Opinión

La respuesta del islam a problemas del mundo contemporáneo (35)

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LA PAZ SOCIO-ECONÓMICA.

Recordarán los estimados lectores que en la entrega 34 iniciamos el tema de la Paz Socio-Económica. Continuando con el desarrollo de este tema, adjuntamos nuevas reflexiones en base a las enseñanzas del Sagrado Corán.

La gratitud

En el caso tratado anteriormente, existe, por supuesto, el riesgo inherente de que algunas personas se muestren ingratas hacia sus benefactores, y, en lugar de expresar gratitud ante cualquier favor recibido, puedan acabar diciendo que lo recibido por ellos lo era por derecho propio, y que no había necesidad alguna de mostrar agradecimiento a dicha persona. Si se alentara esta tendencia, sería a costa de una conducta cortés y decente.

Dirigiéndose al receptor de los favores, el Santo Corán le recuerda continuamente su deber de ser agradecido y expresar su gratitud por pequeño que sea el favor que se le muestre. Al creyente se le dice continuamente que Dios no ama al ingrato:

1

“Si sois desagradecidos, Al’lah en verdad es Autosuficiente, al ser independiente de vosotros. Más Él no aprueba la ingratitud en Sus siervos; pero si mostráis gratitud, le agrada verla en vosotros. Ninguno llevará la carga de otro. Después volveréis a vuestro Señor. El os informará de los que habéis estado haciendo. En verdad, Él conoce muy bien lo que pasa por vuestros pensamientos”. (39:8)

Más adelante, haciendo hincapié en la importancia de la disposición para el agradecimiento, el Santo Fundador de Islam (lpbD) nos recuerda:

“El que no es agradecido con los seres humanos tampoco es agradecido con Dios”

De aquí se deduce que si alguien es ingrato hacia los seres humanos, aunque se mostrara agradecido a Dios, su gratitud no sería aceptada por Él. Así pues, el mensaje del Santo Corán, tal como se contempla en el versículo anterior (Al-Zumar: 8) no desalienta la decencia, la cortesía y la gratitud. Se trata de un mensaje discreto, dirigido a quien recibe los favores, para que no sufra ningún tipo de complejos ni se dañe su dignidad. De ello se deduce que expresar gratitud no atenta contra la dignidad del hombre, sino que, al contrario, la eleva aún más.

Volviendo al donante, el Islam inculca una actitud totalmente diferente. Se considera contrario a la dignidad y la modestia aceptar la gratitud como si uno se la mereciera. Esta tendencia forma parte de la conducta civilizada de cualquier parte del mundo, pero existe una diferencia fundamental entre este hábito universal y la enseñanza islámica de conducta honrosa. El Islam instruye al donante a servir a la humanidad por una causa más elevada y noble que la mera satisfacción de una necesidad natural o la adquisición de una buena reputación por actos benevolentes. El Islam recuerda al hombre repetidamente que haga el bien por Dios y sólo para conseguir Su agrado y Sus favores.

De esto se hace evidente que cuando un verdadero musulmán hace cualquier ofrecimiento a alguien que lo necesita, no lo hace, en realidad, para sí mismo ni para nadie, sino sólo para agradar a Su Creador, Quién al principio le otorgó todo lo que poseía.

A la luz de este principio, todo lo que gasta en los demás es su forma de expresar gratitud a Su Señor y no para favorecer a alguien. Esta sublime actitud tiene sus raíces en uno de los primeros versículos de Santo Corán que recuerda a los creyentes:

2

…..”De lo que le hemos provisto, gastan una parte en Nuestra causa”. (2:4)

Por lo tanto, el verdadero creyente no rechaza la gratitud por mera cortesía, sino porque cree sinceramente que si el destinatario de los favores debe gratitud a alguien, es sólo a Dios y no a él. Los verdaderos creyentes que comprenden de verdad el significado de la fe, se sienten muy azorados cuando se les agradecen sus favores. El Santo Corán declara:

3

“Alimentan, por amor a Él, al pobre, al huérfano y al prisionero, incluso estando ellos mismos necesitados, diciendo: “Os damos de comer solo por agradar a Al’lah. No deseamos recompensa ni vuestro agradecimiento””.  (76:9-10)

No es suficiente alimentar a la gente, sino también alimentarles cuando uno conoce por sí mismo el significado del hambre y del sufrimiento, y se comparte el dolor sin esperar recompensa ni agradecimiento a cambio.

La belleza de este versículo es deslumbrante. Si se enseñara a los creyentes a mostrar una actitud superficial y condescendiente, simplemente rechazando aceptar la gratitud y con una pose de humildad, existiría un gran riesgo de alentar la hipocresía. Cuando decimos “no gracias”, somos conscientes del hecho de que actuando así se ensalza nuestra imagen a los ojos de la persona favorecida.

La enseñanza islámica es mucho más sublime. Se recuerda al bienhechor que no puede vender sus mercancías dos veces a grupos distintos. Un acto de bondad puede ser realizado, o bien para obtener el agrado de Dios, o bien para ganar el favor público. Según este versículo no se pueden sustentar simultáneamente ambas intenciones.

Cuando el siervo de Dios sensible y fiel, le dice al necesitado que sus intenciones son ciertamente agradar a Dios, también le recuerda al mismo tiempo, que Dios es el verdadero bienhechor, eliminando así cualquier tipo de complejo de inferioridad que pudiera surgir.

No hay recompensa humana por los favores

En el Islam, mostrar cortesía a los demás no ha de constituir un hábito superficial aprendido de los valores de la civilización, sino que debe estar profundamente arraigado en la fe en Dios. Todas las limosnas ofrecidas al necesitado deben darse sin ningún motivo oculto de recibir algo a cambio del destinatario.

4

“Y no concedas favores intentando conseguir más a cambio”. (74:7)

El Islam exige que cuando se ofrezca un favor a alguien, este se olvide como si nada hubiera ocurrido. Vanagloriarse por una obra buena y sacar a relucir los propios favores es declarado como suicida y auto-destructor del propio acto de bondad. Por el contrario, el auténtico creyente se comporta tal y como se describe en los siguientes versículos que comparan la conducta correcta con la incorrecta de forma más extensa:

5

“Los que emplean sus bienes en la causa de Al’lah son semejantes a un grano de maíz que da siete espigas, y en cada espiga hay cien granos. Y Al’lah lo multiplica aún más para quien Le place; y Al’lah es Magnánimo, Omnisciente. Quienes emplean sus bienes en la causa de Al’lah, y a continuación no hacen que lo empleado vaya seguido de burlas o agravios, son los que tendrán la recompensa con su Señor, y no tendrán temor ni se afligirán. Una palabra amable y el perdón son mejores que una limosna seguida de agravios; y Al’lah es Autosuficiente, Indulgente. ¡Oh creyentes! No hagáis vanas vuestras limosnas recordando al destinatario vuestros favores o causándole molestias a cambio de lo que le habéis dado. Ese caso sería similar al de quien gasta su fortuna para ser visto por los hombres, y no cree en Al’lah ni en el Último Día. Su caso es similar a una roca lisa, cubierta con tierra, sobre la que cae el aguacero, dejándola desnuda, lisa y dura. Estos no conseguirán mantener nada de lo que han ganado. Y Al’lah no guía a la gente incrédula” (2: 262-265)

También:

6

“No rechaces a quien busca tu ayuda”. (93:11)

(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(Continuaremos en la entrega 36, desarrollando el tema de la Paz Socio-Económica en base a las enseñanzas del Sagrado Corán).