Mark Tennant, el maestro que vuelve a España

Mark Tennant (Baltimore, 1950) es el maestro de Pintura al que varias generaciones de jóvenes artistas deben en gran parte el desarrollo de su propia vocación artística. Tienen mucho que ver en ello sus clases y talleres en la Academia de Arte de la Universidad de San Francisco, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York o el Louvre de París, por los que han pasado decenas de licenciados de las Facultades de Bellas Artes de todo el mundo. 

Gran referente, pues, de artistas y coleccionistas, está considerado como uno de los mejores exponentes en el dominio de las técnicas compositivas. Es reconocida su capacidad para aunar el academicismo con la expresividad moderna, la plasticidad de sus claroscuros y la economía de medios, que le han permitido dar a sus últimas creaciones una extraordinaria simplicidad plástica claramente neoimpresionista.  

En la muestra que acaba de inaugurar en Madrid en Espacio 75, y que prolongará hasta principios de julio, bajo el título genérico de “In Focus”, ajusta su lente de manera totalmente intencionada para que veamos la realidad que nos rodea, recordando que la figura humana sigue siendo el terreno fértil para explorar la emoción, la belleza y la fragilidad. Una pintura que es una invitación a ver más allá de lo evidente. 

De los cinco días que ha pasado en la capital de España, tres de ellos lo ha hecho en el Museo del Prado procediendo a realizar un estudio de color de “La Coronación de la Virgen de Velázquez”. Cuando habla del genial pintor barroco sevillano, Tennant siempre se refiere a él como “el maestro”, en quién reconoce como el inspirador por excelencia. 

Mientras trabajaba en esa tarea en el Prado a la vista de todos, gran parte del público comentaba la rapidez de ejecución y la precisión en sus trazos. Cuando se lo comento, responde que “he pintado más de veinte veces esta genial obra del maestro (Velázquez) en mi cabeza”. 

Reconoce asimismo haberse imbuido de las escuelas de pintura americana del siglo XX, especialmente Sergent y Henner, defendiendo sin ambages la importancia de aprender precisamente de los grandes maestros para encontrar una voz propia. 

En la colección que ahora exhibe en Madrid, siempre con las personas como ejes de las diferentes escenas, es fácil comprobar su amor por el dibujo, los ecos del pasado en su respeto por los clásicos y su conexión con esas nuevas generaciones de artistas que le respetan y admiran por su sensibilidad para acercarse y saber captar la esencia de la contemporaneidad. 

Decía otro pintor excepcional, fallecido precisamente en Madrid, Francis Bacon que “siempre deseé una técnica capaz de reproducir la realidad profunda y no la apariencia de las cosas”. Mark Tennant demuestra haberlo conseguido. Sus óleos, su captura de la luz que a buen seguro bendeciría Sorolla, y el movimiento con brochazos amplios y rostros imprecisos muestran esa personal voz propia, cimentada en el legado histórico de los grandes maestros.