Turquía presenta un plan de austeridad para hacer frente a la inflación

Meses después de las elecciones locales turcas, el vicepresidente, Cevdet Yilmaz, y el ministro de Finanzas, Mehmet Simsek, han desvelado el esperado plan de austeridad en medio de altas tasas de inflación.
Con el fin de frenarla y atraer inversiones extrajeras, Turquía necesita mantener su reforma fiscal y las medidas de austeridad en el sector público. Por ello, el plan de austeridad presentado por Ankara contempla tan solo proyectos de inversión estatales esenciales en los próximos años.
Se dará prioridad a iniciativas planificados en zonas sísmicas, planes de transformación verde y digital y proyectos portuarios-ferroviarios cerca de zonas industriales.

Sin embargo, los expertos se muestran escépticos sobre la implementación de las medidas, a las que consideran un gesto de buena voluntad que no cumple con las expectativas.
Además de medidas simbólicas como reducir el número de vehículos públicos innecesarios y de lujo o limitar el número de empleados del sector público, la atención se centra ahora en la dirección y el alcance de una política fiscal significativa para frenar las presiones inflacionarias.
Wolfango Piccoli, copresidente de Teneo Intelligence en Londres -citado por Arab News- considera que las nuevas medidas no son una forma coherente para fortalecer el ámbito fiscal, sino que son más bien una medida para apaciguar a los votantes turcos que están cada vez más preocupados por el creciente coste de vida.

“Además, iniciativas similares anteriores han demostrado que implementar (y monitorear) las medidas de austeridad aplicadas al inflado aparato estatal de Turquía será un desafío”, añade.
Piccoli también explica que “algunas de las medidas más llamativas, como la congelación de la compra y el alquiler de vehículos nuevos y un límite a la contratación de nuevo personal, tendrán un impacto limitado en el gasto presupuestario de 2024”.
El analista cree que las medidas tienen como objetivo principal lograr cierto control sobre la administración pública, pero no reparará el profundo daño económico causado por las políticas económicas de los últimos años.

La tasa de inflación anual del país euroasiático alcanzó casi el 70% el pasado mes de abril, una cifra que seguirá creciendo ya que el último informe trimestral de inflación del banco central espera que alcance un máximo de entre el 75% y el 76% el próximo mes.
No obstante, para finales de año, el banco central prevé que la inflación se reducirá al 38%.
Por el contrario, un reciente estudio conjunto de la Universidad de Koc y KONDA Research ha revelado que las expectativas de inflación de los hogares para fin de año aumentaron al 96%, frente al 72% registrado el mes de enero.
Por otra parte, apartándose de su política tradicional, el Banco Central turco ya ha elevado su tipo de interés clave en 4.150 puntos básicos desde el año pasado.
Recortes en la administración pública
Según el paquete de austeridad, a las instituciones públicas se les prohibirá comprar y alquilar vehículos nuevos y comprar o construir nuevos edificios durante tres años.
También se restringirán los salarios de los funcionarios públicos que formen parte de juntas directivas y no se organizarán actividades como viajes, cócteles y cenas salvo reuniones internacionales y festivos nacionales.
Tras anunciar estas medidas, el ministro Simsek aseguró que el Gobierno impulsaría reformas adicionales a las finanzas públicas y aceleraría las reformas estructurales.

El número de nuevos empleados del sector público se limitará durante tres años a los necesarios para reemplazar a los trabajadores jubilados, mientras que los fondos destinados a la compra de bienes y servicios por parte de las instituciones estatales se reducirán en un 10% y los destinados a inversiones en un 15%.
Simsek, quien viajó a Estados Unidos en abril para reunirse con cargos del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el G20, así como con muchos administradores de fondos, expresó confianza en la mejora de la calificación de crédito de la nación, es decir, la capacidad de Turquía para hacer frente a su deuda.
“La continua disminución del déficit anual en cuenta corriente durante los últimos ocho meses es un éxito de nuestro programa”, destacó el ministro turco, quien también matizó que, con esta disminución y las perspectivas positivas para los flujos financieros externos, “la mejora de las reservas de divisas se mantendrá”.

Por su parte, el líder del principal partido opositor, el Partido Popular Republicano (CHP), Ozgur Ozel, comparó el nuevo plan con un “programa disfrazado del FMI”.
Turquía registró un déficit en cuenta corriente de 4.500 millones de dólares en marzo. Ya que Simsek no especificó en qué medida el paquete de austeridad reduciría el déficit en el presupuesto de 2024, los expertos señalan la imposibilidad de evaluar el rendimiento.
“Se espera que, en el mejor de los casos, las medidas conduzcan a ahorros de entre 100.000 y 150.000 millones de liras turcas (entre 3.100 y 4.650 millones de dólares)”, apunta Piccoli.
Asimismo, el experto recalca que el déficit presupuestario del gobierno para 2024 es de aproximadamente 2,4 billones de liras turcas, por lo que el paquete de austeridad de Simsek “equivale a un error de redondeo”.

“No es un plan de austeridad coherente y creíble que respalde el proceso de desinflación. Incliso si se ahorran 150 mil millones de liras, el déficit presupuestario será superior al 6% del PIB en 2024”, añadió.
Por ello, los expertos destacan la necesidad de un programa de reforma integral y centrado con un calendario claro para generar confianza en las medidas recientemente anunciadas.
Selva Demiralp, profesora de economía en la Universidad Koc de Estambul, recuerda la situación a principios de la década de 2000, cuando Turquía enfrentó otra importante crisis económica.

En ese momento, Kemal Dervis regresó de Estados Unidos para ser nombrado ministro de Estado encargado de la economía. Prestó juramento el 13 de marzo de 2001 y posteriormente anunció el programa “Transición a una economía fuerte” el 14 de abril.
“En ese programa se tomaron medidas para aumentar la transparencia en la contratación pública, abolir incentivos para áreas de baja productividad, ampliar la base impositiva mediante el uso de números de identificación fiscal y aumentar las sanciones fiscales”, señala Demiralp a Arab News.
Demiralp cree que, con las nuevas medidas anunciadas recientemente, “vemos pasos hacia el aumento de las sanciones fiscales, lo cual es un paso positivo”. “De manera similar, las medidas para reducir los gastos de lujo en el sector público tienen un valor simbólico”, agregó.
Sin embargo, Demiralp destacó que los gastos de lujo constituyen una pequeña proporción del presupuesto estatal.
La profesora indica que el principal problema proviene de gastos no transparentes, “como licitaciones e incentivos en sectores ineficientes”.
“No vemos ningún paso hacia la transparencia a este respecto. Los estudios académicos del profesor turco Ufuk Akcigit muestran que Turquía es uno de los países que ofrece más incentivos, pero estos incentivos no están controlados ni monitoreados”, declara.
Demiralp considera que reducir los salarios de los funcionarios públicos en términos reales no debería ser parte de las medidas de austeridad, sino que el banco central debe “hacer lo que sea necesario” para cumplir los objetivos de inflación, garantizando que los empleados no se vean afectados negativamente.