El nuevo gobernador del Banco Central de Turquía, Naci Agbal, ha hecho su primera aparición pública para tratar de calmar los ánimos de los inversores, que ven con preocupación el rumbo de la economía del país. La inflación que enfrenta el país y la pérdida de reservas nacionales, junto a acciones como la de la venta de un 10% de la Bolsa de Estambul a Qatar, reflejan la necesidad de una revisión de la política monetaria para fortalecer la situación de la lira. El continuismo, subraya Agbal, no es una solución.
La inestabilidad al frente del Banco Central, con varios gobernadores cesados por el propio Recep Tayyip Erdogan, es sólo una muestra de cómo se ha presionado e influido en la política monetaria del país, que está sufriendo ahora sus graves consecuencias. Según los inversores, la pretensión de Erdogan de abaratar los préstamos ha sido uno de los grandes problemas. Y que dos gobernadores perdieran su puesto por no aceptar la presión, lo certifica.

Agbal, anteriormente ministro de Finanzas, ha tratado de tranquilizar el panorama, planteando una actuación que según él es "racional, correcta y realista". Uno de los retos que tiene por delante el nuevo gobernador es el de aumentar las mermadas reservas turcas, que se vieron muy reducidas durante el año pasado en el fracasado intento de reflotar la lira.
La lira es, según Bloomberg, la segunda moneda que peor desempeño está teniendo de todos los mercados emergentes. A la frágil situación económica del país se le debe sumar los riesgos que está asumiendo Erdogan con la agresividad de su geopolítica en la región y su injerencia en algunos de los conflictos de su entorno.
Según el gestor de capitales Ogeday Topcular, incluso si se dan todas las condiciones y se efectúan las medidas planteadas por Agbal, el saneamiento de la economía turca, "será un proceso costoso, constante y largo plazo". Sólo así se puede "restablecer la credibilidad, añade.

La simple salida del anterior gobernador ya fue un estímulo para los inversores, pues entienden que la influencia de Erdogan sobre la política monetaria se verá reducida, aunque la situación macroeconómica de Turquía sigue siendo preocupante.
Uno de los problemas principales de la economía es la pérdida de la reserva de divisas que ha sufrido el país en los últimos cinco años. Actualmente las reservas se sitúan en cifras de hace 15 años.
Otro de los aspectos llamativos y que deben revertirse, es la preferencia de la sociedad turca de recurrir al dólar para salvaguardar depósitos. Según datos del Banco Central turco, los depósitos en dólares habían ascendido un 19% hasta diciembre de este año, situándose por encima de los 231.000 millones de dólares, una cifra que ya el año pasado, también habría aumentado un 20%.
Además de toda esta deriva, la fricción existente entre Turquía y Estados Unidos, y las sanciones de la Unión Europea, Ankara afronta un oscuro futuro, que sólo una rápida llegada de la vacuna, que permita reactivar plenamente el turismo y, por ende, la economía, puede paliar.