Tras la crisis de la pandemia del coronavirus y la gran capacidad de expansión de la hambruna en el mundo, los Gobiernos de Oriente Medio se han visto obligados a enfrentar sus consecuencias, entre ellas, la obsesión por la seguridad alimentaria.
Dicha obsesión, está haciendo estragos en la mente de los compradores, en especial a los de Oriente Medio quienes, a pesar del incremento desorbitado de los precios, continúan comprando trigo por prevención.
Según un comunicado de las Naciones Unidas este jueves, habrá un gran incremento en el comercio mundial de granos básicos, lo mismo que ocurrió el mes pasado con los precios de los alimentos a nivel mundial, lo que provocaría un aumento de la presión inflacionaria para los consumidores y gobiernos mundiales.

Sin embargo, el impacto de los precios podría verse reducido para los países con mayores ingresos petroleros.
Europa es uno de los mayores proveedores de trigo, el alimento básico por excelencia en todo el mundo, a zonas de África y Oriente Medio, donde se está considerando aumentar el precio del pan.
Países como Irak, Irán, Turquía y Afganistán cada vez compran más trigo tras la sequía que hubo a principios de año, y que afectó a varios cultivos de las zonas, agotando los suministros.
Asimismo, las Naciones Unidas comunicaron que Egipto también está intentado reponer las existencias.

Según Abdolreza Abbassian, economista jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “es posible que veamos repercusiones en otros productos básicos, pero no creo que veamos restricciones a las importaciones de trigo”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que las existencias mundiales de trigo alcancen los 282 millones de toneladas durante la temporada 2021-2022, lo que supondría un 2,2% menos interanual.
Sin embargo, esta estimación sería inferior al pronóstico del mes pasado, el cual fueron de 284 millones de toneladas.

Según la agencia “Bloomberg”, la FAO estimó la producción para la temporada en una cantidad inferior, 6 millones de toneladas menos que la de octubre pasado, 771 millones de toneladas en total.
Debido al aumento de las importaciones de Irak, Irán, Turquía y Afganistán, el comercio mundial de trigo incrementó a 192 millones de toneladas, un nivel récord.
Sin embargo, según la FAO, el pronóstico para las existencias de cereales fue de 819 millones de toneladas, aumentando sobre las de octubre.
Asimismo, las estimaciones de las existencias mundiales de maíz también se han visto incrementadas en India, Brasil, y África occidental.

Durante este año, Irak importó alrededor de 3 millones de toneladas de trigo, a pesar de que en el año 2019 lograra llegar a la autosuficiencia en el cultivo de trigo y cebada, y la producción de huevos y aves.
Arabia Saudí recurrió a la compra de 1,3 millones de toneladas de trigo a finales de la semana pasada, lo que casi supone el doble de la cantidad esperada.
Debido a las guerras y los continuos desastres naturales provocados por el cambio climático, las enormes extensiones de tierra se han visto expuestas, lo que ha causado la disminución de las existencias de cereales.

Se estima que fueron unas 133.000 personas las que el año pasado sufrían de hambruna, especialmente en Yemen, Sudán del Sur, y Siria, donde 12,4 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria, según la ONU.
Los desastres debidos al cambio climático fueron la principal cause de inseguridad alimentaria para casi 15 millones de personas, en el año 2020, una cifra inferior a la de 2019 de 34 millones de personas en el mundo.
En cuanto a los países ricos en petróleo, como es la situación del Golfo, ha habido un aumento de la preocupación por el impacto de la inseguridad alimentaria tras la caída de los precios del petróleo, las consecuencias de las guerras y la crisis de la pandemia del Coronavirus, aunque no se ha detectado una escasez de alimentos.

En cuanto al suministro de alimentos, la dependencia del comercio internacional provoca que los países se vuelvan más vulnerables a la disponibilidad de suministro y al riesgo de incremento en los precios.
Informes anteriores muestran que las condiciones económicas y políticas de los países que exportan productos alimenticios también afectan a dicha vulnerabilidad.
Según un estudio de Naciones Unidas en el pasado mes de junio, se prevén altas tasas de hambruna en la región árabe, lo que afecta directamente al objetivo de erradicar el hambre en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.