Opinión

¡Order, order!, un speaker para derribar a Boris Johnson

photo_camera John Bercow

John Bercow es probablemente el más famoso presidente (speaker) de la Cámara de los Comunes desde 1258. Se hicieron mundialmente famosas sus constantes y estridentes llamadas al orden a los diputados con ocasión de los acalorados debates sobre el Brexit, y su menuda estatura junto con los vistosos y chillones estampados de sus corbatas pasaron a convertirse en un icono del parlamentarismo británico, por cierto el segundo más antiguo del mundo después del iniciado en las Cortes del Reino de León. 

Militante desde su juventud del Partido Conservador, Bercow se reveló como un moderador implacable frente a los muchos diputados de colmillo retorcido que intentaron boicotear los debates, que terminaron por aniquilar la carrera política de Theresa May y por entronizar a un histriónico Boris Johnson al frente del partido y del gobierno. 

Bercow es hoy noticia por haber anunciado su abandono de las filas conservadoras y su integración en el Partido Laborista. Un paso que este veterano político justifica en lo que a su juicio ha devenido el Partido Conservador: “Reaccionario, populista, nacionalista y a menudo incluso xenófobo”. Todo un retrato que el propio Bercow no desmiente le cuadre como un guante al actual primer ministro británico, Boris Johnson. 

No está en las tradiciones políticas británicas cambios tan drásticos de bando, sobre todo entre los dos grandes partidos que se han repartido el poder desde el primer tercio del siglo XX hasta ahora. A raíz por tanto de tan rara mutación, The Observer ha preguntado a Bercow por el objetivo de su decisión, a lo que el antiguo speaker (2009-2019), también ha respondido sin muchas dudas, al manifestar que echar del poder a Boris Johnson es fundamental para sostener elementos distintivos de la grandeza del Reino Unido: la igualdad, la justicia social y el internacionalismo. 

Apenas ha saltado este acontecimiento al primer plano, los miembros más radicales del Partido Conservador, es decir los  más descarnados partidarios del Brexit, han empezado a disparar sus salvas dialécticas contra Bercow, al que dibujan como alguien que no actuó con la debida neutralidad desde su puesto de presidente de la Cámara de los Comunes. 

El fuego graneado al que será sometido este político de 58 años no ha hecho más que comenzar. Salta de nuevo a la palestra, por ejemplo, un informe redactado en 2018 por una antigua magistrada de la Corte Superior de Londres, en el que se le acusa de haber sometido a sus equipos de trabajo a un constante acoso laboral, que se califica de “tiránico”. No se llega en tal informe, al menos de momento, a culparle directamente a él de acoso sexual, pero sí se desliza que, durante sus diez años de mandato como speaker, Bercow tuvo una manga bastante laxa en permitir esos comportamientos hacia su personal dependiente, especialmente femenino. 

La ropa sucia sacada a colación por Cummings

El radical cambio de chaqueta política de Bercow se une a la reciente salida en estampida de Dominic Cummings, considerado el verdadero cerebro de la operación política del Brexit. De haber sido el gurú de Johnson en el desanclaje del Reino Unido de la Unión Europea, Cummings ha pasado a calificar al premier británico de mentiroso compulsivo con alusiones bastante claras a una hipotética alteración de su salud mental.  

Cummings, que había abandonado el 10 de Downing Street el pasado noviembre y había permanecido callado, estalló en abril cuando Johnson intentó hacerle responsable de una filtración escandalosa. Reveló entonces que el primer ministro había intentado frenar una investigación parlamentaria a propósito de un presunto trato fiscal de favor a un empresario amigo, James Dyson, fabricante de los respiradores artificiales que llevan su nombre. El antiguo confidente también denunció el fracaso de la política seguida a propósito de la pandemia, que podría derivar en un segundo y brutal confinamiento de la población, y acusó al propio Johnson y a su pareja, Carrie Symonds, de intentar cargar a los contribuyentes la redecoración de su apartamento personal.