Italia: Meloni, un liderazgo más aparente que real

Aunque algunos tengan la impresión de que la romana Meloni, presidenta del Consejo de Ministros desde el pasado día 22 de octubre, posee un liderazgo fuerte en este momento (tanto en su país como a nivel comunitario), la realidad es que este liderazgo es bastante menos fuerte de lo que parece. Y a las pruebas nos remitimos.

Comencemos por la primera realidad que ha llevado a Meloni al “estrellato” político: sus dos rivales de entidad, que no son otros que sus compañeros de generación (Matteo Salvini, nacido en 1973, y Matteo Renzi, nacido en 1975, frente a una Meloni que es de 1977), se encuentran en sus horas más bajas. En el caso de Salvini, el otrora triunfador en las elecciones europeas de 2019 (donde le votó hasta el 34% del censo), en las pasadas elecciones generales apenas llegó al 9% de los votos, y en las pasadas elecciones a la región de Lombardía (13 de febrero), se llevó el 17% de los votos cuando en 2018 su partido, con él también como líder, superó el 29% de los sufragios. 

Ahora, el político lombardo y líder de la Lega, ha logrado ser viceprimer ministro y titular de Infraestructuras gracias a que Meloni necesita sus votos para gobernar, pero eso no oculta que en la Lega hace ya tiempo que le están buscando un sustituto, que de momento no encuentran. Y es que Salvini ya ha sido “cabeza de cartel” en dos ocasiones (2018 y 2022) en lo que se refiere a las elecciones “políticas” (legislativas diríamos aquí), y no da la impresión de que le vayan a dejar ser candidato una tercera vez. Está a punto de cumplir los 50 años, su falta de formación (dejó la carrera universitaria con 20 años para meterse en política) le deja muchas veces en evidencia, y ya no es el político en alza de la legislatura anterior. Paradójicamente, puede acabar convirtiéndose en el sucesor de Meloni cuando ésta dimita si es que lo hace (algo muy posible teniendo en cuenta que con los tipos de interés al 3,5% y con una deuda pública del 154% sobre PIB, acabará sufriendo graves problemas socioeconómicos), ya que Forza Italia seguramente le apoyaría para ser primer ministro, aunque, eso sí, tiene en el otro vicepresidente (y a la vez titular de Asuntos Exteriores), Antonio Tajani, un rival de primer nivel para sustituir un día a la citada Meloni.

A su vez, Matteo Renzi, quien aún conserva el “prurito” de haber sido el presidente del Consejo de Ministros más joven de la Historia de la Italia republicana (39 años recién cumplidos tenía cuando en febrero de 2014 recibió el “incarico” de formar Gobierno de manos del entonces presidente Napolitano), y que igualmente es el único que puede decir, junto a Silvio Berlusconi y Bettino Craxi, que sabe lo que es tener un gobierno que dure más de 1.000 días (1.020 para ser más precisos), ahora “pena” en el Senado con su escaño de parlamentario por Campania y su partido, Italia Viva, se encuentra virtualmente estancado. En la práctica va creciendo porque cada año que se convocan elecciones administrativas logra tener más representantes municipales e igualmente consejeros en los gobiernos de cada región, pero la realidad para él es que en este momento sus posibilidades reales de seguir haciendo carrera política están más en las elecciones europeas de 2024 (donde podría convertirse en el primer presidente transalpino del Consejo Europeo, tras dos belgas (Van Rompuy y Michel) y un polaco (Tusk), o en titular de una comisaría importante, como Asuntos Económicos o Competencia) que la política nacional, donde, al igual que Salvini, solo lograría ser presidente del Consejo de Ministros por la vía de un “incarico” del presidente de la República, pero no a través de una victoria en las urnas.

Volviendo a la romana Meloni, las diferentes convocatorias electorales han puesto de manifiesto que se está beneficiando de una mezcla de votos a su favor y de voto-protesta. Pongamos el ejemplo de las pasadas elecciones al gobierno de la región del Lazio. Cierto es que se la arrebató al Partido Democratico (PD, otro partido en horas muy bajas), que había gobernado allí durante dos legislaturas consecutivas, pero también es igualmente cierto que el Lazio es un bastión histórico de la derecha, y el partido de Meloni (Fratelli d´Italia) es, con diferencia, el más fuerte dentro de la derecha transalpina, con lo que lo esperable es que Meloni ganara en esta región. Pero hay que ver los datos en su lado más “crudo”: su candidato (Boccia) ganó con el 52% de los votos, pero con tan sólo un 37% de participación en las urnas. En otras palabras, solo dos de cada diez habitantes de la región del Lazio votó al candidato de Meloni, y, lo que es peor, un PD-Terzo Polo en su peor momento casi llega al 38% de los votos (el ridículo lo hizo, como era esperable, la candidata de Cinque Stelle, con el 9% de los sufragios, pero es que Cinque Stelle, sin “reditto di citadinanza”, tiene muy poco que hacer en el momento actual).

También en la política europea Meloni cuenta bastante menos de lo que se cree, sobre todo a ojos de los principales líderes europeos. Hace unos días el canciller alemán y el presidente francés cenaron juntos en un encuentro para decidir muchos temas (entre ellos, qué hace con la guerra de Ucrania, que parece no tener fin, y que sigue dividiendo a los miembros de la Unión): en caso de haber sido presidente del Consejo de Ministros el ya ex primer ministro Mario Draghi, casi con toda seguridad que el canciller alemán y el presidente francés no se hubieran atrevido a excluir al máximo mandatario de la tercera economía de la eurozona, pero, claro está, Meloni no es Draghi, y ellos lo sabían. 

De cara al futuro, Meloni sabe que, con un centroizquierda en plena reconstrucción y con la abultada mayoría que posee el centroderecha en el Parlamento, puede estar en los meses venideros tranquila. Pero esos “nubarrones en el horizonte” de los que ya habló Mario Draghi en el verano pasado aparecen cada vez con más claridad: la subida de tipo de interés obliga al Gobierno Meloni a dedicar una cantidad cercana a los 100.000 millones de euros solo a pagar intereses de la deuda, lastrando, y mucho, el resto de políticas; el crecimiento previsto por la Comisión Europea está en este momento en el 0,8%, con lo que no hay recesión, pero sí muy poco impulso económico (frente al 6,3% de 2021 y el 3,3% del 2022); y aunque el tema energético se encuentra muy bien encarrilado (entre otras razones porque Draghi le dejó el camino “libre” con el pacto con el Gobierno argelino de julio pasado), ello no evita una importantísima subida del coste de la vida que generará cada vez mayor malestar social.

Veremos de qué manera se sigue desenvolviendo el aún “joven” Gobierno Meloni (solo tiene cuatro meses de vida en este momento), pero, tal y como está transcurriendo todo, podemos ver que en las diferentes elecciones al gobierno de la región que habrá en la segunda mitad del año (Abruzzos, Cerdeña, etc.) podemos encontrarnos con el inicio de la caída en popularidad del actual Ejecutivo. Todo dependerá, y mucho, de la guerra ruso-ucraniana, pero el hecho de que ninguno de los principales economistas transalpinos (como Fabio Panetta o Daniele Franco) no quisieran ser titulares de la cartera de Economía y Finanzas, y hubiera que llamar a un mero licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Bocconi como el “leghista” Giorgetti para que se hiciera cargo de ello, dice mucho de que lo que los que más saben de Economía esperaban que sucediera en el futuro: aún no se percibe con nitidez, pero todo es un tema de tiempo.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor en la Universidad Camilo José Cela y autor del libro “Historia de la Italia republicana” (Silex Ediciones, 2021).