Opinión

Martín Vizcarra, destituido, sigue la maldición de los presidentes de Perú

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Desde 1990 ni uno solo de los presidentes peruanos ha logrado escapar a la maldición que parece pesar sobre ellos. El último ha sido Martín Vizcarra, destituido por el Congreso tras votarse por segunda vez en apenas dos meses una moción de vacancia, equivalente al “impeachment” de Estados Unidos. Los congresistas consideraron que había suficientes pruebas de que Vizcarra había recibido sobornos en su etapa como gobernador de Moquegua, región situada al sur del país, a cambio de adjudicar un proyecto de irrigación y otro de construcción de un hospital. 

A diferencia de otros países, Perú no impide que se pueda incoar un proceso de destitución del presidente apenas haya superado otro. Es, pues, un hecho bastante insólito que la máxima magistratura del país haya tenido que someterse en dos meses a dos procesos, el segundo de los cuales ha finiquitado su carrera política. El hecho evidencia el choque entre los poderes ejecutivo y legislativo, además de las luchas intestinas en el seno de los dos grandes partidos, Acción Popular y Alianza para el Progreso. Así parece ponerlo de manifiesto el resultado de la votación: 105 votos a favor de la moción de vacancia, 19 en contra y 4 abstenciones. También resulta cuando menos insólito que la moción fuera presentada por un congresista, Edgar Alarcón, del partido Unión por el Perú, a instancias de su propio jefe de filas, Antauro Humala, encarcelado tras su condena por haber asaltado una comisaría en 2005, acción en la asesinaron a balazos a cuatro policías. 

Antauro Humala no es el único líder de un partido político con representación en el Congreso que está encarcelado. También purga penas de prisión José Luna Gálvez, máximo dirigente de Podemos Perú, al que se le acreditaron varios delitos de corrupción. Esa sombra planea también sobre muchos otros diputados, como se encargó de recordar el propio Vizcarra en su discurso de despedida: “Todos, en algún momento, podríamos ser objeto de acusaciones. Por ejemplo, se ha hecho público que 68  congresistas tienen abiertos procesos de investigación en el Ministerio Público”. Vizcarra se cuestionaba si habrían de dejar sus cargos antes de que las pesquisas de la Fiscalía hubieran concluido. 

Una maldición que de momento no rompe la estabilidad

A Vizcarra le sustituye el presidente del Congreso, Manuel Merino de Lama, miembro de Acción Popular, el partido que ha sido más beligerante en formar alianza con Unión por el Perú, Alianza por el Progreso, FREPAP y Somos Perú para consumar la destitución de Vizcarra. La estabilidad del país no parece estar cuestionada, aunque es indudable la erosión que causa en la credibilidad institucional y en la confianza que el pueblo peruano en general, y los inversores extranjeros en particular tengan en sus representantes políticos. Todo ello, cuando Perú es de los países más gravemente afectados por la pandemia del coronavirus, supone un nuevo golpe a la reputación del país. 

Martín Vizcarra se convierte así en el sexto presidente consecutivo de Perú en salir por la puerta de atrás. Había sucedido a Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), cuya actuación más escandalosa fue la concesión del indulto al presidente Alberto Fujimori, so pretexto de una presunta enfermedad terminal de éste. Fujimori revivió milagrosamente tan pronto como se hizo efectivo el indulto y abandonó el recinto carcelario. 

Ollanta Humala (2011-2016) llegó a pasar 300 días en la cárcel, al igual que su esposa, tras haberse probado que recibió tres millones de dólares del gigante brasileño de la construcción Odebrecht. Aquella contribución a su campaña electoral se demostró decisiva para ganar las elecciones y ser presidente. Odebrecht parece ser la causa directa de la situación desesperada del expresidente Alan García (1985-1990 y 2006-2011), que prefirió suicidarse tan pronto como se hizo oficial su orden de detención, acusado de haber recibido sobornos de la compañía brasileña. Esta misma firma habría puesto a disposición del presidente Alejandro Toledo (2001-2006) hasta 33 millones de dólares, 17 millones de ellos directamente para él. Residente en Estados Unidos, la Justicia de Perú le considera prófugo. Y, en fin, Alberto Fujimori, con el que empezó esta lista de maldiciones, fue el hombre que se saltó todas las reglas con la excusa de su lucha contra el terrorismo del grupo maoísta Sendero Luminoso. Fujimori huyó a Japón, desde donde anunció su dimisión, pero logró sustraerse a la justicia hasta 2005. 

Recordemos también que la figura de la vacancia presidencial por incapacidad moral es una peculiaridad de la Constitución peruana. Desde que se instaurara en 1839 ha supuesto la destitución de cuatro jefes de Estado: José de la Riva Agüero, Guillermo Billinghurst, Alberto Fujimori y ahora Martín Vizcarra.