
La robotización es la forma final de la degeneración capitalista de la humanidad. El capitalismo no transforma robots en humanos, sino humanos en robots. En lugar de que la evolución humana tenga un carácter histórico, adquiere un carácter tecnocrático. El capitalismo destruye la personalidad del hombre y lo reduce a un componente funcional de procesos técnicos a través de los cuales el capitalismo destruye el mundo humano y viviente. El concepto de "cosificación" (Verdinglichung) de Marx señala la tendencia dominante del desarrollo mundial. El capitalismo suprime al hombre como ser humano y natural y lo convierte en un medio técnico para el desarrollo del capitalismo.
Los robots son una proyección de la humanidad degenerada por el capitalismo. El capitalismo suprime las relaciones interpersonales y, al hacerlo, suprime al hombre como ser social. La sociedad se convierte en una multitud de individuos atomizados reducidos a una masa laboral-consumidora. Las personas pierden la necesidad de conexión humana. El hombre ya no busca humanidad en otro hombre, sino en mundos virtuales, mascotas y dispositivos tecnológicos. Los robots se convierten en un sustituto de los seres humanos.
Medido con criterios capitalistas, una de las ventajas más significativas de los robots sobre los seres humanos es que los robots, como "seres" técnicos, pueden mejorarse constantemente en función de la eficiencia productivista que tiene un carácter rentable. La tasa de rotación del capital es la fuerza motriz de la robotización de los humanos y de la tecnificación del mundo. Al final, el proceso de robotización se reduce al desarrollo del capitalismo, que implica la destrucción cada vez más intensiva del hombre como ser humano y creador de vida. La robotización indica que no hay límites para el futuro capitalista.
Esto es especialmente significativo cuando se trata de la "conquista del espacio". El enfoque tecnocrático del espacio y del futuro cósmico de la humanidad está condicionado por una mente tecnocrática deshumanizada. El hombre queda abolido como ser histórico y, por tanto, como ser cósmico único e insustituible. En lugar de esforzarse por crear un cosmos humano, el hombre es en cambio, a través de medios técnicos, abolido como ser humano y natural y reducido a procesos cósmicos que tienen un carácter energético y mecánico.
Los robots son una parte orgánica del mundo técnico, y sus características están condicionadas por la naturaleza del capitalismo. Se fabrican en serie y, como tales, son mercancías desechables. Los robots no son seres sociales ni históricos; carecen de emociones, de mente, de dignidad libertaria, de autoconciencia cultural y nacional, de criterios morales, de derechos, no enferman, trabajan 24 horas al día según lo programado, son reemplazables y pueden ser apagados y destruidos instantáneamente...
Los capitalistas no se esfuerzan por crear robots cada vez más parecidos a los humanos en sus cualidades, sino humanos cada vez más parecidos a los robots. Los humanos no son los modelos a seguir para los robots; los robots son los modelos a seguir para los humanos. A través del modelo espectacular de los robots, la maquinaria de propaganda capitalista impone a la gente la imagen del hombre capitalista del futuro. En realidad, los robots son sucedáneos de los humanos convertidos por el capitalismo en esclavos ideales.
El deporte es un ámbito en el que la robotización del ser humano en el mundo actual ha alcanzado su máximo nivel. El cuerpo humano se ha convertido en un medio técnico para conseguir récords, y la "búsqueda de récords" se basa en un fanatismo productivista de carácter técnico y destructivo. Esto es lo que define la personalidad de un atleta, así como su relación con el mundo y el futuro.
Teniendo en cuenta que el capitalismo está destruyendo cada vez más las condiciones de vida en las que el hombre como ser natural y humano puede sobrevivir, la capacidad distintiva de los robots para funcionar en entornos que son mortales para los humanos adquiere una importancia capital. La destrucción del entorno vital devalúa al hombre como ser humano y natural y fomenta aún más el proceso de robotización.
La robotización sugiere que el capitalismo puede sobrevivir sin humanos. En el mundo capitalistamente degenerado, la humanidad no sólo es superflua, sino que se ha convertido en un impedimento para el "progreso". Con el desarrollo de la sociedad de consumo, que significa que el capitalismo se ha convertido en un orden totalitario de destrucción, el capitalismo ha llegado al ajuste de cuentas final con el mundo vivo y con el hombre como ser humano y natural. El hombre se ha convertido en un "ser obsoleto" que ha de concluir su odisea cósmica en el vertedero capitalista.
Traducido del serbio por Igor Barjaktarević