Las consecuencias devastadoras de una Guerra Nuclear y la necesidad esencial de la Justicia Absoluta (II)

(Extractos del discurso de Su Santidad Hazrat Mirza Masrur Ahmad, el Quinto Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía pronunciado el 24 de marzo de 2012 en la Mezquita Baitul Futuh de Londres con motivo del IX Simposio Anual por la Paz. Este escrito es continuación de la entrega anterior).

Si dejamos de levantar nuestras voces contra la crueldad y la injusticia, nos convertiremos en personas sin valores morales ni normas de ningún tipo. Es irrelevante que nuestras voces se escuchen o tengan influencia. Tenemos que seguir aconsejando a los demás en favor de la paz. Siempre me produce gran alegría ver que, independientemente de las diferencias de religión o nacionalidad, y sólo por el bien de la defensa de los valores humanos, muchas personas acuden a este acto para escuchar, aprender y hablar sobre las maneras de establecer la paz y la compasión en el mundo.

Por ello, pido a todos ustedes que luchen por la paz en la medida de sus capacidades, para que podamos mantener encendida la llama de la esperanza de que llegue un tiempo en que la paz verdadera y la justicia reinen en todas las partes del mundo.

Debemos recordar que cuando los esfuerzos humanos fallan, Dios Todopoderoso emite Su decreto para determinar el destino de la humanidad. Antes de que el decreto de Dios se ponga en marcha, y obligue a las personas a cumplir con Él y con los derechos de los seres humanos, es mejor que los pueblos del mundo presten atención a estas cuestiones cruciales, porque cuando Dios Todopoderoso se ve obligado a tomar medidas, Su ira se apodera de la humanidad de una manera verdaderamente severa y aterradora.

En el mundo actual, una manifestación terrible del decreto de Dios podría acaecer en forma de una nueva Guerra Mundial. Indudablemente los efectos de dicha guerra y su destrucción no se limitarían a la guerra en sí misma, ni siquiera a esta generación. Al contrario, sus terribles consecuencias dejarán secuelas en muchas generaciones futuras. Sólo una de las trágicas consecuencias de esa guerra será el efecto que tendrá en los niños recién nacidos, tanto ahora como en el futuro. Las armas disponibles hoy en día son tan destructivas que podrían dar lugar a una generación tras otra de niños que nazcan con graves defectos genéticos o físicos.

Japón es el único país que ha experimentado las consecuencias aberrantes de la guerra atómica, cuando fue atacado por bombas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso hoy en día, cuando alguien visita Japón y conoce a sus habitantes, se detecta un miedo absoluto y un odio a la guerra, visible en sus ojos y en su expresión. Sin embargo, las bombas nucleares que se utilizaron en ese momento y que causaron una devastación generalizada, eran mucho menos potentes que las armas atómicas que hoy poseen los países, incluso los pequeños, en la actualidad.

Se dice que en Japón, y a pesar de haber transcurrido ya siete décadas, los efectos de las bombas atómicas todavía continúan manifestándose en los recién nacidos. Si una persona es herida por una bala, es posible que sobreviva mediante tratamiento médico, pero si estalla una guerra nuclear, los que estén en la línea de fuego no tendrán tanta suerte. Al contrario, la gente muere  inmediatamente, queda congelada como una estatua, y su piel simplemente se desvanece. El agua potable, los alimentos y la vegetación quedan contaminados y afectados por la radiación. Sólo podemos imaginar el tipo de enfermedades a las que conduce la contaminación. En los lugares que no están directamente afectados y donde los efectos de la radiación son menores, también existe un alto riesgo de enfermedades y dolencias, y las futuras generaciones asumirán riesgos mucho más elevados.

Por lo tanto, como he dicho, los efectos devastadores y destructivos de la guerra no se limitarán a la guerra y sus secuelas, sino que pasarán de generación en generación. Estas son las consecuencias reales de dicha guerra; y sin embargo hoy día hay gente egoísta y estúpida que se siente orgullosa de su invención y describen lo que han desarrollado como un regalo para el mundo. La cierto es que los denominados aspectos beneficiosos de la energía y la tecnología nuclear pueden ser  extremadamente peligrosos y conducir a una destrucción generalizada, ya sea por negligencia o por accidente. Ya hemos visto este tipo de catástrofes, como el accidente nuclear que ocurrió en 1986 en Chernobyl, en lo que hoy es Ucrania, y el año pasado tras el terremoto y tsunami en Japón, que de nuevo tuvo que lidiar con un gran peligro y el miedo de un país entero. Cuando estos sucesos ocurren, es muy difícil volver a poblar las regiones afectadas. Debido a sus experiencias únicas y trágicas, los japoneses se han vuelto muy cautelosos y, de hecho, su sentido del miedo y terror está plenamente justificado.

Es una afirmación obvia que la gente muere en las guerras, y así, cuando Japón entró en la Segunda Guerra Mundial, su Gobierno y su pueblo eran bien conscientes de que muchas personas morirían. Se dice que aproximadamente 3 millones de personas murieron en Japón, lo que supuso el 4% de la población del país. Aunque otros países pudieron haber sufrido una mayor proporción de muertes en términos de cifras totales, el odio y la aversión a la guerra que encontramos en el pueblo japonés sigue siendo mucho mayor que en otros países. La razón de ello son, sin duda, las dos bombas atómicas arrojadas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial, cuyas consecuencias todavía está presenciando y tiene que seguir soportando. Japón ha demostrado su grandeza y capacidad de recuperación al ser capaz de repoblar y rehabilitar a sus pueblos con relativa rapidez. Pero hay que dejar claro que si las armas nucleares se utilizaran hoy de nuevo, es más que posible que algunas partes de ciertos países queden borradas del mapa. Dejarían de existir.

Estimaciones conservadoras cifran el número de muertos de la Segunda Guerra Mundial, en alrededor de 62 millones y se dice que alrededor de 40 millones de los que murieron eran civiles. En otras palabras, murieron más civiles que personal militar. Tal devastación se produjo a pesar de que fuera de Japón se libró una guerra tradicional con armas convencionales.

El Reino Unido tuvo que soportar la pérdida de alrededor de medio millón de personas. Por supuesto, en esa época era todavía una potencia colonial, por lo que sus colonias también lucharon en su nombre. Si incluimos dichas pérdidas, el número de muertos se elevaría a millones de personas. Sólo en la India, alrededor de 1,6 millones de personas perdieron la vida.

No obstante, hoy la situación ha cambiado, y esos mismos países que fueron colonias del Reino Unido, y que lucharon por el Imperio Británico, podrían luchar contra Gran Bretaña si estallase otra guerra. Por otra parte, como he mencionado antes, hay incluso algunos países pequeños que han adquirido armas nucleares.

Lo que causa un gran temor es el conocimiento de que tales armas nucleares pudieran terminar en manos de personas que, o bien no tienen la capacidad necesaria, u optan por no pensar en las consecuencias de sus acciones. En verdad, esas personas tampoco se preocuparían de las consecuencias.

Así pues, si las grandes potencias no actúan con justicia, no eliminan las frustraciones de las naciones más pequeñas y no adoptan políticas sabias y nobles, la situación se convertirá en una espiral sin control, y la destrucción que le acompañe estará más allá de nuestra comprensión e imaginación. Incluso la mayor parte del mundo que desea la paz, se verá engullida por la devastación.

Por ello, es mi ardiente deseo y esperanza que los líderes de todas las grandes naciones lleguen a comprender esta terrible realidad y, en consecuencia, se esfuercen por adoptar políticas que promuevan y aseguren la justicia, en lugar de las políticas agresivas y utilización de la fuerza para lograr sus metas y objetivos.

Recientemente, un alto comandante militar de Rusia emitió una seria advertencia sobre el riesgo potencial de una guerra nuclear. Era de la opinión de que esa guerra no se libraría en Asia u otros lugares, sino que tendría lugar en las fronteras de Europa, y que la amenaza provendría y surgiría de los países del Este de Europa. Aunque algunas personas dicen que se trataba simplemente de su opinión personal, yo personalmente no creo que su punto de vista sea improbable, pero además, también creo que si estalla una guerra, será muy probable que los países asiáticos se vean implicados.

Otra noticia que se ofreció hace poco, con una amplia cobertura mediática, fue el punto de vista de un jefe recientemente retirado de la agencia de inteligencia israelí, Mossad que, durante una entrevista al conocido canal de televisión estadounidense CBS, dijo que se estaba haciendo evidente que el Gobierno de Israel deseaba declarar la guerra a Irán. Dijo que si tal ataque se llevara a cabo, sería imposible saber dónde o cómo finalizaría esa guerra. Por ello, recomendaba encarecidamente la abstención contra cualquier ataque.

A este respecto, mi opinión personal es que esa guerra acabará con una devastación nuclear.

(lpbD) – que la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(lpD) – que la paz sea con él.

(Continuaremos este discurso en la siguiente entrega: “Las consecuencias devastadoras de una Guerra Nuclear y la necesidad esencial de la Justicia Absoluta (III)”).