La India ha hecho mucho por el inglés, pero no lo suficiente por sí misma

PHOTO/ARCHIVO - El primer ministro indio, Narendra Modi

Por la algarabía diplomática con que se recibió en Washington al primer ministro indio Narendra Modi, parecería que intrépidos exploradores estadounidenses acababan de descubrir la India y lo festejaban como Gran Bretaña trataba a los líderes tribales en el siglo XIX: enséñales el gran momento. Luego cooptarlos para que juraran lealtad. 

En este siglo, el equivalente estadounidense del gran momento es una visita de Estado y un sinfín de profesiones de amistad. La experiencia dice que Modi no morderá el anzuelo. 

Históricamente, India se ha mostrado reacia a aceptar el abrazo de Occidente. Aunque es democrática, capitalista y cuenta con la mayor diáspora, el afecto de India ha sido difícil de captar. 

Desde su independencia de Gran Bretaña en 1947, India ha buscado un estatus global manteniéndose distante e inclinándose hacia países y regímenes que son anatema para Occidente. Su primer primer ministro, Jawaharlal Nehru, fomentó el concepto de una tercera fuerza en el mundo: una constelación de naciones no alineadas con India en el centro. 

Mostraba un afecto perverso por la Unión Soviética -que difícilmente era no alineada- y no reflejaba los valores de India: libre circulación de personas, prensa libre, capitalismo y democracia. 

Hace años, un editor ejecutivo jubilado del Times of India, a quien conocía socialmente, me dijo: "Hay quizá un millón de indios que viven en Estados Unidos y sólo un puñado que viven en la Unión Soviética, pero nuestros líderes siempre se han inclinado hacia ellos. Es un rompecabezas".  

Ahora hay 4,2 millones de indios viviendo en Estados Unidos. 

Al mismo tiempo, los indios emigran por todo el mundo y se hacen un hueco en profesiones desde Canadá a Nueva Zelanda. En Gran Bretaña, destacan en política y el primer ministro, Rishi Sunak, es de ascendencia india. 

En Estados Unidos, ejecutivos de ascendencia india dirigen algunas de las mayores empresas tecnológicas, como IBM, Google y Microsoft. 

Los indios son una fuerza enorme en la literatura inglesa. Cada año, escritores indios figuran en las listas de los premios a las mejores novelas inglesas. Aunque los ordenadores que la mayoría de nosotros utilizamos se hayan fabricado en China, gran parte del software se ha escrito en la India. 

En inglés abundan las palabras indias: Pijamas, ketchup, bungalow, jungle, avatar, verandah, juggernaut y cot son sólo algunas. 

El efecto de la cultura india en el mundo es evidente, desde el curry y el arroz hasta el polo y el yoga. 

Sin embargo, la India sigue siendo una orilla lejana, esquiva y evidente al mismo tiempo. Un país de enorme talento que va a la zaga económicamente. Actualmente es la quinta economía del mundo. Con 1.400 millones de personas de evidente capacidad, la pregunta debe ser: ¿por qué sigue teniendo una pobreza aplastante? 

Andrés Carvallo, catedrático de Innovación de la Universidad Estatal de Texas, dijo en el seminario web “Digital 360”, del que soy panelista habitual, que creía que se debía en parte al retraso de India en la producción esencial de electricidad, señalando que China tiene cuatro veces la producción eléctrica de India. 

Pero ¿es esto síntoma o causa? Llevo décadas preguntándome por qué India no lo hace mejor. Me parece que las causas son múltiples, pero algunas pueden achacarse a Gran Bretaña, no porque los británicos fueran ocupantes de la India, sino por algunas de las cosas buenas que dejaron allí y que, perversamente, han permanecido en el tiempo. 

Uno de los embajadores de la India en Washington me dijo con orgullo que todos los ocupantes habían enriquecido la India y dejado algo de valor, desde Alejandro Magno hasta los mongoles y, por supuesto, Gran Bretaña y el Raj. 

Pero los británicos también dejaron tras de sí una burocracia lenta hasta la esclerosis y un sistema jurídico independiente, pero que tarda una eternidad en tomar una decisión. Además, algunas de las ideas predominantes en el pensamiento del Partido Laborista británico -y abandonadas hace tiempo- se impusieron en India y han sido extremadamente perjudiciales. Entre ellas, el proteccionismo, el papel del Estado en la economía y el miedo a la competencia exterior. 

Creo que el proteccionismo es el mayor de los males. Desalienta la competencia, la innovación y la creatividad. Sin quererlo, permitió a unas pocas familias concentrar demasiada riqueza y poder económico y trabajar para protegerlo. 

India es ahora más abierta, pero debe estar alerta contra los males que conlleva el proteccionismo, que sigue formando parte de su ADN. 

Hubo un tiempo en que se podía comprar un coche nuevo fabricado en India -diseño Fiat o Morris- que tenía 30 años de antigüedad. No hace falta innovar, basta con fabricar el mismo coche año tras año. 

Si liberaliza su economía, India podría algún día superar a China. Mientras tanto, deléitese con esas palabras indias que tanto han aderezado el inglés. 

En Twitter: @llewellynking2 

Llewellyn King es productor ejecutivo y presentador de "White House Chronicle" en PBS.