La economía está viviendo a nivel mundial un momento complicado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha publicado la actualización de septiembre de su informe bianual Perspectiva económica, augurando las perspectivas de crecimiento mundial más bajas en una década.
Se vaticina un crecimiento bajo en casi todas las economías del G20 en 2019 y 2020, particularmente en aquellas más expuestos a la disminución del comercio mundial. El crecimiento del PIB mundial se prevé que disminuya de 3,6% en 2018 a 2,9% este año y 3% en 2020.

En general, la confianza y los números en inversiones se están viendo perjudicados por varias causas. En primer lugar, el incremento de tensiones en las políticas comerciales. Claro ejemplo es la guerra arancelaria que tienen Estados Unidos y China. La interrupción del comercio ha reducido en general la productividad. Es cierto que en el sector servicios se ha mantenido, pero la fragilidad en el resto de sectores debilitarán la demanda laboral, los ingresos y el gasto de los hogares.
En segundo lugar, la inestabilidad política existente a nivel mundial. La posible salida de Reino Unido de la Unión Europea y la incertidumbre que está despertando este tema a nivel europeo.
Y por último, la volatilidad en los precios del petróleo, debido a las interrupciones de suministro ocasionadas, al menos últimamente, por conflictos bélicos.
Todo ello afecta a la percepción de riesgo en los mercados financieros, y esto torna más complicadas las perspectivas de crecimiento futuras.
El Banco Central Europeo se ha pronunciado sobre la situación global este jueves en el Foro Tendencias 2020. El vicepresidente, Luis de Guindos, dijo que el futuro pasa por actuar con más instrumentos, además de la política monetaria. Quiso hacer un llamamiento a los países para que apliquen medidas que permitan aumentar la productividad y mejorar la competitividad de la zona euro, lo que “determina el crecimiento potencial a medio plazo y el bienestar de la sociedad”.

La presión que Estados Unidos está ejerciendo sobre el gigante asiático es un claro ejemplo del recrudecimiento en las políticas comerciales entre países.
Este enfrentamiento comenzó hace casi un año y medio, y, a pesar de que ambas potencias mundiales hicieron una intentona de llegar a un acuerdo en mayo, la tregua fracasó y cada vez parece más lejana la posibilidad de que ambas lleguen a un punto en común que termine con esta nueva guerra fría.
Donald Trump ha vuelto a desafiar a China. Según Reuters, en una conversación con periodistas mientras viajaba de Nuevo México a California en su Air Force One, declaró que Pekín cree que volverá a salir elegido presidente, pero que los funcionarios chinos prefieren negociar con otro mandatario. Añadió, además, que podrían llegar a un acuerdo antes o después de las elecciones norteamericanas, pero que las negociaciones a posteriori serían mucho más duras.
El presidente de los EEUU hizo estas declaraciones cuando faltaban solo dos días para que negociadores comerciales de segundo nivel de ambos países se reunieran en Washington, con el fin de comenzar las reuniones cara a cara en casi dos meses.
Estas conversaciones, que se iniciaron el jueves y finalizarán este mismo viernes, deberían tener por objetivo allanar el camino hacia las esperadas negociaciones que tendrán lugar a principios de octubre entre las dos potencias, destinadas a llegar a poner fin a una guerra comercial de 14 meses de la que forman parte dos de las economías más grandes del mundo.
Cubrirán temas agrícolas y reformas fundamentales para fortalecer la protección de la propiedad intelectual de China y acabar así con la transferencia forzada de tecnología de Estados Unidos a las empresas chinas.

Existe una inquietud importante sobre el momento de abandono de Reino Unido de la Unión Europea y las formas en la que esto podría tener lugar. Esto, sumado a que Reino Unido ha tenido un crecimiento más lento económicamente hablando desde el referéndum de 2006, lleva a una situación económica un poco tensa.
Una salida de Reino Unido de la UE sin acuerdo sería costosa a corto plazo. La inexistente construcción de una red de fronteras lo suficientemente clara, acabaría por provocar interrupciones en los mercados financieros.
Incluso aunque el abandono de esta potencia de la UE viniera de la mano de una infraestructura fronteriza operativa, seguiría suponiendo grandes costos. Podría impulsar a Reino Unido a una crisis de recesión en 2020. Sus exportaciones se reducirían y en Europa y otros lugares se generaría una incertidumbre mayor, que tendría efectos negativos sobre la inversión.
La solución se hallaría en una buena respuesta política, que podría amortiguar alguno de los efectos negativos a corto plazo.
En general, la política fiscal debería asumir un papel más importante en el apoyo al crecimiento en las economías avanzadas. Según el informe de la OECD, con el fin de apoyar la inversión en algunos sectores, una solución pasaría por implementar medidas fiscales específicas que la impulsen.
La Unión Europea ha informado de que existen fondos, como el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización y el Fondo de la Unión Europea Solidaria, que podrían asistir a esta situación de empeoramiento económico, pero es importante conocer que dichos fondos son finitos.

Según EFE, los economistas advierten que el último ataque que ha sufrido Arabia Saudí en sus instalaciones de procesamiento de crudo, no ha podido llegar en un momento más inoportuno para la economía global. Un incremento duradero del coste del petróleo, sería ahora mismo un obstáculo considerable para la economía global.
Esto depende en gran parte del tiempo que la producción de crudo permanezca parada en Arabia Saudí y de la forma en que este contratiempo se vea resuelto incrementando la producción o en su defecto, recurriendo a otras regiones.
Es indudable que la tensión que se genera alrededor del conflicto del crudo tiene una repercusión muy grande en las inversiones de las empresas de todo el mundo. Algunos países se verán más afectados que otros, pero esto provoca un crecimiento notable en la incertidumbre global.
Cuando un contratiempo en el suministro de crudo es el causante de un repunte del precio del petróleo, actúa como un impuesto para los consumidores de petróleo, afectando al PIB de las naciones importadoras.