El otro mundo

- Extrañeza y desconexión
- Una forma indirecta de nombrar al otro
- Línea de demarcación entre dos mundos paralelos
- Mundo del derecho y mundo de la ilusión
Cuando percibimos que tal o cual persona “es un mundo aparte”, también cuando hablamos de una manera de “estar en el mundo” o de “ver el mundo”, ¿qué insinuamos cuando creemos que podemos “cambiar el mundo” o “soñar con un mundo mejor”? Ciertamente la palabra “mundo” de la que aquí se trata no se refiere al sentido más común que designa nuestro planeta Tierra, con sus habitantes y su entorno más o menos natural. Hablamos de metáforas, que no sólo moldean nuestra manera de hablar, sino también nuestra manera de ver, pensar y comprender las cosas, en la medida en que la verdad puede estar en la interpretación de la realidad.
Al afirmar que “el mundo en el que vivimos depende de cómo lo percibimos”, Arthur Schopenhauer destaca que nuestra visión del mundo es subjetiva y está influida por nuestra forma de pensar y sentir. Así, la interpretación que damos a los hechos, las relaciones y las situaciones vitales determina la manera en que experimentamos la realidad que nos rodea.
Para Shakespeare “Todo el mundo es un escenario” y la vida es como una obra de teatro, donde las personas pasan por los escenarios como actores, cada uno haciendo su entrada, cada uno haciendo su salida, desempeñando diferentes papeles.
Julio Cortázar sostuvo en su novela “Rayuela” que “el mundo no existe, hay que crearlo, como el ave fénix, expresaba una visión profundamente creativa y existencial sobre la realidad y la experiencia humana, en la que el mundo, tal como lo percibimos, es una construcción subjetiva y que, por lo tanto, es necesario construirlo activamente a través de la experiencia y la creación. La referencia al ave fénix enfatiza la idea de renacimiento y transformación constante, sugiriendo que cada individuo debe crear su propio mundo a partir de las cenizas de las experiencias previas.
En la novela filosófica “El mundo de Sofía" el autor Jostein Gaarder explora la historia de la filosofía a través de una niña llamada Sofía. Su mundo es el universo de los grandes filósofos y las ideas que han definido la humanidad, desde Sócrates hasta Sartre, un espacio de descubrimiento personal y filosófico que invita al lector a cuestionar la realidad, el conocimiento y su propia existencia.
Extrañeza y desconexión
La expresión “el otro mundo” puede tener un matiz peyorativo cuando se utiliza para describir algo que se percibe como extraño, exótico o diferente de lo común. Este uso puede implicar una sensación de desconocimiento o desconfianza hacia lo que se considera ajeno o inusual. Esta percepción puede reflejar una actitud de exclusión o desaprobación hacia lo que no se ajusta a los estándares o normas locales, como en novela “El mundo es ancho y ajeno" del autor peruano Ciro Alegría, que explora la vida de los campesinos andinos y su relación con el mundo exterior, un mundo, si bien es cierto que es ancho o inmenso, siempre será ajeno o extraño. Aunque ofrece muchas posibilidades, para los comuneros indígenas es un lugar demasiado extraño y hostil, por la falta de pertenencia y seguridad que sienten debido a la explotación y el despojo de sus tierras por parte de los terratenientes. El autor destaca cómo la comunidad es el único lugar donde los campesinos se sienten en casa y protegidos, mientras que el resto del mundo les resulta ajeno y peligroso.
Cuando se describe a alguien o algo como “de otro mundo”, puede significar que esa persona o esa cosa se percibe como fuera de lo común, inusual o difícil de entender. Esta expresión puede sugerir que sus características, ideas, comportamientos o perspectivas no se ajustan a las normas o expectativas sociales. En este sentido, “otro mundo” implica una sensación de extrañeza o desconocimiento, como si la persona operara en una realidad diferente a la de los demás. Sin embargo, también puede usarse para destacar algo positivamente excepcional, como algo impresionante o asombroso
El concepto de “mundo” es utilizado frecuentemente por ensayistas y actores mediáticos por su amplitud, flexibilidad y simbolismo. Intensificando varios niveles de existencia en una sola palabra, les permite abstraerse de diversos modos de ser y de actuar. Cuando decimos de alguien “es de otro mundo” o “vive en otro mundo”, especialmente en tono burlón, se trata de una expresión figurativa que sirve para subrayar una brecha con la realidad o las normas sociales, pero también para marcar una distancia irónica entre la persona y la realidad común. La palabra “mundo” aquí sirve para exagerar esta brecha al sugerir que la persona vive casi en un universo paralelo.
Una forma indirecta de nombrar al otro
En Marruecos, la expresión “el otro mundo” se ha convertido, en los últimos meses, en un término clave del contenido digital que circula en redes sociales. Desviada de su significado tradicional, esta fórmula se ha consolidado como un código implícito para designar a un país vecino, que actualmente rara vez se menciona explícitamente. Mediante este desplazamiento de sentido, los internautas expresan cierta ironía, una distancia crítica e incluso otra forma de percibir su propia identidad frente a la “otredad”. Esta forma indirecta de nombrar al otro refuerza la carga política y emocional de la expresión, a la vez que revela la creatividad lingüística propia de la dinámica digital marroquí.
Pero ¿cómo logró la expresión “el otro mundo” infiltrarse tan rápidamente en las redes sociales, hasta el punto de consolidarse como una fórmula viral, casi mágica? ¿Cómo este deslizamiento semántico hace posible designar un país, su régimen, su política y su discurso oficial, sin nombrarlo explícitamente? ¿Qué dice esta forma de usar un eufemismo con tintes poéticos o burlones sobre nuestra relación con la otredad? ¿Y por qué esta expresión, tan vaga como sugerente, parece hoy resumir mejor una realidad geopolítica o cultural que el simple nombre propio al que sustituye?
Para responder a estas preguntas, es necesario retomar el contexto nacional en el que surgió esta expresión en el contenido de las redes sociales en Marruecos. Un contexto político fuertemente marcado por el discurso real dirigido a la nación con motivo del 49° aniversario de la Marcha Verde, en el que el rey Mohamed VI, subrayando el amplio apoyo a la iniciativa de autonomía para el Sáhara, destacó que “Marruecos ha conseguido afianzar una realidad tangible y una verdad irreversible, sobre la base del derecho, la legalidad, el compromiso y la responsabilidad” antes de constatar que “paralelamente a esta situación de legalidad y naturalidad, existe, lamentablemente, ‘otro mundo’, separado de la verdad, que aún vive ilusiones del pasado, aferrándose a determinadas tesis completamente superadas por el tiempo.
Línea de demarcación entre dos mundos paralelos
Inmediatamente después de que Mohamed VI utilizó hace algunos meses, la formula “otro mundo” para referirse a ciertos factores geopolíticos, desconectados de la realidad, la expresión se encendió tan rápidamente en las redes sociales como una chispa en campo seco, convirtiéndose en un símbolo recurrente no solamente para describir posturas que parecen fuera de tiempo y espacio respecto al conflicto artificial sobre el Sahara marroquí, sino para referirse precisamente al país clave en la gestión de la agenda separatista contra Marruecos.
Un bloguero publica un vídeo de la ciudad de Dajla vista desde el cielo y lo titula “Un mensaje al otro mundo”. Otro, publica algunas imágenes relevantes de la capital de un país vecino bajo el título “Vengan a descubrir el otro mundo”. Otro más titula su post “Las fábulas de Yuha en el otro mundo”. Una periodista escribe sobre “lo que dice la TV del otro mundo”. Creadores de contenidos movilizan todo su potencial satírico y humorístico para resaltar defectos, paradojas o aspectos ridículos del país vecino, creando los títulos más elocuentes como “Noticias del otro mundo” o “Escenas cómicas del otro mundo” “Sólo en el otro mundo” “Escándalos del otro mundo”
Así pues, no podemos entender el uso mediático de la formula “el otro mundo” sin tener en cuenta la fuerte presencia del discurso real en el espacio público marroquí, un discurso que estructura en gran medida las representaciones de la nación, de su unidad y de su interés superior. Solo a partir de este discurso de reencuadre, que traza una clara línea de demarcación entre dos mundos paralelos e irreconciliables, se puede entender cómo esta expresión ha sido captada, reutilizada y ampliada por los internautas, ya sea de forma crítica, irónica o satírica.
La expresión “otro mundo” utilizada por el rey Mohamed VI contiene una connotación metafórica profunda que revela la existencia de dos realidades distintas y paralelas. Su primer sentido indica una separación marcada entre la realidad legítima y reconocida internacionalmente de Marruecos, basada en el derecho y el compromiso, y otra realidad diferente, atrapada en las ilusiones del pasado y que se niega a reconocer las evoluciones actuales. En otras palabras, no se trata simplemente de un desacuerdo de opiniones, sino de la existencia de “mundos” paralelos que no convergen hacia la misma verdad o posición. En cuanto al significado metafórico de “mundo” en el discurso real, no designa solo un lugar material, sino un espacio intelectual y político completamente distinto, que expresa un estado congelado o no evolutivo en comparación con el mundo real que Marruecos conoce y en el que se desenvuelve. Este uso subraya una dimensión fundamental del discurso, insistiendo en que la otra parte vive en un tiempo o espacio desconectado de los hechos reales.
Mundo del derecho y mundo de la ilusión
A través de esta expresión, el Rey señala que el conflicto provocado sobre el Sáhara marroquí es un conflicto entre el “mundo del derecho” y el “mundo de la ilusión”, lo que refleja la profundidad de las divergencias y la falta de comprensión entre las partes, confirmando así la fuerza y legitimidad de la posición marroquí frente a posturas desfasadas en el tiempo y no basadas en la realidad actual.
Pertenecer a “otro mundo” puede significar que alguien vive atrapado en el pasado, en este sentido, el discurso del rey Mohamed VI utiliza esta metáfora para describir a aquellos que siguen exigiendo un referéndum en el Sáhara marroquí, a pesar de que la ONU ha descartado esta opción y es considerada practica y definitivamente inaplicable. Mohamed VI los describe como viviendo en “otro mundo” separado de la verdad, que aún vive ilusiones del pasado y se aferra a tesis desconectadas de la realidad y superadas por el tiempo. La expresión “otro mundo” en este contexto intensifica el sentido de desconexión y extrañeza.
Por tanto, el uso de la metáfora de “otro mundo” en el discurso real resulta particularmente acertado, dado que recientes resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU han descrito la propuesta marroquí de autonomía en el Sáhara como “realista, seria y creíble”. Este reconocimiento implica implícitamente que otros enfoques —en particular la tesis separatista promovida por Argelia— no se perciben como equivalentes en términos de realismo o viabilidad. La metáfora del discurso real puede entonces interpretarse como una forma de conceptualizar sutilmente esta diferencia, sin caer en un tono ofensivo ni en el lenguaje formal y codificado de los textos diplomáticos. La metáfora sirve aquí para destacar una brecha de perspectiva o racionalidad, así como para aclarar las respectivas posiciones de forma firme pero mesurada, exponiendo la profunda divergencia entre las visiones marroquí y argelina sobre la solución de este conflicto, sin alimentar innecesariamente las tensiones.