Opinión

Renzi rompe con la coalición y deja el Gobierno en el aire

photo_camera Matteo Renzi

Finalmente, ha sucedido lo que más de uno esperaba desde hace casi un mes: que Matteo Renzi rompiera con la actual coalición de Gobierno y dejara la “maggioranza” en el aire. Algo que, conociendo el carácter de Renzi, más de uno vio venir, pero muchos más los que no quisieron aceptar. Y es que el senador por Toscana y primer ministro no es un político al uso: o acepta lo que ve, o pega portazo sin mayores complicaciones. Y que sean otros los que lo arreglen.

En realidad, todo esto tiene su punto de partida en hace poco más de un mes. Al primer ministro Conte, que hasta ese momento había desempeñado una figura básicamente de “hombre de las instituciones”, no se le ocurrió mejor idea que diseñar una administración de fondos del llamado “Recovery fund” (209.000 millones de partida, más otras cantidades que deben añadirse procedentes de otros fondos) sin contar para ello con el partido que daba la “maggioranza” al actual Gobierno, y que no era otro que la Italia Viva de Matteo Renzi. Craso error, porque Renzi no es persona de envainarse las cosas, así como así, y menos si quien ha tomado la decisión es alguien por la que no siente el más mínimo respeto, como es el caso del primer ministro Conte, un viejo conocido suyo porque, cuando Renzi era alcalde de Florencia, Conte daba clases de Derecho Privado en la universidad de esta misma ciudad.

El que aún sigue siendo “premier” más joven de la historia de la I República italiana (39 años recién cumplido en el momento de acceder a la Presidencia del Consejo de Ministros) ha demostrado ser en todo momento una persona de fuerte carácter. Ello le ha llevado, en menos de una década, a enfrentarse con toda la dirigencia del partido con el que inició su trayectoria política (el PD, fundado en octubre de 2007), teniéndoselas bien tiesas con quien tenía todas las de ganar (Pier Luigi Bersani, ministro en varios Gobiernos del centroizquierda); ello le llevó a ser candidato de nuevo a las primarias del PD en mayo de 2017 a pesar de haber perdido un “referéndum” constitucional y de haber dejado de ser primer ministro; y ello le llevó, finalmente, a romper con el PD (septiembre de 2019) para fundar su propio partido, Italia Viva.

Renzi, que tiene una formación hundida en intención de voto desde hace meses (no es capaz de pasar del 3%, si bien en los comicios para el gobierno de siete regiones en septiembre de 2020 fue capaz de sobrepasar el 5% de apoyo electoral) no podía aceptar de ninguna manera quedar excluido del diseño del “Recovery fund”: se hubiera visto en la tesitura de apoyar a una coalición, durante un mínimo de dos años, en la que su partido se hubiera diluido por completo. Así que no tuvo más remedio que dar la “pataleta”, convirtiendo este asunto en una pugna personal con el primer ministro Conte, a quien Renzi había decidido ya volver a mandar dar clases de Derecho Privado en Florencia.

Hay que tener presente que, a pesar del enfrentamiento abierto entre Conte y Renzi, la coalición ha seguido funcionando como si nada pasara. Todos ellos votaron a favor de la Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2021, y, a su vez, el ministro de Sanidad (Roberto Speranza) pudo iniciar sin mayores obstáculos la campaña de vacunación. Incluso el diseño del llamado “Recovery fund” fue finalmente aprobado en la noche del pasado 12 de diciembre, aunque, eso sí, con la abstención de las dos ministras del partido de Renzi que estaban presentes en el actual Gobierno. Lo que hacía presagiar lo que sucedió al día siguiente, y es que ambas dimitieran y dejaran al Gobierno en más minoría que nunca: si ya con Renzi no eran capaces de alcanzar la mayoría absoluta, ahora ni se acercaban a la mayoría simple.

Giuseppe Conte

Los dirigentes del PD, que conocen muy bien a Renzi por todos los años que estuvieron juntos, ya advirtieron al Movimiento Cinque Stelle del riesgo que se corría si se daba la posibilidad de que Renzi abandonara la coalición: sabían que el joven político toscano era capaz de ello, y de más. Por eso han estado hasta el último momento intentando que Italia Viva siguiera dentro de la coalición, pero la situación no tenía salida posible: Renzi quería ya la cabeza de Conte, y Cinque Stelle se negaba a ello porque era el único baluarte que le quedaba, ya que su proceso de descomposición se acelera por momentos. Y Renzi supo darle a Conte donde más le dolía: exigiéndole el “visto bueno” al MES o mecanismo “salva-Estados”, que Renzi pedía a gritos porque suponía una inyección automática de 36.000 millones, pero a lo que Conte seguía negándose porque era algo de lo que su formación, ya completamente desdibujada, había hecho bandera.

La “tratativa” (negociación) para lograr una “intessa” (pacto) ha durado más de un mes, pero ha fracasado por completo: Renzi, sus ministras y sus decisivos 18 senadores (incluyendo a Renzi, que lo es por Toscana) abandonan definitivamente la coalición. Ahora le toca a Conte someterse a una moción de confianza, donde el principal problema no es salvar la cabeza, que lo puede lograr, sino forjar una nueva “maggioranza” que solo puede salir del Grupo Mixto (cada vez más poblado) o de senadores que abandonan su partido de origen. Algo muy difícil de lograr, teniendo cuenta lo que supone un sistema de listas cerradas (en que todos los parlamentarios deben obediencia a su líder si quieren salir reelegidos), aunque no imposible: lo comprobaremos en días venideros.

Claro que está por ver lo que piensa el presidente de la República, Sergio Mattarella, ahora el hombre decisivo. Si ve que Conte sigue gobernando con una mayoría más que exigua, entonces le retirará su confianza (esto es, le exigirá su dimisión) y pondrá en marcha un Gobierno no político: ya sea presidido por el anhelado por todos (el prestigioso expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi), o por otras figuras, (Marta Cartabia, Ignazio Visco, etc.), será básicamente un Gobierno en el que su “premier” y las personas que dominen el área económica no pertenezcan a ningún partido político. Lo que supondría un fracaso en toda regla de la clase política, que, como durante el Gobierno Monti (2011-13), se verían resignados a votar lo que les pidiera el nuevo primer ministro y dejar sus cuitas para otro momento.

Veremos qué sucede en semanas venideras, pero lo que ha acaecido no debe sorprender a nadie. Renzi siempre despreció a Conte, y este, que no posee ningún ascendiente sobre la clase política y que no pasa de ser un gris profesor universitario, no se le ha ocurrido mejor idea de que dejar de lado a quien le permitía gobernar. Es el enésimo traspiés de un partido, el Movimiento Cinco Estrellas, incompetente por naturaleza, nacido de un evidente hartazgo de la clase política pero que ha hecho el país aún más ingobernable. La realidad es que todos salen perdiendo, pero el que menos es Matteo Renzi, que ya estaba sumido en la inanidad política: ahora, gracias a Conte, tendrá la posibilidad de irse donde él quiere estar desde hace años, que es cercano al centroderecha.

Porque Renzi ha sido desde el inicio un democristiano a la vieja usanza, un sucesor de Alcide de Gasperi, Amintore Fanfani (toscano como él) o de Aldo Moro. Y, ahora, fuera de esta coalición, se sentirá más cómodo que nunca. La cuestión es cómo saldrá un país de la relevancia de Italia (tercera economía de la Unión Europea) de esta situación. Menos mal que, una vez más, todo queda en menos de un político y jurista del prestigio de Sergio Mattarella, uno de los más prestigiosos presidentes que ha tenido la I República italiana. La solución a todo ello, en cuestión de días o de semanas.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es Doctor en Historia Contemporánea y autor del libro ‘Italia, 2013-2018. Del caos a la esperanza’ (Liber Factory, 2018).