a bordo, el Jefe del Estado Mayor Conjunto (EMACON), el almirante Javier González-Huix.
El general Alejandre había sido con anterioridad ‒de octubre de 2015 a marzo de 2017‒ el primer español en convertirse en Comandante en Jefe de una de las dos grandes estructuras militares de la OTAN. Con sede en Brunssum (Países Bajos), era uno de los principales jefes operativos de la Alianza y su prestigio era tal que contaba con importantes apoyos y opciones para ocupar el cargo de presidente del Comité Militar de la Alianza, el más alto mando militar de la OTAN y el principal colaborador del secretario general. Pero su relevo de JEMAD de forma sorpresiva impidió que pudiera entrar en la terna de candidatos para el citado puesto.

Ahora, cuando la ministra ha contado con tres JEMAD en los 32 meses que ocupa la cartera de Defensa, el almirante Lopez Calderón tendrá que reevaluar, actualizar o sancionar todo cuanto Alejandre y Villarroya ya habían ultimado o tenían pendiente sobre la mesa. En su toma de posesión, el ya máximo jefe de los militares españoles ha destacado la contribución militar a la lucha contra la pandemia y que España tiene una Fuerzas Armadas “ajustadas”, por lo que “deben estar en la punta de lanza de la tecnología disponible”, para que les proporcione “la necesaria superioridad en el combate” que asegure “la defensa de España y nuestra sociedad”.
El almirante es consciente que tiene ante sí “un volátil e incierto escenario estratégico mundial” y que existen “riesgos y amenazas que se ciernen sobre la sociedad española y sus valores”. Afirma que “es necesaria la actuación coordinada de todos los instrumentos de nuestro país, el político, civil, económico y militar” y que hay que “actuar en el campo multidominio virtual, cognoscitivo y físico”, para poder operar en el “combate multidimensional cibernético, marítimo, terrestre, aeroespacial y de operaciones especiales”.
Pero cabe formularse algunas preguntas ¿El nuevo JEMAD contará con una estrategia del Gobierno de la Nación para poder hacer frente al peligro militar que se cierne sobre las zonas de interés de España? En su caso, ¿el Ejecutivo de Pedro Sánchez respaldará y apoyará la citada estrategia con el presupuesto adecuado? Las dudas al respecto son razonables.