Opinión

Dos guerras que fracturan a Europa

PHOTO/AFP/KENZO TRIBOUILLARD - El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
photo_camera PHOTO/AFP/KENZO TRIBOUILLARD - El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofrecen una rueda de prensa al término de una cumbre de la Unión Europea, en la sede de la UE en Bruselas, el 27 de octubre de 2023

Por primera vez en dos años, la guerra de Ucrania no ha encabezado el orden del día del último Consejo Europeo. Ha sido otra guerra, la que enfrenta Israel a Hamás la que ha ocupado las principales preocupaciones de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, impotentes por otra parte de alcanzar la unanimidad respecto de estos dos grandes desafíos, cuyo desenlace final cuando se produzca habrán alumbrado a todas luces un nuevo orden, o al menos una parte importante de él. 

Al mismo tiempo que en Israel comparecía el núcleo duro del Gabinete de Guerra: el primer ministro, Netanyahu, y sus ministros Galant y Gantz, para mostrar una unidad sin fisuras, en Bruselas abundaban las discrepancias y los matices. “Israel está librando la guerra de toda la humanidad”, afirmaba rotundamente Netanyahu que añadía que “si Israel no la ganara nuestros aliados conocerán enseguida que serán los siguientes [en caer]”. 

Los líderes de la UE solo alcanzaban a ponerse de acuerdo en llamar al establecimiento de corredores humanitarios en Gaza y a solicitar “pausas por necesidades humanitarias”, una fórmula mínima de consenso acompañada del deseo de organizar rápidamente una “conferencia internacional por la paz”. 

Sin embargo, no parece que la UE disponga hoy de la fuerza e influencia necesarias para que ambos objetivos se consigan de inmediato. El Gobierno israelí afirma que “está librando su segunda guerra de independencia” al tiempo que señala que los llamamientos a pausas o treguas, “inspirados de uno u otro modo por Hamás, no buscan soluciones humanitarias sino aliviar la presión de la guerra sobre ellos mismos”. 

Con sus bombardeos selectivos sobre objetivos situados en Siria e Irak, Estados Unidos también ha entrado directamente en esta guerra, en la que todos los actores claman porque no desborde los escuetos límites de Gaza. La realidad lo desmiente. Los ataques de colonos judíos a agricultores palestinos en Cisjordania, así como las operaciones de los militares judíos sobre presuntos miembros de Hamás, también en la Cisjordania ocupada, indican que la guerra se ha extendido ya a todos los territorios palestinos.  Líbano tiene bastantes papeletas para ser objetivo prioritario de Israel si persisten los ataques de Hezbolá sobre territorio israelí, una vez comprobado que la fuerza de interposición de la ONU no parece capaz de impedirlos. 

Por otra parte, los objetivos bombardeados por Estados Unidos en Siria e Irak pretendían cortar de raíz los ataques supuestamente proyectados por las organizaciones islámicas sostenidas y financiadas por Irán, todo lo cual, se quiera o no, vuelve a dibujar el antagonismo que se pretendía difuminado entre Occidente y el mundo árabe. Éste, además, vuelve también a verse implicado en su conjunto por la renovada propaganda de Hamás y la Yihad Islámica, que reclama su realineamiento incondicional con el pueblo palestino, arrogándose de paso, en el caso de Hamás, ser su único representante. 

En este complicado e infernal tablero también se ha producido una importante coincidencia en Moscú: la de una delegación de Hamás con el viceministro de Asuntos Exteriores de Irán, Ali Bagheri Kani. El Kremlin se ha apresurado a desmentir que el mismo presidente Vladímir Putin los haya recibido, pero no hace falta ser muy perspicaz para colegir que los funcionarios rusos que sí les han saludado se hayan limitado simplemente a mostrarles los primeros copos de nieve caídos sobre la capital rusa. 

Volviendo al Consejo Europeo, sus integrantes pudieron ver y escuchar por video en Bruselas al presidente ucraniano Volodymir Zelenski, que volvía a reclamar que no decayera la atención ni la ayuda que le prestan a su agredido país. Llamamiento que, además de la díscola Hungría de Viktor Orban, ya cuenta también con la negativa de la Eslovaquia de Robert Fico. Rusia espera insistir en ahondar en las fracturas que ya se van haciendo más evidentes en el seno de la UE. Para ello, no dudará en impulsar su propaganda antioccidental en el mundo musulmán y en ese nuevo Sur Global. 

Ante semejantes desafíos, la UE no tiene más alternativa que la de constituirse también en gabinete de guerra, es decir definir con claridad los objetivos a conseguir, el primero de los cuales sigue siendo que Ucrania no pierda la guerra frente al invasor ruso; eliminar o cuando menos aparcar las discrepancias, y definir de inmediato y sin contemplaciones una política común respecto de la inmigración ya en curso, que sin duda se multiplicará a medio plazo, y prepararse para afrontar la desestabilización que aquejará más aún si cabe a toda la Franja del Sahel. O sea, que se acabe también el metalenguaje y se llame a las cosas por su nombre. Por ejemplo, que Europa no está ni vive en un oasis de paz. Enfrenta dos guerras, aunque de momento solo toquen aparente y tangencialmente a su territorio.