Hermosos y malditos
Los vampiros son seres ambivalentes. Asustan, pero tienen un punto entrañable. Son almas en pena, pero más de uno se cambiaría por ellos. Son caracterizados como bestias implacables, pero tienen muchas debilidades. La representación del poder, pero también de una inmortal rebeldía. Muertos y no muertos. Terroríficos y seductores al mismo tiempo.
¿Qué es lo que tienen los vampiros que los envuelve en un aura tan fascinante? Es la pregunta a la que busca dar respuesta la exposición ‘Vampiros. La evolución del mito’, un proyecto de la Fundación Bancaria ”la Caixa”. La muestra, en la que la representación de los vampiros en el cine ocupa un lugar preponderante, se expondrá en el centro de exposiciones CaixaForum Madrid hasta el próximo 7 de junio. Después, partirá hacia Barcelona.
Este monográfico sobre vampiros, que procede de París, es el último fruto de la alianza entre la Fundación ”la Caixa” y la Cinémathèque Française. Ambas instituciones ya habían colaborado en la elaboración de otros proyectos, como ‘George Méliès y el cine de 1900’ o el ciclo ‘Arte y cine’. Precisamente, la mayor parte de las piezas procede de los fondos de la Cinémathèque Française, pero también hay obras prestadas de hasta una treintena de museos. Objetos de atrezo, proyecciones, trabajos de autores consolidados como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Nikki de Saint-Phalle… Todos los ítems se alinean para conformar una exposición sobre vampiros con muy pocos precedentes en el panorama museístico español.
El acto de presentación ha estado presidido por Isabel Fuentes, directora de CaixaForum Madrid, y por Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación. Junto a ellas, por parte de la Cinémathèque Française, ha participado Mathieu Orléan, comisario de la exposición junto a Florence Tissot.
Fuentes y Durán, que han calificado la muestra como “singular” y “atractiva”, han destacado que el proyecto busca atraer a públicos diversos e inusuales, a aquellos que no sean demasiado habituales en otras muestras artísticas. No obstante, el fin último es el mismo que en cualquier exposición: “cautivar y motivar”, en palabras de Durán.
Han presentado también el conjunto de actividades que rodea a la muestra en sí: desde visitas guiadas con un menú vampírico al término -bloody mary incluido- a sendos ciclos de cine y conferencias, pasando por talleres dedicados a los jóvenes. Aparte de todo lo anterior, la joya de la corona es, sin duda, una iniciativa conjunta con Cruz Roja que busca fomentar la donación de sangre.
Para presentar el contenido de la exposición, el comisario Orléan ha recurrido a una cita del ‘Nosferatu’ de Friedrich Murnau que aparece justo al comienzo de la película: “Atravesó el puente y los fantasmas vinieron a él”. En efecto, según entra, el visitante se sumerge en una atmósfera tétrica, una especie de círculo diabólico donde asoman rostros siniestros como los de la condesa Isabel Báthory, que tenía por costumbre bañarse en la sangre de chicas jóvenes, o Vlad Tepes Draculea, en el que Bram Stoker basó su celebérrimo personaje.
Precisamente, la primera sala explora los orígenes del vampiro en la literatura decimonónica; un personaje que es heredero de la corriente romántica y fue revitalizado en el ‘Drácula’ de Stoker, pero también en el menos conocido ‘Carmilla’, de William Polidori y Sheridan Le Fanu. En el fondo del espacio, un mapa de la Europa medieval, origen del mito vampírico, muestra los lugares de la Europa oriental donde se cimentó la leyenda que rodea a estas criaturas.
De los orígenes en la literatura a los orígenes en el cine. De alguna manera, el séptimo arte y los vampiros están emparentado.: “Murnau fue el primero en introducir la noción de que la luz mataba a los vampiros; igual que al cine, que necesita de la oscuridad”, ha precisado Orléan. Varias salas rinden homenaje a cintas clásicas, como ‘Nosferatu’ -tanto la versión original del pionero expresionista alemán como la posterior de Werner Herzog- o la primera versión de ‘Drácula’ de Tod Browning.
El protagonista de esta última, Bela Lugosi, tiene, como no podía ser de otra forma una sala reservada; un intérprete paradigmático del cine de terror que vivió entre la fantasía y la realidad. Como ha recordado Orléan, “fue vampirizado por su propio personaje”, hasta el punto de que, se dice, interiorizó algunos hábitos propios de Drácula.
Cerca de allí, reposa otro mito del cine, un James Dean que observa a los visitantes mientras es fotografiado posando dentro de un ataúd; una escenografía premonitoria de lo que sería su temprana muerte. Los trajes diseñados para películas como ‘Entrevista con el vampiro’ (Neil Jordan) o ‘Drácula de Bram Stoker’ (Francis Ford Coppola) aguardan al lado tras sendas vitrinas. Los elegantes vestidos que se enfundaron Winona Ryder y Gary Oldman, ambos confeccionados por la oscarizada Eiko Ishioka, son dos de las joyas de esta exposición.
Aunque los vampiros son primeramente conocidos por su carácter aterrador, no es la única versión que se ofrece de estos seres de la noche. El vampirismo tiene una vertiente política muy importante. Una sala adyacente está adornada con retratos de Margaret Thatcher, Richard Nixon o George W. Bush, entre otros, reflejados como vampiros. En todo caso, la figura del vampiro reconvertida en político de masas -o viceversa- conserva buena parte de su carga peyorativa.
Una perspectiva muy contraria a la que ofrece otra arista de los vampiros: su sensualidad. Un lienzo del pintor neerlandés Kees van Dongen muestra a estos personajes en otra de sus facetas, adelantándose casi un siglo a la voraz industria audiovisual. Al fin y al cabo, los vampiros son también la expresión de las pulsiones más básicas; una dimensión que, a lo largo de las últimas décadas, la televisión ha insistido en ir acentuando.
De hecho, la exposición se cierra con una sección dedicada a los vampiros en la cultura pop. Los comics, libros y carteles de películas que se muestran dan buena cuenta, paradójicamente, de la capacidad de supervivencia de estas criaturas: unos seres cuya cara más terrorífica ha quedado reemplazada por su dimensión romántica, como en ‘Crepúsculo’; por su adaptación a lo ‘mainstream’, como en la exitosa serie ‘True Blood’; o por su encarnación de todo lo que hay de minoritario en cada uno de los espectadores, como en ‘Solo los amantes sobreviven’, del director de culto Jim Jarmusch.
El recorrido se cierra dentro del llamado ‘Club Vamp’, dedicado a actividades para familias. Allí, los candelabros apenas aportan un resplandor trémulo y titilante al ambiente. Entre las velas, hay un espejo, pero tengan cuidado: si no aparecen reflejados en él, no es porque haya poca luz…