Dubái se está convirtiendo en el destino favorito de los oligarcas rusos. El emirato, capital financiera y turística de Emiratos Árabes Unidos, ha visto un gran aumento de la demanda de propiedades de lujo y la llegada de numerosos multimillonarios y empresarios de Rusia. La compra de inmuebles por parte de ciudadanos rusos habría aumentado hasta dos tercios en el primer trimestre de 2022, de acuerdo con la BBC.
Tras las sanciones occidentales a Rusia y a toda clase de individuos conectados con el Kremlin como respuesta a la invasión de Ucrania, los oligarcas rusos están abandonando sus tradicionales destinos favoritos en Europa ante el riesgo de la pérdida de activos.

Desde la caída de la Unión Soviética, ciudades como Londres o Ginebra se habían convertido en las principales residencias de los oligarcas rusos, pero las sanciones han hecho que Occidente ya no sea destino seguro para ellos. La congelación de toda clase de activos en estos países, desde propiedades de lujo a superyates, ha dado el pistoletazo de salida a la huida en banda de todos estos individuos, tratando de salvar lo que puedan por el camino.
Las buenas condiciones climáticas y de vida de Dubái, así como un sistema bancario y financiero poco estricto, lo convierten en una alternativa ideal y un refugio para sus activos económicos. Varios multimillonarios rusos habrían, incluso, buscado intercambiar directamente sus viviendas de lujo en Londres por propiedades en Dubái, de acuerdo con el Financial Times.

También habrían hecho lo propio varias empresas y startups rusas, buscando salvar el aislamiento financiero ruso, así como varias multinacionales como Google, JP Morgan o Goldman Sachs, que habrían desplazado sus operaciones y parte de sus trabajadores de sus sedes en Rusia a Dubái.
Para George Hojeige, presidente ejecutivo de Virtuzone, una consultoría que ayuda al establecimiento empresarial en Dubái, “temen que se avecina un colapso económico. Es por ello por lo que se están mudando aquí para asegurar su riqueza”.
EAU no solo no se ha unido a las sanciones occidentales, sino que ha cuidado mantener una posición neutral frente a la invasión, evitando condenarla y absteniéndose en los votos condenatorios contra Moscú tanto en el Consejo de Seguridad (del que es miembro no permanente) como la Asamblea General de Naciones Unidas.

Ya antes de la invasión, el emirato se había convertido en uno de los destinos favoritos para multimillonarios y empresarios rusos. De acuerdo con una investigación coordinada por el medio financiero noruego E24, en la que participaron hasta 19 organizaciones y medios, en base a unos datos filtrados por el Centro de Estudios Avanzados de Defensa (C4ADS) estadounidense, en 2020 decenas de políticos y empresarios rusos vinculados a Rusia Unida (el partido de Vladímir Putin) contarían con propiedades de lujo en Dubái.
Entre ellos se encontrarían Ruslan Baisarov, un empresario ruso muy cercano a Ramzan Kadyrov, el presidente de Chechenia, o Alexander Borodai, ex primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk (una de las repúblicas separatistas ucranianas apoyadas y reconocidas por Rusia) y diputado de la Duma Estatal (la Cámara Baja del Parlamento ruso). Citando estos mismos datos, un informe del Observatorio EUTAX halló que hasta un 6% de las propiedades en los barrios más exclusivos de la ciudad se encontraban entonces en manos rusas.

Esto no ha hecho sino aumentar tras la invasión, con la llegada de oligarcas de alto perfil. En el puerto emiratí ya han atracado varios superyates vinculados a oligarcas bajo sanciones occidentales, como el Madame Gu de Andréi Skoch, diputado de la Duma Estatal por Rusia Unida y magnate del acero, o el Hermitage de Anatoli Sedyj, propietario de una de las principales empresas metalúrgicas rusas, de acuerdo con Alex Finley, antiguo oficial de la CIA que desde el inicio de la invasión ha monitoreado el desplazamiento de superyates de los oligarcas rusos.

También varios aviones privados de figuras como Román Abramovich, magnate del petróleo y expropietario del Chelsea, o Arkady Rotenberg, amigo de la infancia de Putin y una de las personas más ricas del país, habrían llegado a los aeropuertos emiratíes de Dubái y Abu Dabi, según una investigación de Forbes.
“Tener un pasaporte o dinero ruso ahora mismo es tóxico. Nadie quiere aceptarte, excepto en lugares como Dubái”, declaró un empresario ruso al New York Times.