Opinión

Sergio Mattarella se convierte en el presidente más longevo de la Italia republicana

PHOTO/FILE - Sergio Mattarella
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Este mes de octubre ha tenido como novedad en la política transalpina el hecho de que Sergio Mattarella, presidente de la República italiana desde el 3 de febrero de 2015, se haya convertido en el jefe de Estado más longevo desde que fuera fundada la República italiana allá por junio de 1946: ocho años y nueve meses al frente del Palacio del Quirinal, superando la anterior plusmarca del recientemente fallecido expresidente Napolitano (ocho años y ocho meses entre 2006 y 2014). 

Y lo cierto es que Mattarella, que tiene mandato hasta febrero de 2029, ha logrado este “record” en un momento de máximos de popularidad. Una popularidad que se explica en función de sus numerosos aciertos en el desempeño de su labor como primera autoridad del Estado.

En realidad, no debería sorprender tanto que Mattarella sea considerado por algunos (como el prestigioso periodista Bruno Vespa) el mejor presidente que jamás haya tenido la República italiana. Nacido en Palermo (Sicilia) el 23 de julio de 1941, Mattarella es hijo de Bernardo Mattarella, cinco veces ministro en gobiernos de la Democracia Cristiana (DC) a lo largo de los años cincuenta. El ser vástago de uno de los principales políticos democratacristianos de Sicilia le dio la posibilidad de conocer a los mayores “exponentes” de este histórico partido: Alcide de Gasperi, Amintore Fanfani o Aldo Moro. También conoció en primera persona a los célebres jueces asesinados por la Mafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, y a otros muchos más.

Lo cierto es que Mattarella, el menor de dos hermanos varones, no tenía en principio pensado dedicarse a la política. Licenciado en Derecho por la Universidad de La Sapienza (Roma, 1964), durante casi dos décadas fue docente en la Universidad de su Palermo natal, centrando labor universitaria en el Derecho Parlamentario. 

Pero su vida cambió por completo el 6 de enero de 1980. Ese día su hermano Piersanti, por aquel entonces gobernador de la Región de Sicilia, fue asesinado por “Cosa Nostra” cuando se dirigía a misa a celebrar la Epifanía del Señor. Su hermano Sergio fue el primero en acudir a socorrerle, pero fue inútil: Piersanti murió prácticamente en el momento, finalizando abruptamente la que se preveía una brillante carrera política.

Sergio, persona muy unida a su hermano mayor, decidió recoger el testigo y, en las siguientes elecciones generales, celebradas en 1983, logró acta parlamentaria por la DC en la Cámara Baja. Una legislatura, la de 1983-87, donde el principal protagonista fue Bettino Craxi, presidente del Consejo de Ministros en dos gobiernos consecutivos gracias al apoyo del principal partido del arco parlamentario, que no era otro que la DC. 

Cuando, tras las elecciones de 1987, la DC decidió recuperar el control del Consejo de Ministros, Mattarella pasó a tener mucha más relevancia. Así, en julio de 1987 se convirtió en ministro de Relaciones con el Parlamento, puesto que mantuvo hasta julio de 1989; de ahí pasó a Instrucción Pública, donde permanecería hasta julio de 1990. 

A pesar de “Tangentopoli” y la consiguiente operación judicial conocida como “Mani Pulite”, iniciada en febrero de 1992, y de que la Democracia Cristiana (DC) fue disuelta por temas de corrupción en enero de 1993, Mattarella siguió en política, llegando su mejor momento en la legislatura 1996-2001: entre octubre de 1998 y diciembre de 1999 fue vicepresidente del Consejo de Ministros. Mantendría acta de parlamentario hasta las elecciones de 2008, llegando ser miembro del Partido Democrático (PD), fundado en octubre de 2007 y formación que actualmente aglutina a la mayor parte del centroizquierda.

Celebradas nuevas elecciones de 2008, Mattarella decidió abandonar la política, sin saber que aún le quedaba lo más importante por hacer. En efecto, el 11 de octubre de 2011 fue nombrado miembro de la Corte Constitucional, donde estuvo hasta que el 29 de enero de 2015 los miembros del cuerpo elector decidieron que se convirtiera en el nuevo presidente de la República, con 646 votos sobre un total de 1.007: fue Matteo Renzi, por aquel entonces presidente del Consejo de Ministros, quien impulsó su candidatura, sin saber que estaba nombrando jefe del Estado a alguien de tanto carácter como extraordinaria habilidad para manejar la clase política. No en vano, llevaba tratando políticos del máximo nivel desde su niñez, y todo ese conocimiento acumulado lo pondría en práctica en años posteriores.

Los primeros años de la presidencia de Mattarella (básicamente, los años 2015, 2016, 2017 y la primera mitad de 2018) fueron muy fáciles para el político y jurista siciliano. Sólo tuvo que nombrar un gobierno, el encabezado por el romano Paolo Gentiloni (12 de diciembre de 2016), tras perder Matteo Renzi el “referéndum” constitucional: con una mayoría heredada del político toscano, Gentiloni, que ya había sido ministro de Comunicaciones (2006-08) y ministro de Asuntos Exteriores (2014-16), no tuvo más que continuar con la gestión iniciada por Renzi en febrero de 2014.

Las dificultades llegarían tras las elecciones generales de marzo de 2018: el centroderecha venció con el 37% de los votos, a tres puntos de la “maggioranza”; pero el auténtico ganador era el Movimiento Cinco Estrellas, un partido “anti-política” que se alzó con el 32,6% de los votos. 

La formación del primer Ejecutivo de la legislatura se convirtió en algo particularmente endiablado, sobre todo porque Renzi, que aún controlaba los grupos parlamentarios del PD, no quería de ninguna manera un pacto con los “pentastellinos”, lo que llevó a que fueran necesarios hasta tres meses completos para forjar una “maggioranza” (marzo, abril y mayo de 2018). 

Finalmente, el pacto de Cinque Stelle no fue con el PD, sino con la Lega de Salvini, con lo que el conflicto con las autoridades comunitarias estaba asegurado. Y es que Salvini, político lombardo que había iniciado su carrera allá por 1993 (con solo 20 años), era un conocido antieuropeísta, de ahí que rápidamente entrara en colisión con el entonces presidente de la Comisión, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2019. Eso sí, Mattarella se las tuvo “tiesas” con Salvini, que pretendía que la cartera de Economía y Finanzas fuera para un conocido enemigo de la moneda única (Paolo Savona), y le impuso que este Ministerio fuera dirigido por un economista ortodoxo que daba clases en la Universidad Tor Vergata y que se llamaba Giovanni Tria.

En agosto de 2019 Salvini decidió hacer caer el Gobierno del que él era viceprimer ministro para intentar ir a unas elecciones anticipadas que muy seguramente hubiera ganado, pero aquí se encontró de nuevo con Mattarella: sabedor de que los diferentes sectores del PD, enfrentados entre sí desde hacía años, podían aliarse para evitar unas elecciones que hubieran supuesto una auténtica debacle para el centroizquierda, el presidente de la República logró forjar una segunda “maggioranza” entre PD y Cinque Stelle, mandando a Salvini a la oposición. En realidad, era una coalición a cuatro, que incluía el partido recién fundado por Matteo Renzi (Italia Viva) y la corriente de izquierdas del PD llamada Libres e Iguales (LeU). Una coalición que daría la posibilidad de mantener viva la legislatura hasta al menos finales de 2020 o comienzos de 2021.

En enero de 2021 vino el tercer sobresalto de la legislatura y la tercera ocasión para que Mattarella pusiera de nuevo su habilidad en juego. Ahora era Matteo Renzi quien hacía caer el Gobierno, y fue ese el momento escogido para llamar a Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE) y figura del máximo prestigio, y ofrecerle que dirigiera un gobierno de independientes, el tercero tras el encabezado por Ciampi (1993-94) y Monti (2011-13). Draghi aceptó y, con el “visto bueno” de Mattarella, lideró una nueva “maggioranza” en la que estaban todos los partidos importantes menos los Hermanos de Italia de la romana Meloni. El Gobierno, nacido el 13 de febrero de 2021, fue un completo éxito y logro tasas de crecimiento no vistas desde los años ochenta, hasta que acabó finalmente cayendo en julio de 2022.

La legislatura, aunque no llegó a los cinco años previstos en la Constitución, alcanzó los cuatro años y media de vida gracias a la capacidad del siciliano Mattarella, hombre curtido en mil batallas y con un talento único para manejar los diferentes partidos políticos. Para ese momento había sido reelegido presidente de la República (enero de 2022), ante la incapacidad de las formaciones políticas de lograr un nombre pactado que le sustituyera. Recibió más de 750 votos, quedándose a menos de 100 de los logrados por Sandro Pertini en 1978, el presidente más votado de toda la historia republicana.

Celebradas nuevas elecciones en septiembre de 2022, y con el centroderecha ahora sí vencedor con una mayoría aplastante, Mattarella supo orillar la desconfianza de la romana Meloni, cuyo partido había sido el más votado, y le dio todo su apoyo para la formación del Gobierno con la condición de que Salvini no pudiera volver a Interior (acabaría siendo nombrado viceprimer ministro y titular de Infraestructuras) y de que Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo, dirigiera la diplomacia transalpina. El Gobierno Meloni se convirtió en una realidad el 22 de octubre de aquel año, y Mattarella tuvo el honor de ser el primer presidente en nombrar a una mujer presidenta del Consejo de Ministros tras 32 hombres consecutivos.

A partir de ahí, Mattarella, que en julio pasado cumplió los 82 años, ha seguido desempeñando su labor presidencial al tiempo que seguía ganándose el afecto de un país muy harto de su clase política, pero que sabe que tiene en este veterano democratacristiano una figura de las máxima garantías. De ahí que ya sea el presidente más longevo de la historia de la República italiana y que no se atisbe, de momento, el final de su segundo mandato, dado que goza de muy buena salud y es conocida su enorme austeridad personal e institucional. Y es que Sergio Mattarella ha sido, y está siendo, el mejor jefe del Estado para un momento de paulatina descomposición de la política nacional.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de la Universidad Camilo José Cela y autor del libro “Italia, 2018-2023.De la esperanza a la desafección” (Liber Factory, 2023).