El presidente de Turquía promete “liberar” Al-Aqsa tras haber proclamado mezquita la basílica de Santa Sofía en Estambul; las intenciones podrían llegar incluso a Al-Ándalus

La reconquista islámica de Erdogan

photo_camera PHOTO/OFICINA DE PRENSA PRESIDENCIAL TURCA vía REUTERS - El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pronuncia un discurso televisado a la nación en Ankara, Turquía, el 10 de julio de 2020

La ambición de Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, parece que no conoce límites. Tras fijar una postura beligerante en el plano internacional para asentar posiciones en el Mediterráneo, mediante la intervención militar incluso en las guerras civiles de Libia y Siria, llega ahora el posicionamiento de volver a convertir oficialmente en mezquitas templos que lo fueron en el pasado y que ahora no son reconocidos formalmente como tales.

El máximo mandatario otomano formalizó este pasado viernes la conversión de la antigua basílica de Santa Sofía, hasta ahora museo, en mezquita. Dentro de la maniobra realizada por el Estado turco, el máximo tribunal administrativo del país, conocido como Danistay, declaró inválida la decisión ministerial de 1934 que secularizó el edificio para asignarle la condición de museo, al considerarla no ajustada a derecho. Posteriormente, un decreto presidencial firmado por el propio Erdogan y publicado en el Boletín Oficial del Estado servía para traspasar la titularidad del edificio del Ministerio de Cultura, que la tenía hasta ahora, al Diyanet, el organismo público que gestiona las mezquitas. Lo que valió para profundizar en el trámite. 

Recep Tayyip Erdogan terminó anunciando formalmente en televisión la nueva condición del edificio, Patrimonio de la Humanidad desde 1985. El jefe del Estado relató con detalle la entrada triunfal del sultán otomano Mehmet II en Constantinopla y su rezo en la mezquita, comparando la situación con su determinación de abrir nuevamente el edificio al culto musulmán. Definió como “injusta” y “traición a la historia” la decisión ministerial de 1934, que eliminaba la condición de mezquita de la que gozaba el templo desde 1453, y celebró que, al anularla, Turquía había compensado lo que era una “vergüenza”. Además, citó un poema que califica la reapertura de Santa Sofía al rezo como “la segunda conquista de Estambul”, un concepto frecuente en los círculos ultranacionalistas e islamistas turcos, que exigen desde hace años la posibilidad de poder rezar allí. 

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, reconvirtió oficialmente Santa Sofía en una mezquita y la declaró abierta al culto musulmán, horas después de que un tribunal superior anulara una decisión de 1934 por la que se convertía en museo el monumento religioso

Y eso es lo que pretende Erdogan, una nueva reconquista del mundo islámico. El próximo paso está anunciado, con la promesa de “liberar” la mezquita de Al-Aqsa, según ha anunciado la Presidencia del país euroasiático. De esta forma, el “sultán” ha prometido “liberar la mezquita de Al-Aqsa” de Israel después de “resucitar” Santa Sofía como mezquita nuevamente. "La resurrección de Santa Sofía es el paso de la voluntad de los musulmanes en todo el mundo por venir", según se apuntó en la declaración oficial. 

El presidente de Turquía vinculó la decisión de revivir el islam desde Bujará, en Uzbekistán, a Andalucía, en España, lo que engloba la antigua Al-Ándalus. Aquí entraría en juego incluso, por ejemplo, la mezquita-catedral de Córdoba, reconvertida de mezquita a catedral tras la reconquista cristiana del siglo XIII; en una maniobra de expansionismo religioso como advierte el medio Jerusalem Post.

Ante esta agresiva postura han surgido voces en contra, como la del papa Francisco I. El Papa manifestó este domingo que está “muy afligido” por la reconversión de la antigua basílica de Santa Sofía de Estambul en mezquita por decisión del presidente turco. “Mi pensamiento va a Estambul. Pienso en Santa Sofía. Estoy muy afligido”, reseñó el máximo representante de la Iglesia católica fuera del discurso previsto con motivo del Ángelus.

Mezquita de la Cúpula de la Roca en el recinto de la mezquita de Al-Aqsa en la Ciudad Vieja de Jerusalén

Además, varios países, sobre todo Rusia y Grecia, que siguen de cerca la evolución de patrimonio bizantino en Turquía, así como Estados Unidos y Francia, han criticado la transformación de la antigua basílica en lugar de culto musulmán. 

Emiratos Árabes Unidos (EAU) también se ha opuesto y ha defendido la continuidad de Santa Sofía en Turquía como museo y que no sea convertida en mezquita. En esta línea, la ministra de Cultura y Juventud de EAU, Noura al-Kaabi, ha considerado que los monumentos culturales "no deben ser mal utilizados ni alterados”. El fallo en ese sentido del tribunal administrativo más alto de Turquía ha sido recibido con preocupación por funcionarios estadounidenses, franceses, rusos y griegos, así como por líderes cristianos. 

Esta nueva polémica es un paso más en la deriva autoritaria de la Turquía de Erdogan. Continúa así una dinámica marcada por este radicalismo religioso islamista, la injerencia en los asuntos de otros Estados (como Libia y Siria), incluso participando con tropas y el envío de mercenarios a sueldo procedentes de grupos vinculados al terrorismo yihadista, y la persecución política de opositores dentro de las fronteras turcas. Conocida es la criticada purga de mandos del Ejército turco, acusados de nexos con grupos ligados al clérigo opositor Fethullah Gülen y al golpe de Estado de 2016, y el denunciado encarcelamiento de miembros de otros partidos políticos, como los integrantes del Partido Democrático del Pueblo (HDP, por sus siglas en turco) que fueron detenidos por colaborar con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en turco), organismo considerado terrorista por Turquía y otras naciones. También cabe destacar la intromisión en el poder judicial por parte del Gobierno turco a través de cambios legislativos que buscan aumentar la influencia gubernamental en los órganos rectores de los colegios de abogados. 

Archivo de datos sobre la obra maestra bizantina de Santa Sofía en Estambul

Varias voces autorizadas remarcan este rígido y persecutorio comportamiento del régimen de Erdogan como una forma de desviar la atención y de intentar aglutinar a la opinión pública a su alrededor frente a enemigos comunes. Todo ello debido a la necesidad de un mayor respaldo por la pérdida de apoyo político dentro de la propia nación; manifestada por el fuerte auge de la oposición, sobre todo desde la debacle electoral en los comicios locales de 2019, en los cuales el oficialista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) cedió los Ayuntamientos de ciudades tan importantes como Ankara, la capital administrativa de Turquía, y Estambul, el corazón financiero, que quedaron en manos del Partido Popular Republicano (CHP, por sus siglas en turco).

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