Los inicios y las influencias de uno de los padres del Nuevo Periodismo, el autodenominado “escritor de no ficción”

Gay Talese, el cronista de las historias ordinarias

photo_camera AP/EVAN AGOSTINI - Fotografia de archivo, el autor Gay Talese asiste al estreno de "Genio" en el Museo de Arte Moderno

Gay Talese nació el 7 de febrero de 1932 en Ocean City, una pequeña ciudad de la costa este perteneciente al estado de Nueva Jersey. De ascendencia italiana, padre emigrante de la región de Calabria y madre italoamericana, pasó su infancia como recadero de la sastrería que regentaba su familia.

El hecho de venir de una familia de sastres provocó que desde muy pequeño desarrollara una especial sensibilidad por el buen gusto y la elegancia. También, fue en la sastrería donde, detrás de los mostradores, solía detenerse a escuchar las vidas privadas, sucesos y desventuras de la burguesía local. La clientela, aprovechando la intimidad del biombo, confiaba sus intimidades más secretas a su madre. Precisamente fue de ella de quien aprendió muchas de las habilidades que años después utilizaría en sus entrevistas.

“La tienda era como un programa de entrevistas que se desarrollaba en torno a la afable actitud y las oportunas preguntas de mi madre”. Gay Talese, Orígenes de un escritor de no ficción, 1996.

Gay Talese

Talese inició sus andaduras en el periodismo durante su adolescencia, redactando notas deportivas sobre los partidos de béisbol del equipo del instituto para el periódico escolar, aparte de una columna dedicada a los sucesos y eventos del instituto. Uno de sus primeros hitos periodísticos fue un emotivo artículo que trataba sobre un cementerio de mascotas a las afueras de Atlantic City y que consiguió que publicaran en el periódico de la ciudad, el Atlantic City Press.

Ya en sus inicios, los reportajes de un joven aspirante a escritor atisbaban un inusitado interés por historias que pasan desapercibidas para el resto de la gente debido a su “ordinariedad” y su aparente irrelevancia noticiosa.

Tras intentar acceder a varias universidades y ser rechazado por la mayoría, consiguió la admisión para estudiar periodismo en la universidad de Alabama. En su etapa universitaria, la tendencia de los profesores hacia un estilo reporteril conservador y fidedigno no le atraía demasiado, él prefería la influencia de los escritores realistas de ficción que admiraba como John Cheever, Raymond Carver o Joyce Carol Oates.

Gay Talese

“Cuando me nombraron editor deportivo del periódico de la universidad en el penúltimo año, saqué provecho de mi posición para describir la desesperación del ‘infielder’ cuyo lanzamiento desviado significaba la derrota, o al jugador de baloncesto que saboreaba la acción únicamente cuando había trifulca, y de muchos otros personajes sin fortuna en las márgenes del campo deportivo[…]Si escribía con mayor compasión sobre los perdedores que sobre los ganadores en mis días de escritor deportivo, era porque las historias de los perdedores me parecían más interesantes, opinión que conservé mucho después de haber abandonado el campus de Alabama”. Gay Talese, Orígenes de un escritor de no ficción, 1996.

Este curioso y tímido estudiante de periodismo prefería conocer la historia de los perdedores, los marginados, los olvidados. Historias que a priori no se consideraban noticiosas, actores secundarios que, sin embargo, tienen mucho que contar y de los que hay mucho que aprender.

Talese, diferencia entre la curiosidad y el “fisgoneo”; nunca escribió sobre nadie por quien no sintiera un grado considerable de respeto o admiración. Ha escrito sobre gangsters, pornógrafos y demás personas reprobadas y censuradas por la sociedad. Sin embargo, siempre fue capaz de encontrar una cualidad redentora, una idea equivocada sobre ellos que buscaba enmendar o una vena oscura sobre la cual arrojar un poco de luz.

El “fisgoneo” al que se refiere Gay Talese tiene más que ver con los intereses mezquinos de periodistas sensacionalistas; aquellos que pretenden empequeñecer grandes nombres aireando sus deslices privados, aunque no tengan relevancia en la actividad pública del personaje. Tampoco ve interés alguno en entrevistar políticos, cuyo interés suele ser pasajero y que considera incapaces de decir realmente lo que piensan. Talese sacia su curiosidad con esos personajes reservados, desconocidos, en los cuales ve cualidades e historias intemporales.

Gay Talese

No es baladí que su primera historia para el New York Times fuera acerca del tipo que se encargaba de cambiar los titulares en el letrero luminoso que poseía el periódico en las alturas de Manhattan. Por aquellas alturas, no era más que un simple mensajero y consiguió que un editor le publicase este pequeño relato.

Paradójicamente, fue un artículo sobre Nita Naldi, una actriz de cine mudo venida a menos tras la consolidación del sonido en la industria; el que supuso su salto definitivo a la profesión periodística y un puesto como redactor en la sección de deportes. Una historia sobre el crepúsculo de una estrella fue el preludio de otra exitosa carrera que el tiempo se encargó de confirmar.

El estilo de Talese destaca por su elegancia y sencillez estilística, su interés por encontrar lo humano en cada historia, en cada persona. Así como un respeto y una dedicación admirables para contar estas historias de una forma bella y atractiva para el lector. El autodenominado escritor de no ficción rechaza la redacción excesivamente objetiva y neutra, incapaz de transmitir el trasfondo que entraña la actualidad, despreciando el amarillismo sensacionalista que ensucia y degrada la profesión.

El respeto y el compromiso definen la obra periodística de uno de los padres del Nuevo Periodismo. Dos cualidades que refleja en cada una de sus historias o personajes, Gay Talese es una de esas figuras que dan prestigio y dignidad a un oficio destinado a vivir una crisis constante.
 

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