Lula abre de par en par la puerta del Sur Global a China

Nuevo éxito del presidente chino, Xi Jinping. Su plena sintonía con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sella la entrada en tromba de China en el continente iberoamericano, al tiempo que consagra al líder de Brasil como líder e interlocutor indiscutible del denominado Sur Global. 

Hasta quince memorándums de entendimiento sobre agricultura, tecnología, telecomunicaciones y cooperación audiovisual y mediática firmaron en el Gran Palacio de Pekín las dos nutridas representaciones de empresarios brasileños y chinos, que aspiran a batir de nuevo el ya voluminoso intercambio comercial de 171.500 millones de dólares entre los dos países. Pero, la principal novedad no está en la gigantesca proyección de futuro de las respectivas exportaciones de uno a otro y a la inversa, sino en que China y Brasil establecerán sus nuevos contratos en yuanes y reales, las divisas respectivas de ambos. Asestan así un nuevo golpe a la hegemonía del dólar americano, compromiso ya asumido por el conjunto de la alianza conformada bajo el acrónimo de BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). 

El propio Lula subrayó este trascendental cambio geopolítico en el curso de la toma de posesión en Shanghái de la presidente del Nuevo Banco de Desarrollo, la que fuera su mano derecha y sucesora en la Presidencia de Brasil, Dilma Rousseff, desalojada del poder tras un proceso de destitución (impeachment). La propia Rousseff fue la anfitriona en 2014 de la cumbre de los BRICS celebrada en 2014 en Fortaleza, en la que se acordó la creación de la citada institución financiera multinacional, que Lula pretende sea la alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI), manejado hasta ahora a su juicio por Estados Unidos y Europa. 

Con todos estos acuerdos, China se asegura no sólo el suministro de las materias primas que Brasil le proporciona, sino que también establece una sólida alianza con el gigante iberoamericano, que le facilita así el ya importante asentamiento construido por China en el continente, en el que ha desplazado a Estados Unidos y Europa como primer inversor indiscutible. A su vez, el presidente Lula, cuya primera visita oficial fue a Estados Unidos, se presentará en Europa, su próxima y decisiva gira presidencial, fortalecido con el reconocimiento de Pekín, y erigido casi de manera espontánea y natural como líder del denominado Sur Global, el conjunto de países en vías de desarrollo situados no sólo al sur, sino también al norte del ecuador. 

El hecho de que Lula y Xi Jinping abordaran desde su propia perspectiva candentes cuestiones globales como la guerra en Ucrania, la utilización de divisas alternativas al dólar en los intercambios comerciales y, en definitiva, el multilateralismo como cambio fundamental en las relaciones internacionales, muestra la firme disposición de ambos líderes a cambiar el modelo por el que se ha regido el mundo desde el final de la II Guerra Mundial hasta ahora. Y, desde luego, ese proceso de transformación está adquiriendo una velocidad mucho más vertiginosa de lo que presagiaban análisis no tan antiguos. 

También emerge cada vez más descarnadamente la progresiva división del mundo: de una parte, el que conforman las democracias avanzadas, progresivamente más pequeño tanto en términos territoriales como demográficos; de otra, el modelo autoritario, que encabeza sin ambages China, y que en el fondo no deja de ser una combinación de comunismo y capitalismo de Estado. La pugna no será solo bélica, sino sobre todo de eficacia económico-tecnológica. En suma, ganará quién demuestre que puede avanzar más y mejor colectivamente con su modelo democrático liberal o autoritario. Si se quiere otra manera de verlo, el derrotado comunismo en 1989 podría estar fraguando ya su revancha.  

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