Las medidas contra el racismo no dan resultado. Hay mucho en juego y un insulto no es suficiente para suspender un partido

El racismo como herencia

photo_camera PHOTO/AP - En el centro, el delantero del Oporto Moussa Marega, que ha sufrido insultos racistas en un reciente partido contra el Vitoria de Guimaraes. El árbitro no suspendió el partido
#Humanos

Si un marciano llegará a la Tierra y tuviera que dar parte de la situación a su planeta, tendría que describir una realidad anómala y que no hemos sido capaces de corregir desde hace años. Hay humanos que insultan a otros humanos por el color de su piel. También podría contar otras muchas barbaridades que nos hacemos, pero tampoco hay que dar ideas. 

#WilliamsBellerinZozulyaMarega

Los insultos a Iñaki Williams son otro fracaso más del intento del fútbol de poner fin al racismo y la xenofobia en los estadios. Hace unos meses, llamaban nazi a Zozulya, Piqué suele recibir graves insultos personales… por no hablar de lo que pasa fuera de nuestras fronteras. El español Héctor Bellerín tiene que aguantar que su grada le ofenda por llevar el pelo largo. Su propia grada. Y la última, Moussa Marega, el delantero del Oporto que ha sufrido los insultos de una grada que le lanzaba un cubo de basura. Por cierto, la grada que le insultaba era la de su exequipo, el Vitoria de Guimaraes.

#EspañaNoEsRacista

España no es un país racista. No somos un pueblo de genes exclusivos que no admite al extranjero. Madre patria de Latinoamérica con fuertes lazos con el norte de África incluso con Asia, España asume que parte de su riqueza está en los que vienen de fuera. Hace siglos que dejamos atrás esa absurda idea de la pureza de sangre y de echar del país a quienes eran diferentes. Y así nos fue. 

#ElCircoDelFútbol

El problema llega cuando entramos en los campos de fútbol. La cultura deportiva no ha avanzado mucho desde aquellos romanos que acudían al circo a ver luchas entre leones y gladiadores. El espectador paga y manda. Ese principio fallido que consigue que un club como el Espanyol se ofenda porque se hable de que parte de su grada ha insultado a Williams o ha menospreciado a Piqué. Reducen el problema, lo justifican como pueden, esperan a que escampe y a otra cosa. 

El defensa del Barcelona Gerard Piqué
#Suspendido

Los insultos a Zozulya en Vallecas tuvieron la consecuencia drástica de que el partido se suspendió. Los dos equipos y el árbitro estuvieron de acuerdo. Cuidado. No olvidemos que el Rayo y los Bukaneros andan enfrentados y, en este caso, nadie del club iba a dar la cara por ellos. De ahí que se resolviera de esa forma tan insólita.

#NadieSabeNada 

Ese precedente no ha servido. A Williams le insultan varios aficionados del Espanyol y no pasa nada. Ni se le comunica al árbitro, ni a los compañeros, ni al rival… Los supervisores de LaLiga no saben nada, el delegado federativo tampoco… Nadie toma medidas. Recuerden esto: por encima de todo, el espectáculo debe continuar. Analicemos el caso de Marega: el jugador aguanta 70 minutos de insultos, decide irse y se encuentra con que el árbitro amenaza con sancionar a su equipo y sus propios compañeros impiden su marcha. De locos.

El delantero español del Athletic de Bilbao, Inaki Williams, durante el partido de fútbol de la liga española de su equipo contra Osasuna
#EtooEtoo…

Hace años, cuando Eto’o sufría los desprecios de la grada del Zaragoza, el colegiado Esquinas Torres argumentaba que no podía suspender ni permitir que el jugador abandonase el campo. Decía que era darle la razón al aficionado. Miserable respuesta que escondía una presión muy fuerte. Suspender un partido por insultos racistas a un jugador del Barça suponía una exposición mediática tremenda, la imagen de LaLiga por los suelos, por no hablar del lío burocrático de tener que buscar otra fecha para jugar. 

#Respect?

Que no hablen de tolerancia cero. Que no nos saturen con campañas buenistas de Stop racism y de Respect. Que los aplausos de Tenerife a Williams en el partido de Copa del Rey no se queden en un reconocimiento estéril. Que las denuncias que hace LaLiga cada fin de semana y que la RFEF sanciona poco o nada no sean otro mail más cada martes. Si no rompen ese techo de cristal, volverán los cánticos.

#Herencia

Insultar en los campos de fútbol es, en muchos casos, una herencia de padres a hijos. Unos hacen lo que ven de los otros. Esos comentarios graciosos sobre un jugador negro, asiático, de pelo largo, pasado de kilos… y no digamos si hay una mujer. Entonces florece la parte más ordinaria y grosera del bobo de turno. Entre risas, miradas de aprobación del resto que ya buscan el siguiente baldón en su mente hueca. 

#Ejemplo

Dicen que dar ejemplo no es la mejor manera de influir en los demás. Es la única manera. Ejemplo de padres con hijos y del resto de la grada. Unos con otros. Esos silbidos que hacen callar insultos. Porque eso también pasa y merece la pena contarlo. Aficionados que afean comportamientos a otros aficionados.

Pancarta de la UEFA contra el racismo en un partido de clasificación de fútbol del Grupo A de la UEFA Euro 2020 entre Bulgaria y la República Checa
#NegocioVSRacismo

El protocolo de FIFA contra el racismo es peculiar. Dice que el árbitro debe pedir que se llame la atención por megafonía y, si no cesan los insultos, puede suspender el partido unos minutos y ya, al final, puede suspenderlo. Eso de suspender partidos no es tan fácil. Televisiones, patrocinadores, aficionados… mucha logística y mucho dinero que no valen un insulto. 

#EducarEnCasa

Ese fútbol de los valores, de la ética, la deportividad y todo lo que intenta difundir este deporte queda enterrado en montañas de contratos, cláusulas y dinero que siempre se van a imponer a la hora de suspender un partido. Educar al aficionado en los estadios es difícil. La educación se aprende en casa y se demuestra fuera. Se empieza por evitar el chiste, el grito del mono o el menosprecio a una mujer. Por criticar acciones deportivas y morderse la lengua para que no acaben en un insulto personal. Cambiando los malos hábitos. 

#CamposSinLey

Por las malas, suspender partidos. Uno detrás de otro. Pagarán justos por maleducados, se perderá dinero e interés por este deporte. Pero los campos de fútbol no pueden convertirse en una ciudad sin ley donde vale todo. Las soluciones a medias no dan resultado. No se puede satisfacer a todas las partes. La responsabilidad del fútbol también es de los que se sientan en la grada. 

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