Israel redobla sus ataques a la UNRWA

Tan violento calificativo es la reacción del Gobierno israelí a la publicación del tan esperado informe sobre la Agencia de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina (UNRWA). El documento había sido encargado por el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, a una comisión independiente, tan pronto como Israel acusó a doce empleados de la citada agencia de haber participado directamente en la matanza del 7 de octubre de 2023, que acabó con la vida de más de 1.200 judíos, 3.000 heridos y 250 rehenes, en la mayor tragedia infligida en un solo día al pueblo judío desde la II Guerra Mundial.
Sostiene Israel que la UNRWA emplea “a más de 400 terroristas” sobre el total de 30.000 trabajadores al servicio de la agencia, motivo por el que, a raíz de la sangrienta operación realizada por Hamás, instó a todos los países donantes a cancelar sus aportaciones al organismo, consigna que fue seguida por varios de ellos, Estados Unidos y algunos miembros de la Unión Europea entre ellos. No así por España, que incluso aumentó su contribución por orden del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Pero, el informe concluido por la comisión independiente, presidida por la antigua ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, concluye que “Israel no ha aportado la prueba fehaciente de que los empleados de la UNRWA a los que acusa sean efectivamente terroristas”.
En su escrito, Colonna y sus colaboradores reconocen que la agencia tiene efectivamente “problemas de neutralidad política”, una característica que Naciones Unidas exigen tanto a la UNRWA como a todas sus agencias, pero de ahí a concluir que albergue en su seno a elementos terroristas va un trecho, máxime si en las acusaciones se desliza y se sugiere que tales delincuentes realizarían sus actividades si no con el conocimiento de la propia UNRWA, sí al menos con su ceguera consciente.
El informe se extiende y aclara los problemas de neutralidad a que se alude y afirma que efectivamente “hay casos de personal empleado [en la agencia] que manifiesta públicamente sus opiniones políticas”, desfavorables al comportamiento de Israel y de sus Fuerzas de Defensa. También reconoce que algunos de sus empleados, que ejercen de profesores en escuelas y universidades, utilizan libros cuyos textos tacha de “problemáticos” -Israel acusa a tales contenidos de incitar al odio-, así como sindicalistas renuentes en muchas ocasiones a aceptar la estricta disciplina de la UNRWA, lo que distorsiona, según el informe, la labor humanitaria del conjunto.
Catherine Colonna no cierra la puerta a que Israel aporte las pruebas que confirmen fehacientemente sus acusaciones. Reconoce que pueden existir aún muchas cosas que mejorar en el funcionamiento de una agencia que desempeña su misión desde hace ya 75 años. Todo ello, antes de concluir instando a la comunidad internacional a que respalde a la agencia, a fin de que pueda efectuar satisfactoriamente su misión y afrontar los enormes desafíos que tiene ante sí.
El informe justifica sus conclusiones en su constatación de que “la UNRWA es una organización crucial para aportar la ayuda humanitaria y los servicios sociales esenciales, especialmente en materia de sanidad y educación, a los refugiados palestinos”, no sólo en Gaza, sino también en Jordania, Líbano, Siria y Cisjordania.
El informe, cuyas conclusiones desembocarán en un “plan de acción” promovido por el secretario general de la ONU, António Guterres, es el corolario de la intensa actividad de investigación realizada desde que Israel lanzara sus graves acusaciones contra la UNRWA. El director de esta, Philippe Lazzarini, compareció ante el Consejo de Seguridad, para responder también a las cuestiones y dudas de los países que ahora lo componen, entre ellos los cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Lazzarini señaló en su comparecencia el riesgo de “desmantelamiento” de la agencia, creada por la Asamblea General de la ONU en 1949, en principio para un periodo de seis meses.
Han pasado tres cuartos de siglo, y, como rezaba la resolución que la originó, la agencia sigue “a la espera de una solución justa y definitiva” al denominado problema palestino. Mientras tanto, la UNRWA continúa prestando sus servicios como buenamente puede a los 5,9 millones de palestinos refugiados en los territorios citados, a través de un millar de instalaciones y mediante el trabajo de sus 30.000 empleados, el 99,9% de ellos acogido al estatus de refugiado.