El ministro de Economía iraní expresa la disposición de Teherán para reforzar su cooperación con Moscú a varios niveles

Irán y Rusia consolidan su alianza para sortear el aislamiento internacional

photo_camera KREMLIN/ALEXANDR DEMYANCHUK via AP - El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente iraní Ebrahim Raisi al margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Samarcanda, Uzbekistán

Irán y Rusia han apuntalado su alianza para capear el severo régimen de sanciones que pesa sobre sus castigadas economías. Los países occidentales endurecieron las restricciones comerciales contra Moscú y Teherán por la invasión de Ucrania y por la violenta represión de las protestas tras la muerte a manos de la Policía de la Moral de la joven kurda Mahsa Amini, respectivamente. En la adversidad, ambos han formado un frente común. Por un lado, Rusia se convirtió en el mayor inversionista extranjero en Irán. Por otro, Irán reforzó la maquinaria bélica del Kremlin en Ucrania con el envío de drones kamikaze Shahed. 

Los dos países más sancionados del mundo quieren ir un paso más allá. “Definimos nuestras relaciones con Rusia como estratégicas y estamos trabajando juntos en muchos aspectos, especialmente en las relaciones económicas”, explicó esta semana el ministro de Economía persa, Ehsan Khandozi, en una entrevista con el Financial Times. “China y Rusia son nuestros dos principales socios económicos [e] Irán ampliará sus relaciones con ellos mediante la implementación de acuerdos estratégicos”. Moscú y Teherán no están solos en esta ecuación: China forma parte del bloque. 

La cooperación bilateral registró cotas récord. “Durante los diez primeros meses de 2022, por ejemplo, las exportaciones rusas a Irán aumentaron un 27%, y las importaciones rusas procedentes de Irán aumentaron un 10%. Empezaron a eliminar el dólar del comercio bilateral y firmaron un memorando de entendimiento por el que Rusia invertirá 40.000 millones de dólares en proyectos de gas iraníes, 6.500 millones de los cuales ya estaban contratados en noviembre”, destaca la analista Dina Esfandiary en las páginas de la revista Foreign Affairs. 

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Uno de los sectores en los que Irán ha mostrado más interés en cooperar con Rusia es el de la energía nuclear. El régimen de los ayatolás matiza que es para uso civil. “Las perspectivas de cooperación en el campo de las nuevas energías y las fuentes de energía renovables, así como en otros tipos de energía, incluida la energía nuclear pacífica, ciertamente despiertan un gran interés y motivación para expandir las relaciones económicas con Rusia”, remarcó Khandozi. Ambos países colaboraron para finalizar la construcción de la central nuclear de Bushehr, establecida en suelo iraní, un proyecto que se quedó a medias tras el triunfo de la Revolución de 1979. 

La disposición de Irán para una mayor cooperación con Rusia en el campo de la energía nuclear coincide con las controversias en torno a la naturaleza de su programa nuclear, paralizado por primera vez hace ocho años tras la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) con Washington y cinco capitales europeas. La retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo, asumida por una Administración Trump que optó por la línea dura en sus relaciones con Irán, motivado en parte por Israel y Arabia Saudí, dinamitó el pacto y provocó que el régimen de los ayatolás reiniciara sus planes.

El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, confirmó durante su visita a Teherán en marzo que el Gobierno de Ebrahim Raisi había aceptado reiniciar las cámaras de vigilancia en varios sitios nucleares y aumentar la frecuencia de las inspecciones de seguridad. Un informe posterior del organismo adscrito a Naciones Unidas dijo haber encontrado en la plata subterránea de Fordow partículas de uranio enriquecido al 83,7% de pureza, algo menos del 90% necesario para producir una bomba atómica. 

Rusia, uno de los firmantes del acuerdo nuclear en 2015, recibió de buen grado los intentos de la Administración Biden por retomar el JCPOA. Pero pronto utilizó las negociaciones para extraer concesiones en Ucrania. La falta de entendimiento final entre iraníes y estadounidenses, pese a los intentos denodados de mediación del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, condujo las negociaciones hacia un punto muerto. Eso, sumado al endurecimiento del régimen de sanciones contra Teherán por parte de Washington y Bruselas, terminó por bloquear la distensión de Irán con Occidente y agravar su aislamiento. 

La desconexión total de Irán y Rusia con los países occidentales acabó motivando precisamente su acercamiento. La presión de China, que ha conseguido colocarles bajo su órbita rentabilizando su situación de debilidad, también ha resultado determinante para que ambos cierren filas en materia comercial y bancaria, energética y política. La reciente visita a Moscú del presidente chino Xi Jinping, recibido con pompa y circunstancia en los pasillos del Kremlin, y el sorprendente anuncio del reencuentro diplomático entre Arabia Saudí e Irán, auspiciado por el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, son dos buenos ejemplos de la capacidad de coerción de Pekín. 

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La sociedad ruso-iraní, sin embargo, es más endeble de lo que parece a simple vista. “No hay amor perdido entre Rusia e Irán, que tienen una tumultuosa historia de desconfianza y traición. Se enfrentaron en múltiples guerras. Rusia se inmiscuyó en los asuntos internos iraníes. Incluso en cuestiones geopolíticas en las que son famosos por cooperar, como la guerra civil siria, los dos países se han enfrentado con frecuencia”, recuerda Esfandiary. “Pero las contingencias históricas a menudo conducen a uniones duraderas y trascendentales, y el vínculo entre Moscú y Teherán podría no ser una excepción. Al fin y al cabo, es poco probable que se disipen las condiciones favorables a la asociación. La guerra de Rusia en Ucrania va a continuar y el régimen iraní no muestra signos de moderar su comportamiento. En consecuencia, ninguno de los dos Estados puede contar con salir del aislamiento internacional”. 

Existen problemas, apunta la analista, pero uno y otro se esfuerzan por resolverlos. “Tienen un historial de compartimentación y pragmatismo en sus relaciones, colaborando en lo que pueden e ignorando los puntos conflictivos. Seguirán oponiéndose a la influencia occidental, protegiéndose del aislamiento y creando coaliciones alternativas al orden liderado por Estados Unidos siempre que sea posible”. “Puede que Rusia e Irán no confíen el uno en el otro, ni siquiera se gusten, pero saben cómo colaborar de formas que serán útiles en los próximos años”, apunta.  

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